“Hubo demasiado ensañamiento para tratarse solamente de un robo de un auto”, dicen por lo bajo dentro de la policía, aunque hacia afuera mantengan esta hipótesis, cuando se refieren al crimen de Mario Centurión, un remisero de 30 años asesinado de cinco balazos el último domingo cuando llegaba a su casa en la localidad de Parque Barón junto con su mujer, su hijo y su pequeño sobrino. Los dos chicos quedaron heridos. Por ahora, no hay ninguna pista de los delincuentes, ni tampoco testigos que se hayan presentado a declarar.
“Acá nadie vio nada. Es el conocido no te metás”, confesaron desde la comisaría local sobre la ausencia de testimonios.
El domingo a la noche, Mario Centurión estacionó su auto frente a su casa en la localidad de Parque Barón, en Lomas de Zamora, y se bajó del vehículo para abrir el portón de su garaje. Parecía que sólo iba a demorar un momento. Sin embargo, nunca regresó. En el preciso instante en que descendía de su automóvil, y como si lo estuvieran esperando, tres delincuentes aparecieron de la nada a bordo de una camioneta Kangoo y comenzaron a exigirle a los gritos que entregara el auto, tras lo cual le dispararon a quemarropa.
No se sabe si se resistió, si hizo algún movimiento que confundió a los asaltantes, o si simplemente no hizo nada, pero lo cierto es que los delincuentes le acertaron a Centurión en cinco de los quince tiros que le dispararon, con lo que murió al instante. “La zona sur no es precisamente un paraíso, pero de todas maneras no es común ver tanta furia contra una persona. Por eso queremos investigar en varias líneas además de la tentativa de robo”, dijo uno de los oficiales que sigue el caso.
Tras el asesinato, los tres delincuentes, más el que manejaba la camioneta, se fugaron, dejando tirado a Centurión en el suelo y a su presunto botín, el Fiat Duna, en el mismo lugar donde lo habían encontrado. También abandonaron heridos al pequeño hijo del remisero y su sobrino, quienes cuando llegó la policía fueron trasladados de urgencia al hospital, donde ya fueron dados de alta recuperados de sus heridas.
Por último, durante todo el día de ayer la policía intentó dar con el paradero de los asaltantes, aunque fue en vano, sobre todo teniendo en cuenta la ausencia de testimonios. “En la zona hay mucho miedo, nadie quiere hablar”, se lamentó una fuente policial.