Lun 10.10.2011

SOCIEDAD  › EL INSTITUTO LELOIR CONVOCA PARA SU EQUIPAMIENTO TECNOLóGICO

La ciencia busca voluntades

La Fundación Instituto Leloir inicia una campaña pública con actores de primer nivel en busca de recursos económicos para el equipamiento tecnológico de la nueva ala del edificio, inaugurada por CFK. Se trata de equipos por valor de dos millones de dólares.

Casi como un lugar común, la Fundación Instituto Leloir (FIL) reaparece en la información pública cada vez que se habla de ciencia de vanguardia en Argentina. Sus 64 años de trayectoria, iluminados por premios Nobel que apostaron de lleno a este lugar cuando era un proyecto –Bernardo Houssay y Luis Leloir–, moldearon el halo de prestigio que la rodea. En los últimos años, el desarrollo creciente de investigaciones generó una necesaria demanda de espacio físico para los científicos que trabajan dentro de la fundación. Gracias a una donación particular lograron ampliar en casi 3000 metros cuadrados el edificio de Parque Centenario, en la ciudad de Buenos Aires. El nuevo complejo fue inaugurado este año por la presidenta Cristina Fernández. Sólo falta para que empiece a funcionar la incorporación de equipamiento tecnológico, demanda que hoy no está cubierta por falta de recursos. Al ser una institución sin fines de lucro, la FIL llama al aporte económico voluntario para dar este siguiente paso. Una campaña mediática de la que participan Norma Aleandro, Mercedes Morán y Enrique Pinti es la apuesta para cumplir este nuevo desafío y mantener viva la reputación del instituto.

Definida como una institución de gestión privada y de bien común, la FIL funciona a partir de diferentes colaboraciones. Por un lado, mediante concursos articula con el Ministerio de Ciencia de la Nación, que financia diversos proyectos y a su vez paga el sueldo de los investigadores. En tanto que unos 1200 donantes, en su mayoría de clase media, otorgan un promedio de 35 pesos por mes cada uno. Con esa recaudación se cubren sueldos administrativos y gastos corrientes. Asimismo, la fundación recibe de forma esporádica donaciones significativas de particulares con alto patrimonio económico. Por ejemplo, la que obtuvo dos años atrás de parte de una familia que prefiere mantener el anonimato y que permitió edificar la nueva ala del instituto.

La campaña encabezada por artistas, que tendrá difusión radial y televisiva, apunta a dar a conocer qué se hace en el Leloir y la importancia de que esta institución mantenga su nivel de exigencia. La fundación cuenta en la actualidad con veinticinco laboratorios, divididos en cuatro áreas. En Neurociencias se investiga sobre Alzheimer, mal de Parkinson y esclerosis múltiple, entre otras especialidades. Otro sector, el de Enfermedades Infecciosas aborda dengue, brucelosis, mal de Chagas y enfermedades parasitarias. Las otras dos unidades son Cáncer y Biología Molecular, y Biología de plantas, vinculada con el sector agroindustrial. Para conocer más en detalle las actividades de la fundación puede visitarse la página www.leloir.org.ar.

“Necesitamos fortalecer la calidad de las investigaciones para tener mayor impacto, en cuestiones como el diagnóstico, prevención y cura de enfermedades”, explica Alfredo Monferré, director de Relaciones Institucionales de la fundación. Por ejemplo en los últimos años, investigadores de Leloir descubrieron el mecanismo mediante el cual el virus del dengue replica su material genético en una célula infectada. Un paso esencial para un futuro control de la enfermedad. También lograron determinar cómo actúa un gen que regula los ciclos de actividad y descanso en la mosca de la fruta, modelo para estudiar el “reloj biológico” del hombre.

Para profundizar este tipo de estudios, la FIL presupuestó la compra de equipos valuados en dos millones de dólares, que llenarán las salas de la nueva edificación. En el nivel de investigación que se desempeñan los científicos del Leloir, varios de ellos premiados internacionalmente, “siete u ocho equipos, como microscopios o refrigeradores, cuestan medio millón de dólares”, indica el vocero.

Para Monferré se debe revertir “el carácter esporádico de la filantropía” en Argentina. Y aunque es cierto que “hay algunos aportes de particulares al arte”, la ciencia en general “no se ha instalado como valor cultural ni como una buena apuesta económica al futuro”. El director institucional aspira a persuadir al empresariado: “Se debe comprender que la inversión en ciencia y tecnología aporta al desarrollo del país”.

Con lo que se recaude en la campaña, en los cuatro pisos del nuevo edificio se planea la distribución de nuevos centros dedicados a la bioinformática y biofísica, y un bioterio, “todo de la más alta calidad internacional”. A eso se sumará el desarrollo de espacios denominados “facilities”, que son áreas donde conviven varios laboratorios, y que optimiza, por ejemplo, el trabajo de análisis de datos.

Los cerca de 200 científicos y técnicos, que hoy en día trabajan en Leloir, “estaban faltos de espacio”. La cadena entre mejor calidad de investigación, más personal y un lugar más amplio es la síntesis lógica de lo que motivó esta campaña. Los 6500 metros cuadrados del viejo edificio “ya no bastan”, remarca Monferré. “Necesitamos mantener el nivel de competitividad. Tenemos científicos brillantes, reconocidos en todo el mundo, pero que deben trabajar en espacios adecuados y con la última tecnología.” Esta cruzada “requiere la participación de todos: del Estado, los particulares y las empresas”, concluyó Monferré.

Informe: Leonardo Rossi.

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