Desde Xian

Una densa neblina obligó a la cancelación o demora de unos 500 vuelos en Beijing y la adquisición de cientos de máscaras de oxígeno por temor a la contaminación reinante. La situación se repitió en por lo menos nueve provincias, desde Shangdong en el noroeste a Gansu en el nordeste, envueltas en una neblina que en muchos casos paralizó el tráfico por completo como le sucedió a este cronista, que llegó a la antigua capital china, Xian, con un día de retraso. Expertos en salud indicaron a la prensa local que bajo las actuales condiciones convenía que la gente “se quede en sus casas y los que salgan lo hagan munidos de máscaras respiratorias”. En varios medios esta advertencia estaba acompañada de una dura crítica a los métodos “anticuados” de medición de la contaminación que usa el gobierno.

En muchas calles la visibilidad era tan escasa que recordaba la mítica neblina londinense del siglo XIX y buena parte del XX, hoy inexistente en Londres, aunque reencarnada en este “nuevo milagro” de revolución industrial que es China. El tema es debatido hace rato por el gobierno, los medios y los activísimos microblogs. Clara medida de la preocupación pública es que se ven cada vez con más frecuencia gente con barbijos en las calles de las grandes ciudades del país, sea Beijing o Urumqi, remota capital de Xingjiang, en el noroeste del país. Una compañía especializada en la venta de máscaras de oxígeno por Internet, Panfeng Household Specials, vendió el lunes más de 300 unidades, cuando normalmente sólo vende una diaria.

La Oficina de Protección Ambiental de Beijing intentó calmar las aguas señalando que la medición oficial indica que sólo se pasó el umbral de peligro ambiental por séptima vez en el año, una vez más de lo normal. El problema es que su criterio de medición de pureza ambiental se basa en la presencia de partículas de 10 micrómetros y se estableció en 1982 cuando recién comenzaba el “milagro chino”. Una medición de la embajada estadounidense, citada por el diario oficial chino en inglés, Global Times, que se basa en la concentración de partículas de 2,5 micrómetros, halló que la contaminación en la capital era “peligrosa” para la salud humana. Según indicó al periódico chino el director del Instituto de Medio Ambiente, Ma Jun, estas partículas pueden penetrar con facilidad los pulmones y el torrente sanguíneo, causando serias enfermedades pulmonares y cardiovasculares. “Las emisiones industriales, las de vehículos y de uso hogareño son fuentes de estas partículas. Son difíciles de combatir y permanecen mucho tiempo en el aire”, indicó Ma Jun. En el servicio de microblogs más importante de China, Sina Weibo, fue el tema más popular de debate, con cuatro millones de mensajes desde que comenzó la neblina el domingo.

A pesar de la presión pública, el Ministerio de Recursos Naturales y Medio Ambiente, que recientemente añadió la medición más sofisticada de 2,5 micrómetros a sus estadísticas, no da a conocer sus propios resultados. En un país que viene creciendo hace dos décadas a más de un 10 por ciento abundan las presiones y los intereses cruzados. Según el director de la Facultad de Ciencias del Medio Ambiente de Beijing, Zhang Yuanhang, si China adopta el criterio de los 2,5 micrómetros, sólo un 20 por ciento de las ciudades pasaría la prueba de calidad de aire, comparado con la actual medición que le da el aprobado a un 80 por ciento. El actual gobierno ha señalado que el tema medioambiental es prioritario y en el paquete de estímulo que siguió a la crisis de 2008 tuvo un lugar destacado en la inversión estatal. En 2009 China invirtió casi 35 mil millones de dólares en energía limpia, convirtiéndose en líder mundial de este sector y máximo productor de turbinas de aire y paneles solares. El Banco Mundial indicó que es uno de los pocos países que ha “aumentado su área forestal y reducido su nivel de contaminación”. A la vista de lo que está pasando en estos días y la voracidad del crecimiento industrial chino, quedan varios capítulos por delante para evitar una repetición de esta neblina que impide ver a un par de metros de distancia.