Vie 08.02.2002

SOCIEDAD

Pedido de captura para el almacenero de Tortuguitas

Está sospechado de secuestrar, matar y ocultar junto a dos familiares a un joven que le robó. El hombre ya había levantado su local. El cuerpo no fue identificado.

› Por Horacio Cecchi

Sobre la pared del frente se puede leer “Carnicería El Manzanar. Carne de novillo. Verdulería. Almacén”. Dando la vuelta a la esquina, el tono es distinto: “En tu puta vida no vas a vivir tranquilo, pedazo de ortiva”, y “Tucán vive”, escribió alguien en dos grafitti. Los textos del frente están dirigidos al público. Los de la pared lateral, al almacenero. De todos modos, José López –a la sazón, el almacenero–, acusado de haber secuestrado, asesinado y ocultado el cuerpo del Tucán Bordón, en Tortuguitas, no llegará a leerlos, al menos en forma directa: el domingo pasado, levantó todo, productos, muebles, hasta el tinglado de lata que rodeaba el local y se esfumó. Sólo quedaron las paredes. La Justicia aguarda las pericias que identifiquen el cadáver hallado el miércoles en un descampado de Pilar, aunque todo indica que corresponde al Tucán. Ayer, a última hora, se pidió la captura de López, su hermano Pablo, suboficial de Prefectura, y un cuñado. Por el momento, nadie sabe dónde se encuentran, aunque en el barrio presumen que pasaron a engrosar la larga lista de argentinos fugados al exterior. Claro, por otros motivos.
“Ese..., ése se fue a España con los padres”, dicen en el barrio donde vivía Juan Marcelo Bordón, el Tucán Bordón. Se refieren al almacenero José López, el dueño de El Manzanar, que desde hace unos días prefirió desaparecer de la vista del barrio, del periodismo y de la Justicia. El barrio, a escasas cuadras de la estación de Tortuguitas y de los countries amurallados, es una pintura de la crisis argentina: casas venidas a menos, calles de tierra, aguas servidas, un club de trueque en pleno funcionamiento en un descampado. Sobre la esquina de Almirante Brown y Uruguay se levanta el almacén El Manzanar. O se levantaba. Ahora no es más que un local vacío, cerrado con persianas metálicas.
El 26 de enero pasado, a las 4 de la mañana, una bandita asaltó el almacén. La dueña del local dio el aviso a López. Y López llegó desde Grand Bourg, donde vive, o vivía. Según aseguraron los vecinos a Página/12, lo acompañaban su hermano Pablo, integrante de la Prefectura, y un cuñado al que sólo conocen como “Nis”. Cuando llegaron no encontraron a los asaltantes. Pero López declaró a la Justicia que sí había encontrado a Bordón, que lo retuvieron, lo golpearon “un poco, pero después se nos escapó”.
“Tucán”, de 20 años, separado y con una hija de dos, vivía con su tía Mirta Ibarra, a mitad de cuadra, sobre Brown, entre Uruguay y Ecuador. Según sus amigos, “no estaba robando, lo agarraron cuando volvía para su casa, en la esquina de Ecuador”. “Lo agarraron a él como podrían haber agarrado a cualquiera de nosotros”, dijo el Chileno, uno de la barrita que, junto al Tucán, trabajaba de cuidacoches en la Capital.
“Durante cuatro días, mantuvo abierto el almacén, como si nada”, aseguró un familiar del joven. “Si mientras lo tenían encerrado, todavía vivo, fue a la policía para decir que él no sabía nada de nada”, dice. Ese día, Mirta Ibarra pidió en la comisaría local que le devuelvan a su sobrino, creyendo que había sido entregado por el almacenero. Pero algunos testimonios dieron la pauta a los investigadores de que no todo era tal como se decía.
El jueves pasado se inició una búsqueda en un descampado de unas 40 hectáreas, junto al cruce de la ruta 8 y Panamericana, en Pilar. Algunos testigos habían señalado el lugar sin precisión. Pero el miércoles, a las dos de la tarde, la fiscal de San Martín, Amalia Belauzarán, salió en dirección al descampado, con datos precisos. Un testigo de identidad reservada determinó el lugar en que se encontraba el cuerpo. Al promediar la tarde, los investigadores descubrieron un cadáver. En un principio se dijo que le habían seccionado las manos y estaba recubierto de cal, para acelerar el proceso de descomposición. Una fuente de la fiscalía lo desmintió. “Una de las manos le fue arrancada por un perro hambriento. Yaunque no lo cubrieron con cal, estaba en un estado de putrefacción tan avanzada que resulta imposible su reconocimiento”.
El cadáver espera ser periciado por el Cuerpo de Forenses de la Suprema Corte bonaerense. Pero alguien cercano al Tucán soltó un dato clave: a los 17 años, el chico, jugando a la ruleta rusa, se disparó un tiro en la sien. La bala, milagrosamente, recorrió la caja craneana y salió por la otra sien, sin provocarle la muerte, sólo con la secuela de sufrir convulsiones. Las cicatrices de entrada y salida del proyectil pueden haber servido de guía para identificarlo. “La cabeza no, la cabeza no”, escucharon gritar algunos, ese día, mientras el almacenero y su hermano subían al chico a una chatita para llevárselo. Todos creían que a la policía.
Después de declarar, López se fue a su casa, atendió durante cuatro días el almacén, pero a principios de febrero, todo quedó en manos de sus empleados. El domingo pasado, lo dicho. Sólo dejó las paredes y el techo. Hasta el momento, los López y su cuñado están acusados de “privación ilegítima de la libertad”, un delito con condenas de entre 6 meses y 3 años. Si se comprueba que el cuerpo es de Tucán, la calificación cambiará. La pena por el delito de privación de la libertad seguida de muerte es de cadena perpetua. Se realizaron allanamientos, pero los López no aparecieron. “Los padres se fueron a España en mayo, están ahí”, dicen en el barrio. Ayer, a última hora, el juez de Garantías de San Martín, Juan Carlos Sánchez Sorondo ordenó la captura del trío y lo consideró prófugo.

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