Lun 16.01.2012

SOCIEDAD  › LOS COSTOS PARA LOGRAR CASARSE EN CHINA SON MILLONARIOS

Matrimonio chino y algo más

Para contraer matrimonio en China hay que contar con solidez económica para enfrentar los gastos. En 2011, los chinos gastaron 57 mil millones de dólares en festejos nupciales. Muchos solteros deben migrar para mejorar su nivel económico.

› Por Marcelo Justo

Desde Beijing

No es fácil casarse en China. En una sociedad en la que dinero y familia son casi todo, el matrimonio se ha convertido en un gasto multimillonario. La solidez material es condición indispensable. “Tener casa es lo mínimo. Un coche facilita más las cosas”, dice riéndose un taxista de origen campesino de la antigua capital china, Xian. Tampoco basta la solidez del ladrillo o la rueda. En los banquetes celebratorios de la boda, los chinos tienen que tirar la casa por la ventana: el año pasado gastaron unos 57 mil millones de dólares en sus festejos nupciales.

En esta carrera los pobres arrancan con obvia desventaja. Con un salario promedio de 1800 yuanes mensuales (unos 285 dólares), los trabajadores migrantes, verdadera columna vertebral del “milagro chino”, tienen escasas posibilidades de ahorro. Una reciente encuesta de la organización gubernamental, Federación de Mujeres de China, mostró que la necesidad de mejorar el ingreso para casarse era una razón fundamental para migrar, pero que en muchos casos el pasaje del campo a la ciudad no mejoraba en nada las cosas. “Apenas me alcanza después de pagar el alquiler. Las mujeres en la ciudad son muy realistas y jamás saldrían con alguien que no puede pagarles una cena o llevarlas al cine”, señaló a la Federación Xie Kaiqiang, oriundo de un villorio en Shaanxi, norte de China, que trabaja hoy en la capital Beijing.

La competencia es feroz. Los solteros con edad legal para contraer matrimonio (22 años para los hombres, 20 para las mujeres) superan los 180 millones. En muchos casos, los padres mismos se lanzan a la aventura migratoria para mejorar las perspectivas casamenteras de sus hijos. Desde que el confucianismo se impuso finalmente como ideología hace más de dos mil años, la veneración de los ancestros es casi una religión: la descendencia, una garantía de manutención futura y recuerdo perenne. Hsiao Hung Pai, autora de Chinese whispers y Scattered sands, dos libros fundamentales sobre la migración china, comentó a Página/12 uno de los tantos casos que halló en su investigación. “Este campesino de Hebei en el norte de China trabajó ilegalmente en Londres 8 años haciendo todo tipo de trabajos imaginables. Su objetivo era comprar una casa para que su hijo pudiera casarse. Lo logró. Como él mismo me dijo, ‘cumplió con su deber’”, indicó la autora.

Es un deber que atraviesa todas las clases sociales. Asombrado de que a mis años empezara a estudiar chino, el dueño del departamento que alquilé durante mis estudios me dijo con cierta envidia: “Nosotros a partir de cierta edad dejamos de aprender: un padre occidental tiene muchas menos obligaciones”. Y es que además de casa, coche y trabajo con promesa de futuro próspero, está la celebración de la boda. Los banquetes matrimoniales de las clases con aspiraciones sociales pueden costar entre 5 y 10 mil yuanes por mesa (770 a 1570 dólares) con unos 200 invitados de promedio. Amarretear o buscar atajos y bagatelas es peligroso porque se puede incurrir en uno de los peores peligros sociales: “diu lian” (literalmente “perder cara”: quedar en ridículo). Algo recuperan los novios con lo que traen los invitados. El “hong bao” (sobre rojo) que dan a la pareja tiene que contener suficiente dinero si no quieren “perder su cara”. Entre los chinos no es infrecuente buscar excusas para no asistir a la boda y evitar el costoso gasto del “hong bao”.

Los banquetes no son el punto final. Los recién casados tienen que agregarle fotos y filmaciones especiales en lugares de “ensueño”. Con suntuosos vestidos de blanco y fracs, las parejas se dejan fotografiar subidos a las rocas que bordean un lago o al pie de una montaña famosa. Este cronista ha presenciado la aparición un tanto alucinante de decenas de parejas en traje de boda en el Lago Celestial (Tian Chi) de Xinjiang o las montañas de Guilin. De casualidad ha presenciado el mismo espectáculo en un lugar más insólito –Santorini, Grecia–, prerrogativa de parejas mucho más adineradas.

La “crisis” económica (crecimiento de un 9 por ciento en vez de 9,5) no parece afectar esta maquinaria. Los precios de los banquetes han aumentado un 10 por ciento en el último año, el de las rosas se ha duplicado, pero además, por una cuestión demográfica, la competencia va a intensificarse. Según la Oficina de Estadísticas china nacen 119 varones por cada 100 mujeres, en parte debido a la política de un solo hijo instaurada hace más de 30 años y la tradicional preferencia por el hijo varón. Este desequilibrio poblacional hombre-mujer implica que a finales de esta década habrá más de 30 millones de chinos en edad legal de casamiento que no podrán encontrar pareja.

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