SOCIEDAD
Monumentos con plástico o cerámica
El gobierno porteño prevé reemplazar las placas de metal robadas con réplicas de resina poliéster o cerámica esmaltada.
› Por Eduardo Videla
El robo de placas y monumentos de bronce es un fenómeno difícil de detener. Por eso, el reemplazo de esas piezas por réplicas realizadas en materiales sin valor comercial puede convertirse, al menos, en una solución para mantener a salvo el patrimonio de la ciudad. Es lo que propone el gobierno porteño, que se apresta a lanzar un plan para sustituir los metales ausentes con placas de cerámica o de resina poliéster, patinados con bronce, o bustos de fibrocemento coloreados con el mismo procedimiento. El plan –desalentador para quienes aspiran a quedar inmortalizados en el bronce– contempla además el reemplazo de aquellos elementos que aún no han sido robados, pero pueden desaparecer en cualquier momento.
Para poner en marcha esta propuesta, en los próximos días firmarán un acuerdo el secretario de Medio Ambiente, Eduardo Epzsteyn, y el titular de Educación, Daniel Filmus. De Medio Ambiente depende el Departamento de Monumentos y Obras de Arte de la ciudad (MOA), donde están inventariados casi un millar de monumentos, con sus respectivas placas, colocadas en los parques y plazas de la Dirección de Espacios Verdes. Al área de Educación pertenecen las dos escuelas de cerámica que se incorporarán al proyecto: allí, los alumnos, con supervisión de los docentes, confeccionarán las piezas en cerámica esmaltada, que reemplazarán al bronce.
En la ciudad, se estima, hay alrededor de 1400 placas y monumentos de bronce. Pero el MOA tiene inventariados 987. “Son aquellos que colocó la municipalidad o el gobierno de la ciudad, que se pueden reproducir porque el texto está archivado”, dijo una fuente del organismo. El resto fue colocado por entidades privadas. En el MOA ya se elaboraron prototipos de placas en resina poliéster –un material plástico reforzado con fibra de vidrio–, sobre moldes que respetan el diseño y los textos originales. El patinado símil bronce con el que se lo recubre es capaz de confundir, a primera vista, a los depredadores incautos. Se estima que el total de piezas a reponer es de alrededor de 300.
El robo de bronce en placas y monumentos se consolidó como modalidad delictiva en la segunda mitad del 2002. El auge se atribuye al aumento del precio del metal en el mercado local, como consecuencia de la devaluación del peso, pero también a la existencia de reducidores que compran ese material sabiendo que su procedencia es ilegal. En la volteada no sólo cayeron las piezas con valor cultural y patrimonial instaladas en los espacios públicos: también son sustraídos picaportes y placas de metal de viviendas particulares, iglesias, cementerios y otras instituciones.
En cuanto a la intervención de los estudiantes, involucra a dos escuelas dependientes de la Dirección de Educación Artística de la ciudad, donde se cursan las carreras de técnico ceramista y auxiliar ceramista, y donde estudian jóvenes con más de 16 años (el requisito es tener el tercer año aprobado de la enseñanza media). “La intención no es reproducir el modelo de bronce sino hacer un nuevo diseño”, explicó Mónica Lerner, directora de la Escuela de Cerámica ubicada en Magariños Cervantes al 5000, en Villa Luro.
La idea de las autoridades es, además, preservar las piezas que aún no han sido robadas. Es el caso de la célebre Fuente de los Sapitos, erradicada del Parque Chacabuco cuando se construyó la autopista 25 de Mayo y vuelta a construir ahora en ese mismo espacio verde. Los memoriosos del barrio recuerdan cómo los chorros de agua de la fuente partían de la boca de unos sapitos de bronce. Hoy, la obra está terminada, pero no se inauguró porque los sapitos están a buen resguardo, en el Departamento de Monumentos y Obras de Arte. Allí se construyen las réplicas, adaptadas a los tiempos que corren, para que al menos la fuente pueda ser habilitada.