Dom 18.04.2010

SOCIEDAD  › TRASLADARON DE PUERTO MADERO A LA BOCA AL CARGUERO COLONIAL

El último viaje de una nave

Descansó por más de tres siglos en el barro porteño y fue descubierto al excavarse los cimientos de una torre. Para preservarlo será enterrado con envolturas especiales en un terreno similar en la Barraca Peña.

El antiguo barco mercante hallado en Puerto Madero a fines de 2008 fue trasladado hacia su ubicación definitiva en la Barraca Peña, en el barrio porteño de La Boca. Después de 15 meses de trabajo arqueológico in situ, ayer a la mañana se realizó un estricto operativo para desplazar la embarcación y, así, lograr su preservación. Durante más de seis horas, la nave viajó en grúa y carretón por el centro de la ciudad y luego fue depositada en un terreno húmedo cerca del Riachuelo. “Para evitar que continúe el proceso de desintegración de la madera producido por su contacto con el oxígeno, el barco tiene que volver a enterrarse en arcilla y arena, envuelto en telas permeables”, explicó a Página/12 el arqueólogo rosarino Matías Warr, miembro del equipo de expertos que realizaron las tareas de investigación del navío.

El 29 de diciembre de 2008, un obrero de la compañía constructora Zencity encontró la embarcación, de casualidad. Al momento del hallazgo, el trabajador estaba excavando el segundo subsuelo de un terreno en Juana Manso y Rosario Vera Peñaloza –en el sur de Puerto Madero–, con la intención de construir el estacionamiento de un enorme complejo de torres. Aunque el hombre no lo supiera, lo que encontró fue el mayor descubrimiento arqueológico de la historia de la ciudad de Buenos Aires.

A principios de enero del año pasado, el Ministerio de Cultura porteño contrató a varios especialistas para realizar las tareas de investigación y preservación de la embarcación. Durante todo el proceso, el equipo de arqueólogos y arquitectos estuvo encabezado por el especialista Marcelo Weissel, el arquitecto Javier García Cano y la arqueóloga Mónica Valentini.

“Trabajamos todo el verano en un proyecto de arqueología de rescate”, relató Warr. Sin pausas ni rodeos, el arqueólogo definió el concepto de rescate. “La idea fue excavar lo más rápido posible para finalizar cuanto antes la obra. Primero, porque el predio es privado y la constructora quería terminar su negocio, pero también porque una vez que se encuentra un sitio arqueológico comienza un proceso irreversible de pérdida de información: tanto la madera como las piezas de cerámica o de hierro, que estaban dentro de la embarcación, cuando toman contacto con el oxígeno tienden a desintegrarse”, explicó el investigador del Area de Arqueología Subacuática de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

El operativo de traslado puesto en marcha ayer se basó en la misma hipótesis de la degradación de los materiales y, en consecuencia, tuvo el objetivo de preservar los restos del naufragio “para las futuras generaciones”. Para poder hacer el viaje, la embarcación –datada entre los siglos XVII y XVIII– fue envuelta en telas permeables (geotextiles) e introducida en una jaula de acero de 30 toneladas. “Cuando una persona está quebrada, hay que ponerla en una camilla para moverla, esto es igual: colocamos al barco dentro de una estructura de hierro para que no esté sometido a un esfuerzo perjudicial y se quiebre durante el traslado”, explicó García Cano, poco antes de iniciarse la travesía hasta La Boca.

Cerca de las 9, una grúa de 22 metros de largo, pintada con el amarillo municipal que impuso el PRO, levantó la jaula y la deslizó hasta un enorme carretón sobre la avenida Juana Manso. Hasta llegar a La Boca, el camión recorrió en su totalidad la parte sur de la ciudad. Para salir de Puerto Madero, primero tomó la calle Julieta Lanteri, después las avenidas Dellepiane, Alicia Moreau de Justo, Garay, Paseo Colón, Martín García hasta la calle Azara, para luego desviarse por Suárez, Regimiento Patricios y, por fin, alcanzar Pedro de Mendoza al 3003: la Barraca Peña. Además de los investigadores y especialistas, participaron del espectáculo arqueológico el ministro de Cultura porteño Hernán Lombardi, el jefe de Gabinete de la Ciudad Horacio Rodríguez Larreta y el embajador español en Argentina Rafael Estrella. “Este barco es la metáfora de lo que somos y nos recuerda de dónde venimos, evoca los esforzadísimos viajes que hicieron nuestros antepasados para venir a América, con un coraje que sería bueno imitáramos las nuevas generaciones”, dijo Lombardi.

Mañana, y después de colocar unos sensores para monitorear la madera y medir la humedad y la temperatura del terreno, el barco será definitivamente enterrado.

Informe: Mariana Seghezzo.

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