SOCIEDAD › EL PLAN TECHOS ORGANIZA A BARRIOS HUMILDES PARA LEVANTAR SUS PROPIAS VIVIENDAS
Un grupo de estudiantes universitarios organizó la ONG Plan Techos. En Dique Luján ya iniciaron el programa. Doce familias constituyen un grupo. Los materiales los obtienen mediante donaciones, colaboraciones y un subsidio.
Los baldes con cemento viajaron de una mano a otra hasta llegar al montículo de tosca donde la mezcla se transformó en los cimientos de una casa. Los baldes pasaron rápido, como si se tratara de un tren humano con destino directo a la estructura de fierros, hasta que, por fin, se completó el trabajo. Así, los vecinos llevan adelante mejoras en sus casas: son familias autoconstructoras, que por un proyecto de la fundación Plan Techos. Construir comunidad, mejoran las condiciones de sus viviendas en Dique Luján, en Tigre. Pero no se trata sólo de levantar una pared, sino de sentar las bases de algo más grande, una comunidad. Como ellos, más de un centenar de familias ya participaron de los distintos programas de la fundación, creada por estudiantes universitarios, que desde hace diez años busca promover la organización vecinal en los barrios más postergados del conurbano bonaerense.
“Las ganas se contagian. Tengo los cimientos listos para levantar las columnas. Esto me dio ganas de proyectar, ya tengo pensado armar un comedor y una pieza.” Jimena tiene 34 años y siete hijos. Siempre quiso hacer su casa de material, pero la plata no alcanzaba. Ahora forma parte de un grupo de 12 familias que en Dique Luján construyen la cocina y el baño para sus casas. Cuando Plan Techos llegó a Dique Luján, las mujeres fueron las primeras en acercarse. De una treintena de familias, sólo había un hombre. La primera reunión para conocer el proyecto –la posibilidad de construir su propia vivienda en conjunto con otros vecinos– fue en la casa de Adriana un día de lluvia. Ahí aparecieron muchas preguntas, la mayoría cargada con desconfianza, y que apuntaban al “¿qué me piden a cambio?”.
Después se armó el grupo de familias constructoras, de las cuales dos no aportan mano de obra, sino que el resto trabaja en la construcción del módulo sanitario de ellos. Esa decisión queda en manos de las familias. El proyecto comenzó con una formación de grupo para conocerse. “Buscamos que las familias comiencen a vincularse de un modo diferente. Es una instancia de pleno conocimiento: sus intereses, necesidades, el proyecto”, contó Karina Dicarlo, coordinadora del barrio.
Al mediodía, en una pausa del trabajo, Jimena miró en detalle a sus vecinos con las palas, y describió los primeros pasos del grupo: “Cada uno vivía su vida, a la distancia. Nos enteramos de los problemas de otros. Escuchás al que vive al lado de tu casa, te sorprendés y solidarizás, vivíamos juzgando”. Todos los vecinos participan en el proceso. Los fines de semana los constructores trabajan en los terrenos, pero no todos con la pala: Jimena es la vocera, entre los vecinos y la fundación.
En el barrio, las casas son de madera, no tienen cloacas. Por eso empezaron por el baño y la cocina. “Ver el hormigón puesto fue como ver la casa terminada. La casa de material es un paso enorme para mí, era muy lejano, en los sueños”, relató Jimena.
La construcción es el puntapié para pensar de forma colectiva. “Los problemas de un barrio son comunes a un colectivo, por eso la vivienda se transforma en un medio para. Promovemos la organización comunitaria y la construcción de la comunidad a partir de la asociación entre distintos actores: la familia levanta sus casas, nosotros aportamos los materiales y la coordinación de la obra”, explicó Erica Del Frate, presidenta de la fundación.
Este programa tiene antecedentes en otros barrios del conurbano. Comenzó en 2001 en Malvinas Argentinas, en Polvorines. Un grupo de estudiantes universitarios de UBA decidieron ayudar a las familias de la zona a construir sus casas: se reemplazaba el ranchito de chapa o cartón por una habitación de material. En plena crisis, las familias autoconstructoras tenían disponibilidad horaria, porque eran todos desocupados. Salió a flote la historia común y de allí, el trabajo en grupo. “La vivienda es un derecho colectivo, no individual, por eso sostenemos la autoconstrucción. Queremos generar emprendimientos productivos, que luego se conviertan en cooperativas de trabajo”, subrayó Del Frate.
La fundación, que cumple 10 años, se financia por medio de donaciones, proyectos de colaboración, y además, por primera vez, en Dique Luján tienen un subsidio municipal. Además, el proyecto forma parte del Seminario Interdisciplinario para la Urgencia Social (SIUS), una materia cuatrimestral electiva dentro de la currícula oficial de la FADU, para los alumnos avanzados de las distintas carreras de Arquitectura y Diseño de UBA. Todos los cuatrimestres cada familia tiene estudiantes-tutores que van planificando la mejora de la vivienda.
De la primera experiencia en Polvorines, Plan Techos acompañó decenas de procesos de organización comunitaria e intervino con alrededor de 120 familias, por medio del mejoramiento habitacional y microcréditos en cinco barrios del conurbano. “Se ha conseguido generar la conciencia colectiva necesaria para darnos cuenta de que un barrio organizado puede resolver sus propios problemas”, remarcó su titular.
Informe: Soledad Arréguez Manozzo.
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