SOCIEDAD
› HOY ABRE AL PUBLICO LA REMODELADA CASA DE CARLOS GARDEL, EN ABASTO
Un lugar para recordar al Zorzal
Recuperada de un estado ruinoso, la casa en que Gardel vivió los últimos años de su vida, junto a su madre, se inaugura hoy en el marco del Festival Buenos Aires Tango. Se exhibirán las primeras piezas del museo que abrirá en junio, junto con merchandising gardeliano.
› Por Eduardo Videla
“Perdón, señora Berta, por el estado en que tenemos su casa”, dice el cartel que hasta no hace mucho colgaron los vecinos en la casa de Jean Jaurés 735, en pleno barrio del Abasto. Es que la vivienda, donde Carlos Gardel vivió junto a su madre, Berta, desde 1927 hasta su muerte, estaba derruida y en estado de abandono hasta no hace mucho. El mismo letrero está ahora en un cuarto de esa misma casa, restaurada en tiempo record y con destino de museo. La casa se abrirá al público esta noche, por primera vez, en el marco del V Festival Buenos Aires Tango. También se presentará el flamante merchandising del museo, que incluye desde cigarros Puro Gardel –marca registrada para el tabaco de origen misionero– hasta sombreros, pañuelos, pocillos de café y jabones de tocador con el logo de la Casa Carlos Gardel.
El patio de la casa, con 20 metros de fondo y techo vidriado como hace setenta años, aún conserva la pileta de cemento para lavar la ropa. El artefacto sobrevivió a los tiempos en que la casa se convirtió en una tanguería, en la década del ‘60, y ese patio fue parte de la pista de baile. Típico espacio de las casas tipo chorizo, adonde comunican todas las habitaciones, ahora está vestido con macetones de época, con plantas que evocan letras de tangos que cantó Gardel: madreselvas, malvones, cardo azul y yuyo verde. Y en cada maceta estará el fragmento de la canción donde se la menciona.
Hay un color que predomina en la casa, sobre los tonos pasteles de las paredes, en el frente y el interior: una combinación de terracota y bordó, presente en las celosías de hierro, la carpintería metálica y las puertas y marcos de madera. El color fue elegido por la arquitecta Diana Lismes, diseñadora a cargo del imagen del museo. “Es el mismo color que tenían las etiquetas de los discos de pasta, cuando Gardel grabó para el sello Nacional”, explica Monica Guariglio, directora de Museos de la ciudad.
El museo funcionará a pleno para el 24 de junio, cuando se conmemoren 68 años de la muerte de Gardel. Pero a partir de mañana habrá visitas para vecinos y turistas, que podrán recorrer los salones, el patio y la terraza. Los tres primeros cuartos estarán ambientados según su uso original, como sala de estar, escritorio y dormitorio. Allí habrá algunos muebles de época, que la Dirección de Museos consiguió en Casa Puig, especializada en utilería para teatro y cine. La ambientación se completa con fotos que muestran a Gardel, solo, con su madre o con amigos, en algunos cuartos de la casa.
Hay, además, un salón amplio, de 16 metros de fondo, fruto de la eliminación de tres paredes divisorias, que también fue escenario de la tanguería y ahora se convertirá en lugar para exposiciones temporarias o eventos vinculados al mundo gardeliano.
Para recuperar la casa, hubo que levantar las paredes que limitan ese gran cuarto del patio, demolidas en la etapa de la tanguería. La ausencia de ese sostén había puesto en peligro a la vivienda, que debió ser apuntalada por la Guardia de Auxilio y se salvó por milagro. Las puertas de madera no son originales: hubo que conseguirlas en casas de demoliciones, lo mismo que el piso de pinotea.
En cambio, la cocina, la sala de planchado y el baño, al fondo del patio, conservan piezas que sobrevivieron al tiempo y los malos tratos: la mesada de mármol y las alacenas en una cocina de techo bajo y azulejado, el brasero de leña para calentar la plancha, en el cuarto contiguo, y el depósito de agua, de metal fundido, en el sanitario. Y en los tres lugares aún se conservan los mosaicos dibujados de principios del siglo pasado.
Aquellos que suban los escalones de granito que conducen a la terraza lo harán sobre el mismo material que pisó el Zorzal. No es seguro, en cambio, que los mosaicos que cubren el patio sean de los tiempos en que habitó la familia Gardel. En un entrepiso hay un cuartito de 1,60 metro de altura, donde no entra un hombre parado, y sobre cuya utilidad hay más de una leyenda. Y el sector superior, donde estaba el clásico cuarto de laterraza, fue remodelado para los baños destinados al público y una oficina para la administración. La terraza, por último, está destinada al funcionamiento de una cafetería semicubierta.
Construida a principios de siglo XX, la casa fue comprada por Gardel en 1926. Vivió allí hasta 1935, el año de su muerte. Doña Berta Gardés la habitó hasta su fallecimiento, en 1943. Y luego quedó en poder del representante del Zorzal, Armando Defino. Después de que éste la vendiera, en la década del ‘60, se instaló una tanguería. En el 2000, cuando estaba casi en ruinas, fue comprada por el Eduardo Eurnekian, titular de Aeropuertos Argentina 2000, quien la donó a la ciudad. El empresario también aportó unos 500 mil pesos que demandaron las obras de reconstrucción y restauración.
El aporte técnico, en tanto, estuvo a cargo de la Dirección de Museos y la Subsecretaría de Patrimonio Cultural, a cargo de Silvia Fajre. Se recuperaron fotografías, documentos y discos, aportados por coleccionistas y hasta se consiguió reproducir el diseño original de la vereda, de acuerdo con una foto hallada en los archivos de la Secretaría de Obras Públicas.
“Recuperar la casa de Gardel es un acto de justicia con un artista que es parte indisoluble de la identidad de un pueblo”, dijo a Página/12 el jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, quien encabezará esta noche la inauguración del museo. Por su parte, el secretario de Cultura, Jorge Telerman, destacó que “en el peor año de la Argentina, gracias a la cooperación entre el sector público y una empresa privada, la ciudad pudo resolver una de sus grandes carencias, un lugar dedicado a Gardel”.
Junto a las paredes remodeladas y el merchandising gardeliano, los visitantes se encontraran hoy, además, con un adelanto del libro Para vos, Morocho, con fotos históricas y textos de 20 autores, desde Horacio Ferrer y Miguel Unamuno, hasta Horacio Salas y Simón Collier.