SOCIEDAD › EN BELGRANO RECLAMARON POR LA INUNDACIóN Y COMERCIANTES LIQUIDAN LA MERCADERíA
Algunos vecinos cortaron anoche la Avenida Cabildo, en protesta por una nueva inundación en el barrio, mientras otros intentaban aprovechar la liquidación a precios inferiores a los de costo que ofrecían los comerciantes afectados.
› Por Emilio Ruchansky
“¡Que se vaya!” La consigna fue una de las más livianas que le dedicaron anoche comerciantes y vecinos del barrio de Belgrano al jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri. “Nos suben el ABL, hacen de esta zona la más cara del país y se inunda... La gestión de Macri hace agua por todos lados ¡La Capital es una gran pileta!”, gritaba Raúl Espineda, megáfono en mano, en medio de la Avenida Cabildo, a metros de Blanco Encalada. A su alrededor casi 200 vecinos cortaban la avenida, pero los transeúntes dudaban entre sumarse o entrar a los locales cercanos que, por la inundación, liquidaban mercadería a precio de fábrica, y a menos también. La marcha fue convocada por una asamblea barrial que, según confirmó Espineda, era la primera vez que entraba en acción. A una cuadra del corte, en la esquina de Ciudad de la Paz y Blanco Encalada, los organizadores pusieron bien temprano un cartel para convocar: “Nos juntamos para exigir al gobierno de la Ciudad la solución inmediata al problema de las reiteradas inundaciones y por el incumplimiento del pago de las indemnizaciones del año pasado”.
A las 19, un grupo de 20 personas logró cortar dos manos de la Avenida Cabildo. Se oían frases como “nos toman por pelotudos”, “tenemos que luchar por lo nuestro” o “no lo votemos más a Macri”. Al rato, tres señoras aparecieron con la bandera que encabezó el acto. Tenía el color amarillo y la misma tipografía utilizada para los carteles del Gobierno porteño, decía: “Tres años de gestión, tres años de inundaciones. Gracias Macri, Gracias PRO”. Una hora después, el corte era multitudinario.
La única explicación que dio el Ministerio de Ambiente y Espacio Público fue que el anegamiento obedeció a la intensidad de la lluvia: en media hora, entre 3.30 y 4, cayeron 61 milímetros, argumentaron.
Con una mezcla de cansancio y bronca, el encargado de la zapatería Marta Sixto, en Cabildo 2410, miraba la manifestación meneando la cabeza. En la vitrina, pintada de blanco con brocha gorda, decía: “Liquidación, todos los pares a 49 pesos”. La lluvia del domingo por la madrugada se llevó el piso flotante de madera, rompió la cerradura de la puerta, volteó las estanterías y llegó hasta el fondo del local, donde está el depósito. Anoche, una docena de mujeres se paseaba por el piso de cemento, revolviendo zapatos húmedos amontonados contra las paredes.
“Cada par cuesta entre 150 y 200 pesos y perdimos 2500 pares. En los últimos 12 años, sólo una vez nos pagaron indemnización. Sólo el año pasado se nos inundó dos veces el local. Pero esta vez fue terrible, no llegamos a rescatar nada”, comentó Gustavo, el encargado. Normalmente, las liquidaciones son a principios de marzo. “Y también vendemos barato pero no tanto, no menos que el costo real”, agregó, mientras sonaban los bocinazos en la calle y se oían las quejas de los automovilistas. Al corte ya se habían sumado un bombo y un redoblante.
A la vuelta, sobre Blanco Encalada, en Rock Jeans, la vitrina estaba llena de hojas cuadriculadas con precios nuevos sobre las prendas. Las hizo de apuro Roberto, el dueño. El agua llegó a cubrir 70 centímetros, contó el hombre. La tela con manchas de humedad detrás de la vitrina no lo dejaba mentir. “Lo peor es que no hubo una alerta meteorológico. Nadie nos previno. Vine el domingo temprano a levantar lo que pude y a limpiar el local”, dijo. “¿Y pudo vender algo?”, preguntó este cronista. “Alguna pavadita, y eso que la ropa casi la estoy regalando”, contestó.
Al lado, en un local de lencería, todavía sacaban el agua a la calle con un secador. Un cartel prometía “liquidación por inundación” y adentro, en dos mesas, había cientos de medias, bombachas y corpiños mojados a la venta. “Esto es un poco asqueroso”, le comentaba una mujer a otra, mientras revolvían las prendas. El dueño, muy malhumorado, exigió que no se sacaran fotos. Tampoco quería hablar de la inundación, se limitó a señalar una cartulina colgada al fondo del local: “Por mi salud mental, por favor no pregunte pelotudeces”.
El panorama de todos los negocios de la zona era similar. Hasta los locales que están elevados a un metro del piso tuvieron pérdidas, además de los robos. Es que, según explicó el encargado de la zapatería Marta Sixto, las olas que hacen
los colectivos al pasar por la calle inundada hacen presión sobre las fachadas, rompiendo vidrios y puertas. “Lo peor es que uno se acostumbra, todavía estamos esperando que nos paguen la indemnización por la inundación de (febrero del) año pasado”, dijo el encargado.
Ayer, la legisladora porteña María América González denunció penalmente a Macri por incumplir con los pagos que reclamaban ayer los vecinos. “Aún hoy esperan cobrar el subsidio que en la mayoría de los casos no se pagó y algunos recibieron cifras irrisorias”, dijo. La denuncia es “por incumplimiento de deberes de funcionario público”. Anoche, vecinos y comerciantes intercambiaban información para presentar, como dijo uno de ellos, “una ola de amparos para inundar el gobierno porteño”.
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