Mar 25.03.2003

SOCIEDAD

Fuertes condenas a los asesinos de Miguel Lecuna

El marido de Georgina Barbarossa fue asesinado a bordo de un taxi en noviembre del 2001, cuando intentaron asaltarlo. Las penas para los miembros de la banda fueron de 21, 16 y 4 años.

› Por Horacio Cecchi

“¡Vamos, todavía!”, gritó alguien en una sala desbordada por los medios, mientras Georgina Barbarossa, visiblemente emocionada, se abrazaba con un familiar. Segundos antes, el presidente del Tribunal Oral Nº 2, Hugo Boano, leyó las sentencias dictadas contra los cinco acusados por el crimen de Miguel Lecuna. Oscar Barros, considerado como quien asestó las puñaladas al marido de Georgina, recibió la condena más severa: 21 años. Gabriel Gómez, conductor del taxi que transportaba a Lecuna, y Juan Carlos Schmidt, que subió al vehículo en apoyo de Barros, recibieron 16 años de condena. Walter Jorge, al volante de la furgoneta que seguía al taxi, 4 años y 6 meses. El único que recuperó la libertad por haber sido condenado a una pena en suspenso fue Antonio Arregui, quien subalquiló el taxi a la banda: 2 años y seis meses. “Se hizo justicia, ahora estoy absolutamente en paz”, dijo Georgina antes de retirarse, mientras se sucedían llantos de familiares de Lecuna, llantos de familiares de los condenados y festejos de los familiares de Arregui, el único que quedó libre.
La pequeña sala del Tribunal Nº 2 fue escasa para el desbordante interés de los medios. Una multitud de cámaras, fotógrafos y cronistas ocupó todos los huecos disponibles, incluso trepados a la ventana que da al pasillo del sexto piso. Para las cinco de la tarde estaba prevista la lectura de la sentencia. Previamente, por la mañana, los jueces Hugo Boano, Silvia Mora y Alejandro Becerra escucharon las palabras de los acusados.
Gabriel “Cara de Goma” Gómez reiteró lo que había sostenido en su alegato la semana pasada: denunció que el fiscal de Cámara, Norberto Quantín, había intentado convencerlo de que acusara al resto de los imputados para beneficiarse en la condena. Y, refiriéndose al “Pipi” Jorge y al “Viejo” Arregui, sostuvo que el fiscal les “dictó lo que tenían que decir. Seguramente ahora van a festejar en un bar y saldrán a robar y a matar a alguien más, y de eso los hago responsables a ustedes”, les dijo a los jueces. El “Pipi” y el “Viejo”, según Gómez, aceptaron el supuesto ofrecimiento de Quantín y, de hecho, fueron quienes en la primera audiencia reconocieron el hecho y detallaron los roles de cada uno.
Juan Carlos “el Ruso” Schmidt y Oscar “Mario” Barros también se manifestaron ajenos al hecho. Schmidt dijo que por colaborar con la Justicia quedó pegado. Barros aseguró que el caso era “una causa armada”, sostuvo que “soy un trabajador de toda la vida” y pidió a los jueces que “se iluminen para que sean justos”. El mismo pedido hacían sus familiares, a los pies de la escalinata exterior de Tribunales, portando un enorme cartel en el que se podía leer: “Barros es inocente. Es hombre de trabajo. Justicia”.
El viernes pasado, el fiscal Alejandro Alagia y el abogado de Georgina, Héctor Salt, solicitaron 25 años de prisión para Barros, Schmidt y Gómez, y tres años para Arregui y Jorge.
A las 17.05, el presidente del tribunal, Hugo Boano, leyó el fallo. Comenzó por el “Viejo” Arregui, condenado a dos años y medio, sentencia de cumplimiento condicional por lo que el juez ordenó su inmediata libertad. La madre de Arregui inmediatamente fue a retirar a su hijo. “Llamá a la tía Petra para que junte a todos en su casa, vamos a festejar”, ordenaba a los gritos a su hija en la escalera de los Tribunales. El juez siguió con Walter el “Pipi” Jorge, a quien lo condenaron a cuatro años y medio. Ni Arregui ni Jorge se encontraban presentes, igual que durante todo el transcurso del juicio, por aquello de la inconveniencia de permanecer codo a codo con quienes habían denunciado.
A “Cara de Goma” Gómez lo sentenciaron a 16 años, igual que al “Ruso” Schmidt. “Mario” Barros fue quien recibió la condena más dura, al ser considerado el autor material del asesinato: 21 años. Por otro lado, el Tribunal dispuso rechazar el pedido de los abogados de los abogados de Barros, Schmidt y Gómez, para que se investigue la conducta de Quantín. Por su parte, Pérez Begoña, representante de Barros, aseguró que recurriráa Casación: “Esto está todo armado. Ninguno de nuestros argumentos fue escuchado”.
La investigación del caso, ahora sostenida con las condenas, reveló el método utilizado por la mafia de los taxis para levantar y asaltar pasajeros. Así surgió que el taxi es conducido por el “levantador” (en este caso Gómez), del que se requiere haber sido taxista legal para conocer calles y vías de escape, y reconocer a los pasajeros a asaltar. Otro vehículo actúa de “apoyo” (conducido por Jorge) siguiendo al taxi. En él viaja el “montador” (Barros), encargado de apretar al pasajero y un “apoyo” (Schmidt), que sube si las cosas se complican. El taxi utilizado debe estar en regla para poder circular sin complicaciones (lo proporcionó Arregui).

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