SOCIEDAD › RESTITUYEN UNA BEBA, SECUESTRADA POR SU ABUELA, A SU MADRE
› Por Soledad Vallejos
“Ha sido el día más largo de mi vida, pero ha terminado re bien”, dijo la joven Soledad por teléfono a este diario, mientras ella y su esposa Natalia caminaban por las calles del centro de San Miguel de Tucumán con L., la beba que el 17 de septiembre había sido raptada por su propia abuela, por lesbofobia. La restitución ocurrió al caer la noche en sede policial, y con presencia de los abogados de la ONG Crisálida. Legalmente, explicaron, nada había cambiado desde el día anterior. “Pero a partir de la nota (publicada ayer) en Página/12 han empezado a sonar teléfonos y a moverse las cosas: el expediente, que estaba perdido, volvió en el acto a la Fiscalía (a cargo de Adriana Reinoso Cuello), que resolvió en el acto y ordenó restituir a la beba. Ha sido todo muy rápido”, comentó uno de ellos. La abuela de la beba sigue en libertad, mientras la causa judicial avanza y muy posiblemente se inicie otra contra un juez de Paz que, en la mañana de ayer, intentó convencer a las madres de L. de dejar la niña en custodia de su abuela. La situación “fue una clara violación a los derechos de esa familia”, señaló el presidente de Crisálida, Gustavo Díaz Fernández.
La restitución ocurrió al terminar el día. Pero el comienzo de la jornada había sido diferente. Convocadas a una reunión “conciliatoria”, Natalia y Soledad llegaron al despacho del juez de Paz de Villa Obrera, Juan Carlos Cipriani, para encontrarse con Noemí, la madre de Soledad y abuela de la niña L. La pareja había ido junto con su hijo mayor, de 4 años, y el abogado de la ONG Crisálida Jus, Agustín Martínez, a quien no permitieron ingresar. Durante la reunión, Cipriani “quería que yo hiciera un acuerdo con mi mamá para que fuera a verla a mi hija a su casa, que aceptara no tenerla yo a la bebé”, contó Soledad a este diario. Recomendó, el juez, que era mejor que la niña no permaneciera con sus dos madres, “así no se cría en un ambiente degenerado, para que no entre en trastorno psicológico”. Soledad recordó que el juez de Paz coincidió, también, con otro argumento de la abuela raptora: “Decía que estaba mejor con ella, porque la otra –mi mamá nunca dice el nombre de Natalia– tiene un hijo varón, y el día de mañana le puede hacer algo a la chiquita”, en referencia al hijo mayor de las mujeres legalmente casadas desde el 8 de octubre y en pareja desde hace 8 años.
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