SOCIEDAD › EL CAPITáN DEL CRUCERO LE HABRíA GASTADO UNA BROMA A UN TRIPULANTE, ACERCáNDOSE DE MáS A LA ISLA DEL GIGLIO
Todos los indicios apuntan a la responsabilidad del capitán de la nave, quien permanece detenido. Según el gobierno italiano, son 29 los desaparecidos y seis los muertos. Temen un desastre ecológico por derrame de combustible.
› Por Elena Llorente
Si se confirma, como supone la prensa italiana, que el naufragio del crucero Costa Concordia, el viernes por la noche en el mar Tirreno, fue porque el capitán quiso tomarle el pelo a uno de los tripulantes, es para quedarse mudos frente al nivel que pueden alcanzar la estupidez y la soberbia humanas. Según la versión, el capitán Francesco Schiettino, que está detenido, habría llamado al puente de comando al maître del restaurante, Antonello Tievoli, el único de la tripulación originario de la isla del Giglio, para decirle: “Mira, Antonello, estamos encima de tu isla”. El hombre, que desde hace 12 años navega con la empresa Costa, tenía que tomarse vacaciones hacía varios días, pero no lo había hecho por falta de personal que lo sustituyera. Sin saber nada de navegación, atinó a decir: “Cuidado, estamos navegando demasiado cerca de la costa”, según les contó él mismo a los investigadores. Pero era demasiado tarde. La nave poco después se llevaba por delante unos escollos, arrancaba una piedra gigante y se provocaba una fisura de por lo menos 70 metros de largo. No es la primera vez que una nave de Costa intenta hacer lo que en italiano se llama l’inchino, es decir, la reverencia, que no es otra cosa que un saludo con sirenas a los habitantes de los lugares por los que pasa. Y para eso se acerca a la costa. Lo hacen las naves de crucero en la laguna de Venecia, por ejemplo, y en muchas otras ciudades turísticamente importantes. Y la operación es siempre riesgosa, por lo cual el gobierno italiano ha dicho ahora que revisará todas esas rutas.
Los muertos confirmados son seis o siete según las fuentes. En cuanto a la cantidad de personas desaparecidas, sigue siendo una incógnita. Para la empresa Costa, son 16 los desaparecidos. Pero otras fuentes hablan en cambio de muchas otras personas de las que no se tiene noticias. Fuentes del Ministerio del Interior hablan de 29 desaparecidos, entre ellos una mujer de nacionalidad peruana, cuatro franceses y cuatro miembros de la tripulación. La Cancillería alemana dice que hay 10 o 12 personas de ese origen perdidas. Tampoco se sabe nada de un padre y una nena de cinco años, italianos, y de dos estadounidenses. Aunque los expertos de la Protección Civil y los hombres rana de los Carabineros siguen buscando, ayer la tarea se realizó con muchas interrupciones porque el mar estaba muy picado y había bastante viento, lo que hacía temer que el Concordia pudiera moverse y arrastrar consigo a los que estaban sumergidos o trepados a sus paredes inclinadas en busca de sobrevivientes.
Según el alcalde de la isla del Giglio, Sergio Ortelli, a más de tres días de ocurrido el accidente es difícil que se encuentre gente con vida, a no ser que ciertos espacios hayan quedado herméticamente cerrados y se haya conservado el oxígeno.
La propia compañía Costa Crociere dice que el accidente se debió a un error humano, atribuible al capitán de la nave. Schiettino, al que se acusa también de haber abandonado la nave mucho antes que los pasajeros –cuando en realidad el capitán debe ser el último en desembarcar, según la tradición marinera–, declarará hoy ante los jueces. Una conversación telefónica entre la Guardia Costera y el capitán, publicada por la prensa, da cuenta de las mentiras que Schiettino habría dicho para justificarse cuando la Guardia Costera lo intimaba a volver al barco y hacerse cargo del salvataje de los pasajeros. Y al leer esos diálogos muchos se preguntan cómo es posible que un personaje como éste pueda haber tenido a cargo semejante nave, con más de 4200 personas a bordo. El juez a cargo del caso, Francesco Verusio, no dudó en acusar a Schiettino. “No tiene disculpas, ha hecho una maniobra náutica muy arriesgada”, dijo. En la cárcel, donde según su abogado ha manifestado todo su pesar por lo sucedido, el capitán está siendo vigilado de cerca porque se teme que pueda intentar suicidarse.
Se teme ahora, además, el desastre ambiental, en esa zona frente a la Toscana, famosa por sus aguas profundamente azules y puras. Por eso grupos de expertos contactados por la compañía naviera comenzarán a trabajar en los próximos días para aspirar todo el combustible de la nave y evitar que se derrame en el mar, provocando la muerte de especies marinas y de pájaros, como ha sucedido en otros lugares del mundo donde han ocurrido accidentes similares. En los depósitos del Concordia hay todavía unas 2400 toneladas de combustible y se requerirán al menos unas dos semanas para sacarlo. Recién entonces se podría proceder a mover la nave. La empresa Costa ha pedido a algunas sociedades de expertos que estudien cuál sería el mejor modo para sacarla del lugar. No se excluye que pueda ser dividida en partes y arrastrada por remolques, o bien levantada mediante globos y luego remolcada hacia el astillero. Pero dicen que todo eso requerirá varios meses de trabajo.
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