SOCIEDAD › PIDEN AMPLIAR LAS EVACUACIONES
› Por Pedro Lipcovich
La Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) detectó, por fuera de la zona de evacuación ya establecida, valores de radiactividad superiores a los admisibles y pidió al gobierno japonés que actúe ante la situación de una población afectada. El organismo ratifica así los resultados de una medición efectuada por Greenpeace (que Página/12 dio a conocer en la Argentina) a 40 kilómetros de la central de Fukushima Daiichi. Ayer la entidad ambientalista pidió que el área de evacuación se amplíe en forma “urgente”. Entretanto, los esfuerzos por resolver las fugas de radiación llegaban a una encerrona: el agua que, en toneladas, se arroja para enfriar los reactores, se torna a su vez radiactiva, y esa emisión impide que los operarios puedan trabajar para reparar los sistemas dañados. Las autoridades imaginan recursos como cubrir los reactores con una tela especial, mientras se alza una nueva inquietud: el viento, que hasta ahora llevaba las emisiones al mar, podría empezar a soplar hacia Tokio.
Denis Flory, jefe del Departamento de Seguridad Nuclear de la AIEA, anunció que “uno de los valores límite que justifican una evacuación ha sido superado en la localidad de Iitate”, a 40 kilómetros de la central de Fukushima, y pidió a las autoridades de Japón “que evalúen cuidadosamente” la situación. Así la entidad convalida los datos de Greenpeace, que precisamente en Iitate registró una radiación de diez microsieverts por hora –tal como Página/12 dio a conocer anteayer en la Argentina–.
Ayer, Jan van de Putte, experto nuclear de Greenpeace en la zona de peligro, exigió “la evacuación urgente en un radio de al menos 30 kilómetros y, más allá de esa zona, el alejamiento prioritario de niños y embarazadas”. Observó que “la contaminación no es uniforme: lugares a más de 40 kilómetros de la central son más peligrosos que otros en la zona de evacuación”. Además, reveló que sus mediciones también registraron más de 10 microsieverts por hora en la localidad de Tsushima, por fuera del área evacuada.
Ayer, en el agua de mar, a 300 metros de la central, se detectaron niveles de iodo radiactivo 3355 veces superiores a los admitidos. Esto se atribuye a que el agua que se arroja sobre los reactores para enfriarlos se filtró hasta el océano. Se plantea así la encerrona: más agua para enfriar es más agua radiactiva inundando las áreas donde los técnicos deben luchar contra la radiación; menos agua radiactiva es menos enfriamiento y, entonces, más radiación.
Las acciones de Tepco, la operadora de la central, volvieron a bajar un 17 por ciento en la Bolsa de Tokio; han perdido el 80 por ciento de su valor desde el terremoto. Masataka Shimizu, el presidente de la empresa, fue hospitalizado por un pico de presión arterial.
El gobierno estudia acercar a la central un barco cisterna para retirar el agua radiactiva o cubrir los reactores dañados con una tela especial o rociarlos con resina sintética para limitar la emisión. Yukio Edano, vocero gubernamental, dijo que “estamos examinando todas las opciones”, lo cual equivale a reconocer que por ahora no hay ninguna. Además, se pronosticaba que el viento, que vino arrastrando las emisiones radiactivas hacia el océano, cambiaría de dirección para soplar hacia Tokio.
Entretanto, se actualizó el cómputo de víctimas por el terremoto y tsunami del 11 de marzo: 11.257 muertos y 16.300 desaparecidos.
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