Vie 24.01.2003

SOCIEDAD  › LA CAMARA SUGIERE QUE HUBO COMPLICIDAD POLICIAL

Echarri, un golpe de efecto

Un fallo dio a entender que la Bonaerense dejó escapar a los secuestradores. Y señaló que los detenidos por el caso sólo extorsionaron. Se refuerza la hipótesis señalada por Página/12.

› Por Raúl Kollmann

”Está lejos de toda cotidianidad que la policía haya permanecido a 50 metros de donde se desarrolló la escena del ingreso a la casa donde estaba Antonio Echarri y sin tomar mínimas precauciones para que no suceda lo que aconteció, esto es, que escapen los delincuentes. El procedimiento es una conducta diferente a la que se aplica cuando se buscan delincuentes. En este caso pareciera que han dejado escapar la inteligencia y la imaginación.” Con esta fina ironía, la Cámara Federal de Apelaciones da a entender que la Policía Bonaerense dejó escapar a los secuestradores del padre de Pablo Echarri y agrega un enorme elemento a las sospechas señaladas por Página/12: el secuestro más resonante de los últimos tiempos fue un armado de un sector de la Bonaerense, inspirado por algún sector político, y el objetivo era impactar en la opinión pública para conseguir la renuncia del ministro de Seguridad, Juan Pablo Cafiero y, a lo mejor, el gobernador Felipe Solá.
–Dígame, ¿usted alguna vez vio una banda que mantiene al secuestrado, sin atar y sin vendar, mientras que los secuestradores caminan delante de él a cara descubierta, sin temor a ser identificados? ¿Usted alguna vez vio una banda en la que al secuestrado lo dejan ver televisión todo el día? –le preguntó a este diario un hombre del gobierno bonaerense enseguida después del caso Echarri.
–No, no es habitual –admitió Página/12.
–Le voy a hacer otra pregunta: ¿usted conoce a alguna banda que directamente le dice a la familia del secuestrado que lleve el dinero a una dirección, a dos cuadras del Congreso, en pleno centro de la Capital y que tire ahí la bolsa con la plata? Incluso las bandas de adolescentes hacen eso por postas. Le indican que se tome un tren, después por el celular le ordenan que se cambie a tal colectivo, y después a tal otro, y finalmente le dicen que tire la bolsa con la plata por una ventanilla de otro tren u otro colectivo cuando justo pasa por un descampado.
–Si es cierto, todo es raro –admitió otra vez este diario.
–Y por último, le voy a hacer una pregunta más: ¿no le parece extraño que se haya llegado a la casa donde estaba Antonio Echarri y que no se haya podido detener a ninguno de los secuestradores?
Este diálogo, transcripto en su momento por Página/12, cobró toda la vigencia después del fallo que el martes emitió la Cámara Federal platense y en la que sugiere que la banda se movió con la tranquilidad de las zonas liberadas y garantía de impunidad.
Por de pronto, el tribunal destrozó la labor policial en un punto clave: sostuvo que “no pudo hallarse evidencia de conexión ni directa ni indirecta entre los actuales detenidos y los verdaderos secuestradores”. Esto significa que los apresados Germán Ferrand Luna, Esteban Furtado y Juan Carlos Cajigal no participaron del secuestro de Antonio Echarri sino que aprovecharon la dramática situación para llamar por teléfono al actor y pedirle plata para dejar en libertad a su padre, al que no tenían en su poder. La Cámara por lo tanto los procesó por extorsión, pero no por el secuestro.
En este ámbito también entra el productor de Mauro Viale, Martín Murgía, al que le adjudicaron participación secundaria. Según la Cámara, Murgía les dio el teléfono de Pablo Echarri a los delincuentes –sabiendo que tenían antecedentes en secuestros– “a cambio de una rebaja en la venta de cinco motos marca Honda CG”. La Cámara ironizó sobre Murgía al señalar que durante el proceso “pretendió presentarse como un inocente periodista”. Al procesarlo como partícipe de la extorsión, la Cámara, integrada por los jueces Alberto Durán y Sergio Dugo, le dejó a Murgía una puerta abierta para pedir la excarcelación, pero sin dudas quedó gravemente involucrado en el caso. “Resulta llamativa y sospechosa la forma en que la Policía descubrió a Antonio Echarri –ironizó otra vez la Cámara–. José Luis Dicugno, ex sargento de la Policía Federal, casualmente se presentó en la comisaría para contar que casualmente una vecina le dijo que su hijo tenía secuestrado a Echarri. ¿Por qué este buen ciudadano no concurrió personalmente a comprobarlo en lugar de ir a hacer la denuncia policial?”
Sigue la ironía transcribiendo el diálogo que mantuvo papá Dicugno con su hijo Ezequiel, el secuestrador.
–¿Con quién estás, hijo? ¿Qué tenés en esa cabeza? –dijo el padre.
–Tengo miedo, Pa.
Seguidamente, Dicugno padre refiere que ve a su hijo saltar una pared y desaparecer, sin que se haya rodeado la zona ni se haya tomado medida alguna para impedir la huida de los secuestradores que, por supuesto, hasta ahora siguen sin ser detenidos. “Es una conducta diferente a la que se aplica cuando se buscan delincuentes”, retumba la frase de la Cámara sugiriendo con nitidez que todo estuvo arreglado.
El fallo de los jueces Durán y Dugo abre el interrogante de si ahora se va a investigar en serio lo que hubo detrás del caso Echarri. Hasta el momento no se conocen públicamente sanciones por las increíbles filtraciones de información que hubo en torno al secuestro. Ahora los magistrados ordenan iniciar una investigación sobre los policías, algo que hace rato las autoridades debieron poner en marcha.
Pero lo que flota como sospecha es que un sector de policías bonaerenses le dio vía libre a una banda de perejiles para que hagan el secuestro y tengan retenido por mucho más tiempo que lo habitual a una de las personas más buscadas del país. El objetivo: causar impacto y forzar la renuncia de Cafiero y Solá. Después agarraron a otro grupito, lo indujeron a cobrar el rescate de forma insólita, no en un descampado sino al lado del Congreso, los detuvieron para echarles todo el fardo del secuestro –algo que los jueces después frustraron– y como frutilla del postre dejaron escapar a los secuestradores.

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