Mar 28.01.2003

SOCIEDAD

Una posible venganza, tras los 30 balazos que recibió un empresario

Domingo Pallaría, un empresario de la carne, fue baleado el sábado, en su auto. Su mujer y su hijo estaban con él y sobrevivieron milagrosamente. Todo apunta a la venganza.

El móvil del robo se aleja y todo apunta a una venganza. Tres días después del asesinato a 30 balazos de Domingo Pallaría, un importante empresario de la carne del oeste y noroeste del Conurbano bonaerense, la hipótesis de que el hecho podría haber tenido el robo como móvil ya está fuera de las posibilidades que analizan los investigadores. Los tres primeros allanamientos realizados en la tarde de ayer para dar con los supuestos asesinos no dieron resultados, y hasta noche no se habían ordenado nuevos procedimientos. Fuentes de la fiscalía de turno de San Martín dijeron a Página/12 que la balacera recibida por Pallaría en la tarde del sábado cuando regresaba a su casa junto a su mujer y su hijo habría sido una venganza, y que los cuatro delincuentes que participaron del hecho podrían ser los autores intelectuales del homicidio o sólo los encargados de ejecutarlo. Ahora se trata de conocer los motivos de la presunta venganza y quiénes ordenaron acribillar al empresario.
Domingo Pallaría, de 38 años, era uno de los propietarios de la distribuidora mayorista de carne Los Amigos, ubicada en la localidad bonaerense de Moreno. Cerca de las 15.30 del sábado último, el empresario fue asesinado dentro de su auto en la puerta de su casa de Villa Bosch por cuatro delincuentes que lo interceptaron a bordo de dos vehículos robados y le dispararon 30 balazos. Junto a Pallaría, dentro del Ford Focus, estaban también su esposa, Miriam, y su hijo de 6 años, que se salvaron milagrosamente: a la mujer una de las balas le rozó el brazo mientras que otra no llegó a lastimarla porque antes se incrustó en una agenda que llevaba en la cartera cuando se tiró hacia atrás para cubrir al nene de la balacera. Otro de los disparos le rozó una oreja al chico sin llegar a lastimarlo.
“Me mataron, gordita”, fue la frase que Pallaría dijo a su mujer mientras los delincuentes huían y cuando ya agonizaba. El hombre murió minutos después mientras era trasladado al hospital Ramón Carrillo, donde le extrajeron 30 balas calibre 45 y 9 milímetros.
En el momento del ataque, la familia llegaba a su casa de Pastor Luna 7661, partido de Tres de Febrero, luego de ver un partido de fútbol que había jugado el nene en un club cercano. Antes de que descendieran del auto para entrar, aparecieron un Volkswagen Gol y un VW Polo del que bajaron dos hombres armados y comenzaron a disparar a Pallaría. Según el relato de la mujer, los dos hombres comenzaron a dispararle a su marido sin decir una sola palabra mientras él intentaba sacar una pistola calibre 11.25 que llevaba debajo del asiento para defenderse. “El intentó defenderse con el arma que tenía, pero fue herido”, recordó luego la esposa, que en ese momento se tiró hacia atrás para cubrir a su hijo de los disparos. Tras vaciar sus armas en el cuerpo de Pallaría –todas las balas impactaron del cuello del empresario para abajo–, uno de los delincuentes tomó el arma que la víctima nunca llegó a gatillar y ambos huyeron en los dos vehículos.
A seis cuadras del lugar del hecho y poco tiempo después, la policía encontró el Polo en el que se trasladaban dos de los asesinos y que había sido robado a un remisero de la zona poco antes.
La idea de un ajuste de cuentas es una de las hipótesis de la Justicia, ya que el empresario había evitado a tiros que lo asaltaran dos días antes del crimen. Aunque esta vez Pallaría no llevaba una suma importante de dinero, cosa que según contaron los vecinos solía hacer por su actividad, los delincuentes no intentaron un robo ni buscaron plata. Dispararon hasta que no quedaran posibilidades de sobrevida y huyeron.
Producción: Paula Bistagnino

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