SOCIEDAD › EL SOSPECHOSO POR EL CUáDRUPLE CRIMEN SE DECLARó INOCENTE, PERO QUEDó FORMALMENTE DETENIDO
Los investigadores creen que Osvaldo Martínez mató a su novia y luego a las otras tres para que no quedaran testigos. En su auto aparecieron marcas de sangre; también en las uñas. Hace una semana, el joven había agredido a la chica por celos.
Pudo haber tenido “una explosión de ira”, arriesgó ayer el fiscal Alvaro Garganta sobre el autor del cuádruple crimen platense. Para el juez Guillermo Atencio, el asesino “lejos de ser un psicótico, seleccionó la escena delictiva, esperó el momento en que estuvieran las personas separadas y les dio muerte primero a los que podrían llegar a ser testigos”. Ambos coinciden en que mediaron “los celos” y que había problemas “sentimentales” entre el único sospechoso, Osvaldo Martínez, y su novia, Bárbara Santos, una de las cuatro asesinadas a golpes y cuchillazos en La Plata. Fuentes de la investigación señalaron a este diario que una semana atrás, la mujer fue atacada por su pareja. Ayer, se conocieron testimonios que complican la situación de Martínez, formalmente detenido, quien negó la acusación tras declarar por tres horas.
“Para el juez está todo claro, pero tenemos que seguir trabajando un poco más”, dijo ayer una fuente de la Unidad Fiscal de Investigación (UFI) 11 de La Plata. Allí declaró el acusado entre las 17 y las 20. Garganta le imputa un “homicidio simple”, por su novia, y tres “agravados” –la hija y madre de la mujer y una amiga– porque fueron cometidos para encubrir el anterior. Acompañado por su abogado, Julio Belei, el joven de 27 años negó las acusaciones “y dio su versión de los hechos y los lugares donde estuvo”, contó el fiscal.
El domingo pasado dijo que había hablado la noche del sábado con su novia, hasta que ella fue a bañarse. Luego habrían intercambiado mensajes de texto y guardó el auto a la 1.30, antes de irse a dormir. Ayer confirmó lo dicho. El fiscal dijo que al momento de su aprehensión, el domingo al mediodía, el acusado “tenía rastros de sangre en las uñas” y presentaba dos escoriaciones “en el antebrazo izquierdo compatibles con signos de pelea”. Según Garganta, cuando le consultó sobre las marcas no dijo nada: “Se mantiene impávido”. Según trascendió, ayer hubo una mención del imputado sobre esto. Atribuyó las marcas a “un perro”.
En el Fiat Uno secuestrado en la casa del imputado habría restos de sangre, adelantaron fuentes del caso, tras realizarse el test de luminol. Martínez las relacionó con carne que trasladó allí unos días antes. Este auto fue visto por un remisero en la casa donde ocurrió el crimen, en la calle 28 entre 41 y 42. Este testigo llevó allí a la amiga de Santos, Marisol Pereyra, el sábado a la medianoche, y declaró que el sospechoso abrió la puerta, le dijo que su amiga se estaba bañando y le pidió que se fuera. Pero Pereyra se negó y entró.
Según el remisero, el hombre se acercó y le dijo que luego le pagaría. Como conocía a la víctima, aceptó. Fuentes del caso comentaron que en ese momento, las demás mujeres ya habían sido asesinadas, aunque aún se manejan otras hipótesis. Otro testigo, un vecino de Martínez, aseguró haberlo visto regresar “violentamente” a su casa en la localidad de Melchor Romero en el Fiat blanco, entre las 2 y 3 de la madrugada del domingo. “Abrió violentamente el portón de chapa, ingresó a la casa, cerró y apagó todo”, le dijo al fiscal y luego le remarcó que “nunca (Martínez) abre el portón de ese modo violento, por lo que pensó que había chocado”.
Junto a estos primeros testimonios, también hay una serie de pruebas que se están analizando en el laboratorio de la Policía Científica de La Plata (ver aparte). Sin embargo, tanto para el fiscal como para el juez, fueron cruciales los testimonios de los allegados a la pareja, que llevaba tres años. En este punto, el sospechoso, de 27 años, que practica karate, fue definido como alguien “de carácter celoso y posesivo con su novia”. Hubo testigos que aseguraron que él “le controlaba sus salidas y amistades”.
En el pedido de detención enviado ayer al juez Atencio, Garganta señaló que el imputado “por cuestiones vinculadas con desavenencias de pareja” mató a Santos (29) y con el fin de lograr su impunidad, “hizo lo propio con Marisol Pereyra (30), Susana de Bártole (63) y Micaela Yamila Galle Santos (11)”. Fuentes del caso señalaron que hubo un antecedente inmediato de violencia. La semana pasada, en la puerta de la casa de Santos, el imputado la tomó violentamente del cuello, enfurecido porque el jefe de ella la había acercado hasta allí.
Sobre si hubo o no premeditación, todavía hay dudas del lado de la fiscal, para quien pudo tratarse de “una explosión” de ira, aunque advirtió que hubo un accionar “secuencial” en el asesinato, que implica cierta planificación. El juez Atencio fue tajante en este punto. “Estamos muy lejos de hablar de un inimputable”, dijo luego de referir que el lugar no había sido violentado y que las víctimas, que en su mayoría no ofrecieron resistencia y estaban en distintos lugares: Santos bañándose, su madre y su amiga en la cocina y la nena de 11 años en la cama.
“Podemos estar ante un psicótico que mata a cualquiera y no sabe lo que hace o ante una persona que quería matar y que se encontró con otras personas que prefirió convertirlas en cadáveres para que no haya testigos”, señaló el magistrado. Además, advirtió que el acusado “tendría la actitud física y el conocimiento como para emprender una acción violenta de este tipo”. La masacre fue descubierta el domingo temprano por un vecino que vio correr sangre debajo de la puerta del PH en el tranquilo barrio La Loma. Las víctimas fueron asesinadas “mediante la aplicación de golpes y el empleo de arma blanca”, confirmó Garganta, quien definió la escena del crimen como “impresionante” e “imposible de describir”.
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