Durante una hora, cuatro delincuentes se adueñaron de la cochera de un edificio de diez pisos en Recoleta. En ese tiempo, les robaron dinero, joyas, notebooks, celulares y otros valores a una decena de vecinos que tenían que pasar en forma obligatoria por ese lugar. En algunos casos, los obligaron a que les abrieran sus departamentos, para poder revisarlos y adueñarse de todos los objetos de valor. Los asaltantes sabían que el ascensor principal estaba fuera de servicio y que todos tenían que pasar por el garaje. “Los amenazaron de muerte y dijeron que tenían armas, pero no las mostraron en ningún momento”, le dijo a Página/12 una fuente de la Policía Federal. Esta vez no hubo toma de rehenes, como ocurrió hace una semana en Palermo, y cuando la policía llegó al lugar los ladrones ya se habían ido. El aviso de alarma lo dio una empleada doméstica.

Los miembros de la banda eran cuatro, un hombre de unos sesenta años y tres personas más jóvenes, de entre 30 y 35 años. Todos actuaron a cara descubierta. El jefe de la comisaría 19, Sergio Maldonado, confirmó que esta vez “no hubo toma de rehenes”. Todo comenzó cerca de las 7, en el edificio de diez pisos de Arenales 2276. Los ladrones entraron por la cochera, luego de que uno de los vecinos saliera con su auto.

Como sabían que el único ascensor que funcionaba era el que lleva hasta la cochera, la tarea de los ladrones fue esperar a que fueran bajando los habitantes del edificio. El primero fue un hombre que vive en el octavo piso, al que obligaron a subir hasta el departamento. Lo acompañó uno de los ladrones, mientras los otros siguieron en el garaje, a la espera de nuevas víctimas.

“Ellos sabían que el ascensor principal no funcionaba y se refugiaron en el garaje porque todas las personas que bajaban tenían que usar el ascensor de servicio y pasaban por ahí”, comentó una de las víctimas del robo. “A unas ocho o nueve personas nos tuvieron retenidos en la cochera, arrodillados en el piso, con la cara contra la pared. A mí me golpearon un poco, pero en general eran amenazas de muerte. Decían que llevaban armas, pero en ningún momento las mostraron, porque tenían la situación totalmente controlada”, dijo otro de los vecinos.

Al portero, que también cayó en la trampa, querían usarlo como señuelo. Ir junto con él, piso por piso, departamento por departamento, para que los propietarios les abrieran la puerta y poder asaltarlos. “Si me resistía, me dijeron que me iban a pegar un tiro. También me preguntaban quiénes eran los vecinos que tenían más dinero”, relató el portero, de acuerdo con la información suministrada por la fuente policial.

“También los amenazaron a todos para que no llamaran a la policía”, explicó el vocero de la Federal. “Si le llegan a avisar a la ‘gorra’, les pegamos un tiro en la cabeza a cada uno”, fue la frase textual de los ladrones. Uno de los asaltados fue un estudiante universitario llamado Hugo, quien contó que a su hermano lo capturaron a las 7.15 y a él 15 minutos más tarde, cuando bajó por el ascensor de servicio. “Nos esperaban atrás de las cocheras”, precisó.

“Al señor del octavo (piso) lo vieron bien vestido, le dijeron en qué departamento vivía y lo hicieron subir” para saquearle la casa. “A mí me robaron las computadoras y los celulares. Después de que los ladrones se fueron, a los cinco minutos llegó la policía”, comentó Hugo, el estudiante. Otra vecina llamada Carolina estimó que estuvieron cautivos unos 40 minutos. “Nos iban agarrando a medida que bajábamos, nos robaban y agarraban las llaves. Nos dijeron que si nos movíamos nos mataban.” La historia terminó cerca de las 8, cuando alguien llamó a la policía.

“Una señora que trabaja como mucama entró a la cochera y vio a todas las personas contra la pared. Volvió a salir a la calle y los ladrones se fueron porque advirtieron lo que había pasado”, dijo la fuente policial. El jefe de la circunscripción tercera de la Policía Federal, Valentín Alí, confirmó que los ladrones huyeron antes de que llegara la policía. Al principio se temía que los delincuentes se hubiera refugiado en alguno de los departamentos, como ocurrió la semana pasada en Palermo.

Por esa razón, la policía rodeó la manzana y un grupo de uniformados recorrió piso por piso cada uno de los departamentos. La calma volvió cerca de las 9, cuando se confirmó que todos los ladrones se habían ido. Hasta anoche no había ninguna pista firme sobre su paradero. Algunos de los vecinos asaltados, una vez pasado el susto, estimaron que los ladrones “no estaban armados: sólo se aprovecharon de nuestro miedo”.