Mié 30.11.2011

SOCIEDAD  › EL REMISERO CONTó CóMO FUE EL VIAJE DE MARISOL PEREYRA A LA CASA DONDE TERMINó ASESINADA

El testigo clave de los cuatro crímenes

Marcelo Tagliaferro contó los detalles de los viajes que hizo el sábado con la enfermera. En uno de ellos ella le dijo: “Esta no es mi noche”. El abogado del único sospechoso sembró dudas sobre los dichos del remisero. Mañana habrá un reconocimiento.

El remisero Marcelo Tagliaferro, el principal testigo del cuádruple homicidio de La Plata, asistirá mañana a una rueda de reconocimiento en la que estará el único acusado, Osvaldo Martínez. “Estoy seguro en un 90 por ciento”, dijo ayer Tagliaferro al referirse al sospechoso, a quien aseguró haber visto en la medianoche del sábado en la casa de la calle 28, entre 41 y 42, donde ocurrió el crimen. El abogado de Martínez, Julio Beley, señaló sobre este testigo: “No es lo mismo lo que dice en los medios que lo que dice en la causa”. Y deslizó luego: “¿Y si el remisero tuvo algo que ver?”. Oficialmente se dice que las pruebas de ADN estarán listas en 15 días, aunque seguramente estarán antes. El fiscal Alvaro Garganta volvió a la escena del crimen, mientras espera los resultados de las autopsias. Según él, existe un conjunto de elementos probatorios contra el imputado.

Ayer por la mañana Tagliaferro detalló los últimos movimientos de Marisol Pereyra, ex compañera de trabajo de la madre de Bárbara Santos, Susana De Bártole. Alrededor de las 20 del sábado pasado, esta enfermera llamó a la Agencia Modelo para que la pasaran a buscar por su trabajo. “Lo único que quiero es dormir”, le dijo al chofer mientras se dirigían a su casa en 143 y 62. Pero cambió de idea. Más tarde volvió a llamar a la remisería y nuevamente apareció Tagliaferro. Pidió ir al Viejo Teatro, donde cantaba su amiga Gabriela Bulich, pero el espectáculo había terminado. “Esta no es mi noche”, le habría dicho la enfermera.

Como hacía tiempo que no veía a De Bártole, a quien conocía por haber trabajado en una Cámara Penal platense, no pudo comunicarse pero se dirigió hacia esa casa. El remisero contó que en ese momento ya era medianoche y cuando estacionaron ella le pidió que esperara. “Bárbara (Santos) sale con un tipo que es un poco violento”, le dijo. Tocó timbre y salió un hombre sin remera, con un pantalón largo. Pereyra entró, sin pagarle. El remisero, según comentó ayer, esperó un rato, la llamó al celular pero no hubo repuesta. Al rato salió el mismo hombre que abrió la puerta, agregó, y le comentó: “Andá nomás que después llama otro remís”.

Según Tagliaferro, cuando se dio este diálogo, el hombre tocó con sus manos la puerta del auto y él concurrió al otro día a la comisaría para que se levantaran esas huellas. El abogado de la familia Pereyra, Gustavo Galasso, confirmó que Tagliaferro “está en condiciones de reconocerlo” aunque estimó que el reconocimiento “es un elemento más” entre otros que ya permiten “acreditar que Martínez estuvo en el lugar”. Un compañero de la remisería contó a este diario que ayer por la tarde Tagliaferro recibió un llamado de la fiscalía en el que le recomendaban tres cosas: “Que se tome unos días en el trabajo, que no hable con la prensa y se busque un abogado”.

Por su parte, el fiscal volvió al lugar del crimen para “rearmar la escena” y comentó luego que la masacre “no duró más de seis o siete minutos, según lo que va surgiendo de los testimonios”. Garganta reconoció que nunca tuvo un caso de violencia como éste y señaló: “Cada una de las víctimas parece haber sido ultimada en el lugar donde se encontraba sin posibilidad de articular ningún tipo de defensa”. Además, descartó “en principio” que el asesino pueda tener algún cómplice. El lunes pasado, Martínez quedó formalmente detenido y acusado de “homicidio simple” y “tres homicidios agravados” por la intención de eliminar testigos.

“Lo que a él (por Martínez) lo compromete es el conjunto de elementos (probatorios) porque todos apuntan a lo mismo, son unívocos, lo que determina, con la precariedad de esta instancia, su responsabilidad”, explicó Garganta. “El dio su versión de los hechos y ahora tenemos que seguir con todo el complemento pericial”, señaló luego en referencia al resultado de la autopsia, los ADN y la comparación de las huellas levantadas con las del único sospechoso. De la autopsia se obtendrá una franja horaria en la que se cometieron los asesinatos.

Lo que los investigadores no tiene claro aún, tomando como cierto lo dicho por el remisero, es que si al momento de la llegada de Pereyra las otras tres mujeres ya habían sido asesinadas o no. Existe una hipótesis que plantea que la llegada imprevista de esta amiga podría haberlo hecho enfurecer de celos. Por otra parte, fuentes judiciales señalaron que existe un mensaje de texto enviado del celular de la hija de Santos a su padre en el que le pide que no la llame porque está en medio de una actividad, por ejemplo, mirando una película. Al hombre le extrañó el lenguaje adulto del mensaje y cree que pudo haberlo mandado el asesino.

“Nunca existió un hecho de violencia, jamás hubo una agresión de él hacia ella, no hay ningún testigo en la causa que diga que la golpeaba o que la celaba públicamente. Reconoció, sí, que era celoso, pero como cualquier persona”, sostuvo ayer Beley, sobre su defendido. Además, el abogado de Martínez insistió en que el remisero aún no reconoció al imputado y advirtió: “No es la primera vez que un taxista o un remisero se convierte en la estrella”. Beley también mencionó la buena predisposición de su cliente: “Invitó a la policía y a la gente de la fiscalía a que revisara su casa, y no encontraron nada”.

Además de los peritajes pendientes, entre otros un rastro de sangre encontrado en la uña del acusado y otro en su auto, ayer se analizaba una serie de cartas que encontradas en la casa del imputado. Estaban rotas, tiradas en un cesto al costado de su escritorio.

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