Sáb 25.01.2003

SOCIEDAD

Buenos Aires inaugura mañana un nuevo mercado de pulgas en Retiro

El Paseo El Retiro, frente a la terminal de ómnibus, tendrá dos mil puestos de artesanías, antigüedades y libros usados entre otras cosas. Funcionará sólo los fines de semana.

Casi todas las grandes ciudades del mundo tienen una feria o mercado de pulgas de paso obligado para cualquier turista. Por primera vez y como producto de un nuevo ordenamiento del espacio público, Buenos Aires tendrá el suyo desde mañana a las 10 cuando se inaugure el “Paseo El Retiro”, frente a la terminal de ómnibus. Serán cerca de dos mil puestos de artesanías, antigüedades, libros usados, artículos de colección, filatelia, ropa usada, numismática y unas cuantas chucherías más, donde los únicos productos prohibidos serán los industriales. Al estilo del Tristán Narvaja de Montevideo o El Rastro madrileño, el paseo reunirá en lo que hasta ahora estaba disperso en una especie de circuito de lo artesanal y lo usado en diferentes ferias, plazas, galerías y mercados de la ciudad. Con la presentación de Peteco Carabajal este domingo a las 20, la feria también inaugura el escenario en el que cada fin de semana habrá espectáculos, recitales y clases de tango y folklore junto a la feria.
Aunque es muy probable que por su tamaño y ubicación, frente a las terminales de tres líneas ferroviarias y la terminal central de ómnibus, El Retiro se convierta rápidamente en “el mercado de Buenos Aires”, la iniciativa no surgió tanto de la intención de darle la ciudad la feria que le faltaba como de la necesidad de reordenar los espacios públicos y generar una posibilidad de trabajo legal a artesanos y vendedores. “Con esta iniciativa, el gobierno porteño define una política de intervención fuerte en el espacio público. La intención también es recuperar espacios que por fenómenos generados por la crisis y la pobreza se habían perdido”, explicó a Página/12 el secretario de Medio Ambiente, Eduardo Epszteyn. La estrategia se confirma en el registro de inscripción donde 600 de los 1900 postulantes anotados hasta el jueves son ex vendedores del ahora tapiado Parque Rivadavia y algunos artesanos desalojados de la calle Florida, aunque ya se trabaja en encontrar otro espacio alternativo a la peatonal.
Sin embargo, la intervención del gobierno porteño no llegará más allá de la instalación del paseo y la explotación del espacio quedará en manos de la Fundación Huésped, la Fundación Garrahan y la Casa Cuna, como organizadoras y beneficiarias de la iniciativa. Las tres entidades de bien público se ocupan de la selección y organización de los puestos, de la iluminación y de la instalación de 11 baños químicos, uno de ellos para discapacitados. En tanto, con un presupuesto de 150 mil pesos, el gobierno porteño asegura por cuatro meses la cobertura de los gastos necesarios para poner la feria en funcionamiento. “Cuando el mercado funcione solo y la demanda esté generada, nosotros nos retiramos”, señaló Epszteyn.
Según la planificación, en los 14 mil metros cuadrados que ocupará, entre Presidente Ramón Castillo y Antártida Argentina, habrá espacio para estacionar y se instalarán 1338 puestos fijos y 621 lonas. Cada feriante deberá pagar 10 pesos por día o 15 por fin de semana para conseguir un puesto y 10 por los dos días si prefiere un espacio para tirar una lona. El paseo funcionará los sábados entre las 12 y las 22 y desde las 10 los domingos y feriados y sólo las ONG podrán vender alimentos y bebidas.
Además de ser un lugar de recreación para los porteños, el proyecto apunta a convertirse en visita casi obligada de los turistas por lo que la Subsecretaría de Turismo habilitó un servicio de traslado gratuito que se cumplirá cada 30 minutos a partir de las 11 desde dos centros de información. Uno en Ortiz y Quintana, en Recoleta, y otro ubicado en Alicia Moreau de Justo al 200, en Puerto Madero.
Según los límites de lo que se podrá vender y sin lugar para productos industriales, el paseo apunta a convertirse en el mayor mercado de pulgas de la ciudad. Detrás de los filatelistas desplazados del Parque Rivadavia, se espera que lleguen coleccionistas de todo tipo, buscadores de antigüedades, decoradores y recicladores rastreando objetos únicos y los eternos compradores de cualquier ganga o chuchería que le ofrezcan. Más adelante, el tiempo dirá si, como el Tristán Narvaja para Montevideo o El Rastro para Madrid, el Paseo El Retiro llegará a ser un símbolo para Buenos Aires.

Producción: Paula Bistagnino

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