Puede darse “el peor de los escenarios”, admitió el ministro de Salud de la Nación: para la medicina de alta complejidad, el peor escenario sería que sus insumos no puedan importarse, atrapados entre la suba del dólar y la falta de pago de las obras sociales. Pero lo peor de lo peor sería que ni siquiera el presupuesto de Salud previsto para este año –en pesos devaluados– llegue a efectivizarse. Aunque el ministro no admite formalmente este riesgo, está tendiendo una red de emergencia, consistente en reasignar préstamos de organismos internacionales para cubrir necesidades de vida o muerte, como los remedios para el sida, el Chagas o la tuberculosis. Entretanto, los laboratorios esperan que termine el feriado cambiario para decidir cuánto van a subir los medicamentos.
“El aumento del dólar no debería incidir mucho en los precios de los medicamentos –sostuvo Ginés González García, ministro de Salud–: para la mayoría, el único componente importado es el principio activo, cuyo impacto en precios no debería superar el 8 o 9 por ciento.”
–¿Con qué precio del dólar se calculó ese porcentaje de aumento? –preguntó Página/12.
–Con el dólar a 1,40 –admitió el ministro–. Esa paridad ya no existe y los laboratorios esperan para fijar precios a que, el lunes, termine el feriado cambiario. De todos modos, sus precios ya estaban por encima de los internacionales, lo cual debiera facilitarles absorber la suba del dólar.
El ministro destacó que “hay 15 millones de personas sin acceso al medicamento” y sostuvo que “hemos destinado 50 millones a reforzar las compras para hospitales de las provincias, que empezarán dentro de 15 días; ya se distribuyeron 2 millones de unidades producto de donaciones”. González García también anunció “un programa que, al menos por este año, cubra a 10 millones de personas con un vademécum de 40 medicamentos esenciales, además del seguro de medicamentos para jefes de familia desempleados, que asegura a 5 millones un vademécum de 68 fármacos”.
Además, “en la emergencia, hemos reconvertido los créditos externos del Banco Mundial y el BID para dedicarlos exclusivamente a insumos: vacunas, medicamentos contra el sida y la tuberculosis, fármacos contra enfermedades endémicas como el dengue y el mal de Chagas”. Esta reconversión de los créditos parece reflejar una gran desconfianza en que el presupuesto de salud de la Nación se cumpla: los recursos externos evitarían una catástrofe sanitaria aunque la Nación no ponga un peso.
Un indicio fuerte en este sentido es lo que pasa con los remedios para el sida. Mario Burgos, de la Red Nacional de ONG que trabajan con VIH/sida, afirmó que “el presupuesto de este año para compra de los medicamentos que mantienen con vida a 25.000 personas es casi igual al del año pasado pero no toma en cuenta la caída en el valor del peso, y los medicamentos tienen carga en divisas”. Ginés González García respondió que “en realidad la suma se duplica porque a los 63 millones del presupuesto de salud se agregan 64 millones del crédito del Banco Mundial”. Es razonable que la inesperada duplicación indique el temor a que en el curso del año los medicamentos contra el sida se caigan del presupuesto y se cubran, precariamente, con un crédito.
En cuanto al dólar preferencial que solicitan las cámaras de diagnóstico médico y fundaciones como la Favaloro para importar insumos, Ginés García contestó que “acompaño ese pedido, para tratar de evitar el efecto inflacionario sobre el sector; pero no es seguro que podamos lograrlo. Si no se logra, puede darse el peor de los escenarios: la suba de precios por el efecto dólar más las dificultades de pago del PAMI y las obras sociales, cuya recaudación cayó a la mitad”.