Mié 17.08.2011

SOCIEDAD  › LA CONFITERíA RICHMOND FUE OCUPADA POR LOS TRABAJADORES

Un bar notable ahora tomado

Los empleados reclaman la continuidad de su fuente de trabajo o de lo contrario el pago de indemnizaciones. Denuncian que nadie de la empresa les avisó que el bar cerraría el domingo. Hoy los recibe el Ministerio de Trabajo.

Los espejos en las paredes revestidas de madera clara multiplican la escena de vacío en la emblemática confitería Richmond, cerrada desde el domingo último pese a haber sido declarada Patrimonio Histórico de la Ciudad. Los trabajadores, que llegaron al local el lunes sin ninguna notificación, encontraron las ventanas pintadas de blanco para que no se viera hacia el interior, ruido de obras y el acceso denegado. Ayer fueron informados por un administrador que los muebles habían sido retirados sólo para refaccionarlos, pero los empleados se muestran seguros de que el local “fue vendido por nueve millones de dólares a una cadena norteamericana que fabrica zapatillas para poner un comercio de ropa deportiva”. Por eso, “despojados de todo”, según describió un mozo del lugar, los doce trabajadores tomaron ayer el establecimiento en reclamo del mantenimiento de su fuente de trabajo o, en todo caso, de la indemnización correspondiente por despido. Hoy serán recibidos por funcionarios del Ministerio de Trabajo. En tanto, los legisladores porteños Gabriela Alegre y Juan Cabandié presentaron un pedido de informes para que el Ejecutivo detallé cuál será el futuro de la confitería.

“Nos engañaron de la manera más tonta”, contaba ayer por la tarde a Página/12 el mozo Luis Alberto Angel, que trabajó 40 años en el subsuelo con billar de la confitería. Sentados en el piso de baldosas a cuadros al fondo del salón principal, sus compañeros discutían reunidos en grupo. “Nos citaron hoy (por ayer) y nos dijeron eso de las reformas, pero ya se sabe que todo esto se vendió para otros fines”, decía mientras paseaba la vista por el techo de arañas doradas bajo el que solían estar los famosos sillones y mesas españoles. “Hace tiempo se sentía una clima raro y cada mes con los muchachos nos preguntábamos si íbamos a poder trabajar.” Ayer, un administrativo de la empresa les permitió a los empleados el ingreso al local para que pudieran retirar sus pertenencias. “Los lockers estaban vacíos, los habían forzado, nos sacaron las herramientas de trabajo, documentos, hasta la ropa. Cosas que no vamos a recuperar más. Y, sin embargo, lo peor fue el daño moral. Jugaron con nuestra confianza.”

El secretario general del gremio gastronómico, Armando Ribera, que acompañó la toma pacífica de la confitería, adelantó que en la reunión que mantendrán hoy en el Ministerio de Trabajo “se va a hacer una presentación por conflicto colectivo debido a la falta de indemnización por cierre”. Hasta ayer, los trabajadores no habían sido notificados todavía mediante carta documento del cese de sus empleos. “Ha habido un abandono por parte de Richmond Florida SA hacia sus trabajadores”, denunció el gremialista y anunció que, de mantenerse ese trato, “los trabajadores y el gremio continuarán la asamblea permanente con toma del edificio en reclamo de una solución”.

En otro plano, el cierre y las remodelaciones a la confitería Richmond fueron cuestionados por vecinos, legisladores y habitués en defensa de la preservación del sitio por su sello de personalidad en la historia porteña, su relación con hechos culturales significativos, su diseño arquitectónico y relevancia local. El bar, que integra el Catálogo de Bares Notables porteños, fue inaugurado el 17 de noviembre de 1917 y en sus mesas tuvieron sus debates el Grupo Florida, entre cuyos miembros se encontraban Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo y Leopoldo Marechal. El jueves pasado, la Legislatura porteña había declarado al bar Patrimonio Histórico de la Ciudad, por lo que cualquier modificación al inmueble quedaba sujeta a la autorización del Ministerio de Cultura porteño. Sin embargo, para este fin de semana la ley aún no había sido promulgada por el Poder Ejecutivo local, es decir publicada en el Boletín Oficial. Aun así, según denunciaron diversas voces, la condición de bar notable porteño le da al establecimiento cierta protección en base a la jurisprudencia de casos como el del Bar Británico, en el que los jueces fallaron a favor de su preservación.

En base a esos antecedentes, los diputados Alegre y Cabandié, del Encuentro Popular para la Victoria, pidieron a la administración porteña que informe “si se recibieron pedidos de obras en el local”, y de ser así “si se autorizó algún tipo de refacción o reforma del edificio o si se recibió algún pedido para cambiarle el uso al local”. Por su parte, los diputados porteños de la UCR, Rubén Campos y Claudio Presman, presentaron un proyecto de ley “para asegurar que la parcela que ocupa la Richmond conserve el uso exclusivo de confiteríabarrestaurante”, según explicaron. Y organizaciones en defensa de la confitería, como la agrupación 54 bares o Basta de Demoler, con el acompañamiento de vecinos y de la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico y Cultural porteño, organizan un nuevo abrazo para defender el bar de su cierre. Si deja de funcionar, “va a dejar de latir uno de los corazones de la cultura de Buenos Aires”, resume el mozo Angel, desde “La Richmond” vacía.

Informe: Rocío Magnani.

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