SOCIEDAD
› INVESTIGAN AL ENTORNO DE CONZI POR PLANTAR Y SOBORNAR TESTIGOS
Todo vale para liberar a Horacio
La pista la dio un teléfono intervenido y mal colgado en Dallas. Así se grabó una charla donde se planificó la estrategia.
› Por Carlos Rodríguez
Horacio Conzi sigue atrapado en su propio laberinto. “De última lo sacamos (en libertad) por lo místico... Me dijo (Fernando) Burlando que va a tener que seguir hablando de Dios.” Entre risas, Hugo Conzi, el hermano de Horacio, con su habitual incontinencia verbal, desplegó ante cuatro amigos la estrategia del supuesto “delirio místico” como posible eximente, en lo que suponía la intimidad de una oficina del restaurante Dallas. Lo que ignoraba ese 18 de marzo, a 48 horas del crimen de Marcos Schenone que se le imputa a Horacio, es que el teléfono del lugar estaba intervenido y que ellos habían olvidado cortar luego de atender un llamado. Esto hizo que el tubo operara como un micrófono de ambiente y que toda la conversación fuera grabada. En la desgrabación, que llegó ahora a la Justicia, hablan de “truchar” el arma homicida (algo que no hicieron y se ignora por qué) y de sobornar a dos testigos de cargo, el remisero Rodolfo Fernández y Paula Alonso, dos de las personas que iban en el Ford Galaxy, junto con Schenone, cuando se produjo el homicidio.
“Hay que ponerle plata”, se escucha claramente, en relación con la actitud a seguir respecto de esos dos testigos. Hasta se menciona la suma que se podría ofrecer: 5 mil pesos. Para acelerar el soborno se menciona la alternativa de utilizar como nexo al hermano de una de las dos chicas que estaban en el Galaxy, Paula Alonso y Gisella Garabetta, aprovechando que él trabaja en Dallas como carpintero. Además de la importancia que tiene la cinta para desacreditar la pretendida locura de Horacio Conzi, los fiscales Mario Kohan y Hernán Collantes enviaron una copia a la fiscalía a cargo de Alejandra Dotti, quien deberá ahora determinar si de esa conversación surge la comisión de algún delito y de ser así, abrir una causa paralela para juzgar a los responsables.
Las fuentes judiciales que confirmaron a Página/12 la existencia de las escuchas (una parte fue difundida ayer por Canal 9), eludieron dar el nombre de las personas que acompañaban a Hugo Conzi y que “ya están identificadas”. Este diario pudo saber, de todos modos, que entre ellos figura, como uno de los personajes centrales de la estrategia, Antonio Claudio Papasidero, alias “Tony”, accionista del complejo Dallas y hombre de confianza de los Conzi. El era quien, como anticipó Página/12 el 6 de febrero pasado, decía tener “trato directo con el segundo de la SIDE (Secretaría de Inteligencia de Estado)”, en alusión a Oscar Rodríguez, segundo de Miguel Angel Toma.
En la conversación se mencionaba también la necesidad de encontrar “testigos truchos” para demostrar que Horacio Conzi había permanecido en Dallas hasta después de las 4 de la mañana del 16 de enero. Eso ha sido desvirtuado por varios testigos de identidad reservada, entre ellos cuatro empleados de Dallas. Ayer se supo que se han sumado otros cuatro testimonios, también bajo reserva de nombre, que terminan de inclinar el tobogán por el que sigue cayendo Horacio Conzi.
En la grabación se escucha todo lo que se dice sobre la necesidad de sobornar a los testigos. Hasta quedaron sentadas algunas recomendaciones de Hugo Conzi: “Hay que tener cuidado, no vaya a ser que (Luis) Majul nos ponga un micrófono oculto y que nos dejen pegados”. Ese aparato oculto ya estaba. El teléfono intervenido por orden judicial, al quedar descolgado, “actuó como si fuera un micrófono de ambiente”, explicó ayer una fuente de la investigación. Este diario ya había informado sobre al menos dos reuniones secretas que se habían realizado el viernes 17 y el sábado 18 de enero, para planificar toda la estrategia, tanto en lo referente a la fuga de Horacio Conzi como a la posibilidad de “darles plata a los testigos para que cambien su declaración”.
De esas reuniones, de acuerdo con la información obtenida en su momento por este diario, habían participado Hugo Conzi, Papasidero, el abogado Norberto Pérez y dos gerentes de Dallas llamados Sergio y Marcelo. En esos encuentros se discutió también la forma en que debía comunicarse Horacio desde la clandestinidad. Se decidió que fuera por e-mail y no por teléfono. En Mar del Plata, donde estuvo oculto, Horacio Conzi tenía una PC conectada a Internet y cayó cuando recibió un llamado de Papasidero en uno de los celulares que llevaba consigo. Los dos aparatos habían sido adquiridos en una sucursal de Unicenter, por una empleada de Dallas, con la recomendación de que los usara “sólo en caso de urgencia” y que después se desprendiera de ellos para evitar que lo descubrieran.
Como parte de la estrategia, los Conzi “fabricaron” al menos un testigo. Ese sería Roberto “Roby” Halbinger, amigo incondicional de Horacio. El dijo que habían estado juntos en Dallas hasta pasadas las 4 de la mañana, para demostrar que era imposible que el imputado hubiera estado, a las 3.30, en la zona de Béccar, donde fue asesinado a balazos Schenone.
La situación de Halbinger es delicada por esa supuesta mentira y por otra posibilidad todavía más grave. Los fiscales Kohan y Collantes están investigando si Horacio Conzi estaba acompañado cuando iba en la Grand Cherokee desde la cual se habría producido el ataque contra los ocupantes del remise Ford Galaxy. ¿Roby era el acompañante? Todavía no se sabe, pero si se comprueba que hubo acompañante, su situación sería grave: podría ser considerado encubridor o partícipe necesario del crimen.
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