SOCIEDAD › EL BANCO SANTANDER RIO LO CONCEDIO A LA PAREJA BERNATH-SALAZAR, SIN DISCRIMINACION
La pareja que se casó el 3 de marzo en Capital lo pidió en medio de la contraofensiva judicial para anular su matrimonio. El banco los atendió como a viejos clientes, y el único problema fue el programa de computación.
Durante 12 años convivieron. Se casaron legalmente el último 3 de marzo, y enseguida pidieron un crédito personal en un banco porteño. Damián Bernath y Jorge Salazar son la segunda pareja integrada por personas del mismo sexo en contraer matrimonio ante la ley argentina, la primera en lograrlo en la Ciudad de Buenos Aires y la única en obtener un préstamo de una entidad financiera en Latinoamérica. “Es un reconocimiento enorme: en lo inmediato significa que el matrimonio es un derecho adquirido y para lo que ocurra de acá en más no se puede negar y tampoco desconocer”, confirmó a Página/12 Florencia Kravetz, abogada de los flamantes esposos.
Bernath y Salazar solicitaron el préstamo personal en el banco Santander Río. Fue días después de contraer nupcias, en la sucursal 133 del barrio porteño de Flores. “Quieren arreglar algunas cosas de la casa que comparten hace más de 12 años”, dijo la representante legal del matrimonio. Sin embargo, antes de concretar el sueño de la vivienda “en buenas condiciones” propia, la pareja Bernath-Salazar atravesó diversas instancias judiciales en favor y en contra de su casamiento.
El 22 de febrero, la jueza Elena Liberatori, a cargo del Tribunal de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo y Tributario porteño, emitió una resolución favorable al pedido que –en diciembre de 2009– había hecho la abogada Kravetz en nombre de la pareja para que pudiera casarse legalmente. En su fallo, Liberatori ordenaba al Registro Civil de la ciudad dar “por removidos todos los aspectos reglamentarios que impliquen una dilación innecesaria”, como los 28 días de anticipación a la celebración de la boda. Entre otros motivos, el apuro de la magistrada contemplaba las dilaciones que habían sufrido los novios luego de solicitar el turno para contraer matrimonio a fin de 2009.
Finalmente, el 3 de marzo Bernath y Salazar se unieron en matrimonio en el Registro Civil de la calle Uruguay. A diferencia del fallo de la jueza Gabriela Seijas, que había abierto las puertas para que Alex Freire y José María Di Bello se pudieran casar (en Ushuaia), la resolución de Liberatori no estableció la inconstitucionalidad del Código Civil en lo referente al matrimonio. Porque, para permitir el casamiento entre Bernath y Salazar, Liberatori se basó en la falta de obstáculos legales: el matrimonio entre personas del mismo sexo no es un ítem que esté contemplado en la lista de impedimentos que establece el Código Civil.
Una semana después de celebrarse la boda, los flamantes esposos sufrieron un revés de la Justicia nacional. El lunes 8 de marzo, el juez nacional en lo Civil Federico Gustavo Igarzábal resolvió la inexistencia del matrimonio. A pedido del abogado Ernesto Ricardo Lamuedra y sin notificar a los propios interesados (como tampoco a su representante legal), Igarzábal decretó “la nulidad absoluta del acto llevado a cabo el 3” de marzo, bajo el argumento de ser una medida “en miras al orden social justo”. Además, en la sentencia de Igarzábal se indicaba que Bernath y Salazar debían “restituir” la libreta de matrimonio y detener trámites y gestiones propias de una pareja legalmente reconocida.
“Jurídicamente la resolución fue un escándalo”, dijo a este medio Kravetz y explicó: “Un juez de otra jurisdicción se arrogó un fallo y lo privó de sus consecuencias jurídicas, lo cual violenta todas las garantías constitucionales” aseguradas a cualquier ciudadano. Además, según la abogada, “el fallo violó todas las garantías de defensa en juicio”: Bernath y Salazar desconocieron antes y después de la sentencia la existencia del expediente, por lo tanto no pudieron ejercer su derecho de defensa.
Ni lenta ni perezosa, Liberatori resolvió subsanar el escándalo. Primero incautó en el Registro Civil el acta matrimonial donde consta la boda y, en pos de su resguardo, les pidió a los cónyuges la libreta de familia. Además, libró un oficio al juez Igarzábal para que se inhiba de continuar con la causa en la que dictó la anulación y que entregue el expediente al juzgado de Liberatori. Por último, la magistrada denunció al juez ante el Consejo de la Magistratura porteño y, también, de la Nación.
Pocos días después de la contraofensiva, la mañana del 12 de marzo los recién casados fueron hasta la sucursal 133 del banco Santander Río y solicitaron un crédito personal. “Los atendieron de diez, en ningún momento tuvieron un trato distinto o una negativa ante la solicitud por su condición sexual”, relató Kravetz, puesto que los esposos llevan una cómoda vida en el anonimato. En las oficinas de Directorio al 1900, donde Salazar tienen una cuenta hace más de 20 años, sólo hubo un impedimento: el programa. “El sistema no estaba preparado para ingresar los datos de dos personas de sexo masculino –dijo la abogada–, el único inconveniente fue que los chicos tuvieron que esperar unos minutos hasta que los ingresaron correctamente.”
El jueves pasado, al flamante matrimonio le fue otorgado el crédito personal. “Lo importante es que por primera vez una entidad bancaria ratifica una sociedad conyugal conformada por personas del mismo sexo y no puede haber oposición alguna, ya que es un derecho adquirido”, dijo Kravetz y concluyó: “Lo paradójico es que el reconocimiento lo dio un banco que en el pasado estuvo conformado por capitales del Opus Dei”.
Informe: Mariana Seghezzo.
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