SOCIEDAD › UN HOMBRE QUE PRESENCIO LA MASACRE DE POMPEYA DENUNCIO AMENAZAS POR SU TESTIMONIO EN EL FILM DE PIÑEYRO
El hombre había dado su testimonio a un programa de TV hace cinco años. Sus dichos favorecían a quien terminó condenado a 30 años, pero no declaró en el juicio. Al día siguiente del estreno del film recibió amenazas de muerte.
› Por Eduardo Videla
Luis Ríos es una de las decenas de personas que el 25 de enero de 2005, al mediodía, presenciaron la persecución policial que terminó con lo que luego se llamó la Masacre de Pompeya: tres personas murieron atropelladas por un hombre que era perseguido por policías de civil. Ese día, Ríos fue entrevistado por cronistas de TV y su testimonio salió al aire en un programa periodístico. Luego nunca más se supo de él. Ni siquiera fue convocado como testigo en el juicio oral en que Fernando Carrera fue condenado a 30 años de prisión. Nunca hasta ahora, cuando su testimonio fue rescatado por la película El Rati Horror Show, de Enrique Piñeyro, estrenada el jueves de la semana pasada. Según denunció Ríos, al día siguiente, por la noche, cuando circulaba con su camioneta, se le cruzó un Peugeot 504 blanco con vidrios polarizados, del que bajaron dos hombres. “Ojo con lo que decís, porque vas a terminar en el Riachuelo”, le dijo uno. “Si seguís así vas a terminar con la boca llena de trapos”, agregó el otro. Ruiz volvió a ver a las mismas personas el lunes último: estaban en la puerta del bar donde él había ido a tomar un café, en Pompeya. Ayer, el testigo hizo la denuncia en la Defensoría del Pueblo porteña, cuya titular, Alicia Pierini, envió sendas notas al jefe de Gabinete, Aníbal Fernández; al ministro del Interior, Florencio Randazzo, y al procurador general de la Nación, Esteban Righi, en las que los pone al tanto de la denuncia y les pide que “adopten las medidas que correspondan”.
“Nunca nadie me molestó. Ningún juez me citó. Mis problemas empezaron cuando mi declaración apareció en la película”, dice Ríos, aunque no se lamenta porque cree que “en este caso debe llegarse a la verdad”. El hombre se convirtió, de un día para otro, en testigo clave, ya que sus declaraciones contradicen la historia oficial de la causa, construida por la policía. Dijo Ruiz que Fernando Carrera, el hombre que fue condenado por el caso, no iba acompañado por dos personas, como dijo la policía y suscribieron algunos testigos, sino que estaba solo en su Peugeot 205 cuando era perseguido por el vehículo policial.
“Yo estaba parado sobre la avenida Sáenz al 1300, donde teníamos un comedor comunitario, cuando pasó el auto blanco de Carrera, a 70 u 80 kilómetros por hora. Lo seguía un Peugeot 504 negro con tres hombres, uno de barba, otro de pelo largo y un petiso que tiraba con una Itaka”, recuerda ahora, en diálogo con Página/12. “Luego nos acercamos hasta el lugar donde se produjo el accidente y vimos a las personas destrozadas. Carrera había recibido un balazo en la boca, quiero creer que estaba inconsciente”, agrega.
Carrera siempre dijo en su defensa que atropelló a las personas porque había recibido un disparo y perdió el control del vehículo. Los policías aseguran que la herida la recibió después. Dicen que perseguían a Carrera porque había cometido un robo. El acusado sostuvo que corría porque era perseguido por un auto de civil. La hipótesis de sus defensores, desarrollada por el film de Piñeyro, es que la causa fue armada por la policía.
Ríos no conocía a Piñeyro, ni el equipo de abogados que defendió a Carrera había logrado localizarlo para que declare en el juicio oral que se realizó en 2007. Ni a él ni a ninguno de los testigos que vieron toda la secuencia previa a lo que fue la masacre. “Yo no soy un testigo clave, soy un testigo casual. Había mucha gente en la calle cuando pasaron los policías disparándole al Peugeot blanco”, dice Ríos.
“Lo importante de este testimonio es que Ríos dice que vio cuando los policías le disparaban a Carrera, en Sáenz y Centenera, cuatro cuadras antes de Esquiú” donde ocurrió la tragedia, dice el abogado Federico Ravina, defensor de Carrera. “Los quince testigos que declararon en el juicio estaban en Esquiú y Sáenz”, agrega Pablo Galfré, autor de la investigación periodística para la película de Piñeyro.
El testimonio de Ríos había sido grabado para el programa Cámara testigo, que se emitía por América TV, por el propio Galfré, en el lugar del hecho. Pero el testigo nunca pudo ser localizado. Hasta el martes 14, cuando se hizo el preestreno de la película en la Facultad de Derecho. Allí, Juan Grabois, dirigente del Movimiento de Trabajadores Excluidos, le dijo al abogado Ravina que él conocía al testigo: “Es un dirigente del Movimiento Vecinal Peronista de Pompeya”, le dijo. Fue así que Ríos, invitado al estreno, se reencontró con su propio testimonio.
Fue a partir de entonces, también, cuando empezó su pesadilla. “Al día siguiente, a eso de las diez y media de la noche, cuando iba a guardar mi camioneta, por el pasaje Colmo, casi llegando a Romero, se me cruzó un 504 blanco. Tenía vidrios polarizados negros y la patente doblada, sólo alcancé a ver la letra W”, dijo a este diario. Bajaron dos hombres grandotes, altos, uno de unos 50 años, el otro de 45. El más joven iba con campera negra, mostraba el arma que tenía como en una sobaquera. Le colgaba del cuello una chapa de la Policía Federal”, denunció Ríos en la Defensoría. “Ojo con lo que decís porque vas a terminar en el Riachuelo”, lo amenazaron. Tres días después, agregó en la denuncia, vio a los mismos hombres en el bar La Blanqueada, en Pompeya. “Estaban en la puerta, esperaron hasta que yo salí, me miraron y se fueron”, dijo.
“Que haya cuatro o cinco policías que actúan mal no puede poner bajo sospecha a toda la policía –aclara Ríos–. Si tienen que caer, que caigan. El jefe de policía no los puede proteger.”
Ríos trabaja como fletero en la pequeña empresa que integra, la Cooperativa de Transportes Pompeya. Hasta ayer, ni en su casa ni en el local donde trabaja tenía algún tipo de custodia. El pedido de protección forma parte del reclamo a la defensora del Pueblo, Alicia Pierini, a Fernández, Alak y también al jefe de la Policía Federal, Néstor Valleca. La Defensoría había manifestado en su momento una durísima crítica al proceso judicial que terminó con la condena a Carrera.
El fallo está apelado en la Corte Suprema de la Nación. La Procuración ya se pronunció por ratificar la condena. La última apuesta de la defensa es la presentación del propio Piñeyro, Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas como amicus curiae, solicitando la revisión de la causa.
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