Cuatro de los uruguayos sobrevivientes de la tragedia aérea ocurrida en 1972, en la Cordillera de los Andes, se hicieron presentes ayer en Copiapó, Chile, para acercar un mensaje de esperanza a los 33 mineros que están encerrados a 700 metros de profundidad y a sus familiares, que siguen con ansiedad las tareas de rescate de los trabajadores de la mina de oro y cobre San José. “Venimos a tomar contacto con los mineros y sus familiares y a devolver lo mucho que nos dio el pueblo chileno”, dijo José Luis Inciarte, presidente de la Fundación Viven, al recordar que los jóvenes uruguayos pudieron ser rescatados gracias a la ayuda que recibieron en su momento de un arriero de nacionalidad chilena.
“Ese hombre (por el arriero) nos devolvió la vida”, aseguró Inciarte, quien luego sostuvo que “vivir se puede y depende de nosotros”, haciendo una comparación entre la odisea que les tocó vivir a ellos, al quedar aislados en la alta montaña, luego de la caída del avión, y la que viven hoy los mineros chilenos. “Cada uno tiene una cordillera en la vida, y la de cada uno es la más importante; se puede porque la mente domina todo lo que hay que hacer” ante situaciones límite, subrayó Inciarte. El ex rugbier uruguayo se alegró al saber que “están en un estado espiritual muy bueno porque saben que en muy poco tiempo los van a sacar con vida”. Inciarte fue acompañado por otros tres sobrevivientes de la llamada Tragedia de los Andes; Gustavo Zerbino, Ramón Sabella y Pedro Algorta.
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