SOCIEDAD › EL JUEZ ACEPTó EL PEDIDO DEL FISCAL CONTRA EL TOPO MOREYRA
El teléfono celular de Candela se apagó a dos horas de haber desaparecido la chica, cerca de la casa de Moreyra. Una testigo cuya identidad se mantuvo en reserva aseguró que Héctor “El Topo” Moreyra y Hugo Bermúdez, señalado como autor material del asesinato, se habían reunido en su negocio dos días antes de la desaparición de Candela y que poco antes de que apareciera muerta escuchó a Moreyra decir “matala” a Bermúdez. Los dos hombres, según la misma testigo, eran amigos de la madre de Candela y conocían a la pequeña. Esos son los principales elementos a partir de los cuales el fiscal Marcelo Tavolaro, sobre la base de peritajes y testimonios que se habían mantenido en secreto, pidió convertir en prisión preventiva el arresto de Moreyra, sospechado como autor intelectual del crimen. El juez de Garantías Alfredo Meade accedió anoche al pedido del fiscal Tavolaro.
El celular que la chica llevaba consigo cuando desapareció, el 22 de agosto a las 15.30, se apagó dos horas después, cerca del domicilio del sindicado autor intelectual del crimen, Héctor “El Topo” Moreyra, según el reporte de la firma Nextel incorporado a la causa. La empresa asegura que el equipo “se apaga a las 17 horas del día 22 de agosto de 2011, en San Martín, siendo captada su señal Log, por la celda 3 de la antena ‘La Finita’”, nombre de la firma de forrajes de la localidad de Loma Hermosa donde se encuentra emplazada. Ese “cuadrante de captación”, afirmó el fiscal Tavolaro, “encaja perfectamente con el domicilio del acusado Moreyra y su medio circundante”. Fuentes judiciales señalaron, además, que una escucha telefónica permitió acreditar que Moreyra tenía en su poder el teléfono de la nena.
Por otra parte, la testigo de identidad protegida aseguró que Bermúdez y Moreyra, que ante la Justicia declararon no conocerse, se reunieron en su negocio 48 horas antes de la desaparición de la nena, y que poco tiempo antes de que la nena apareciera muerta escuchó una conversación diciendo “matala”. La mujer, dueña de una tienda de ropa usada de Liniers a la que, dijo, Candela y su madre, Carola Labrador, concurrían una vez por semana, señaló que ellas parecían ser amigas de los sospechosos. El sábado anterior a la desaparición de la nena, dijo, vio a los acusados juntos. El sábado anterior a la aparición del cuerpo de Candela escuchó cómo “un sujeto llamado Silvio”, en diálogo con Moreyra, decía “matala”.
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