Mié 18.01.2012

SOCIEDAD  › EL CAPITáN DEL CONCORDIA NIEGA HABER ABANDONADO LA NAVE, PERO UNA GRABACIóN LO DESMIENTE

Cómo convertirse en el hombre más odiado

En una comunicación, el capitán admitió que estaba en un bote salvavidas, pero luego aseguró que se encontraba en la nave. “Vaya a bordo, carajo”, le gritaron desde tierra. Los muertos llegan a once. Las acciones de la empresa se derrumbaron.

› Por Elena Llorente

Desde Roma

Después de una búsqueda incesante, suspendida sólo durante la noche, y de que la marina militar usara cargas explosivas para poder entrar en algunos ambientes de la nave, fueron encontrados los cuerpos de otras cinco víctimas del naufragio del crucero Costa Concordia, ocurrido el viernes pasado en las aguas del mar Tirreno, frente a la isla del Giglio. Se trata de cuatro hombres y una mujer, de entre 50 y 60 años, todos con el chaleco salvavidas puesto, que se encontraban en la parte sumergida de la popa. Decenas de preguntas surgen frente a este nuevo descubrimiento, pero sobre todo una: ¿si ya tenían el salvavidas puesto, qué esperaban para salir? ¿Tal vez una orden de desembarque? El capitán Francesco Schettino declaró ayer durante tres horas ante el juez. Le otorgaron la prisión domiciliaria pero podría afrontar una pena de 15 años de cárcel.

Según la reconstrucción del momento del naufragio, el choque con los escollos –que le produjo a la nave una fisura de 70 metros de largo– se produjo a las 21.42 del viernes, pero la orden de abandonar la nave recién se dio a las 22.58, es decir más de una hora después, precisó Francesco Verusio, jefe de la fiscalía de Grosseto que tiene a cargo las investigaciones. A las 23.15 la nave habría comenzado a inclinarse. Queda por verificar si esa demora puede haber sido la causa de algunas de las muertes.

Con los cinco cuerpos encontrados ayer, el número de víctimas confirmadas llegó a once, aunque sigue siendo una incógnita el total de los desaparecidos. Una nueva lista había sido dada a conocer poco antes de que se encontraran los últimos cadáveres. Según la prefectura de Grosseto había 28 desaparecidos, entre ellos catorce alemanes, seis italianos, cuatro franceses, dos estadounidenses, un húngaro, un indio y un peruano. Los últimos tres y un italiano son miembros de la tripulación. Pero las cifras no son seguras y algunos de los investigadores piensan que 28 desaparecidos son demasiado pocos para una nave que tenía más de 4200 personas a bordo de varias nacionalidades, incluidos 18 argentinos.

Muchos se preguntan cómo es posible que una empresa con la tradición naviera de Costa pueda todavía tener dudas sobre las personas que estaban a bordo y sobre las que faltan. ¿Quiere decir que no había controles suficientes? ¿Que podía subir o bajar cualquiera sin problemas? Algunos investigadores reconocen que no siempre es fácil reconfirmar las listas porque los pasajeros pierden los documentos y hay que confiar sólo en lo que dicen.

Pero la empresa está pagando con creces estos momentos. De hecho algunas personas, que tenían programados cruceros con Costa para estos días, han anulado sus viajes y las acciones de la empresa han caído a pico en la Bolsa de Valores. Los sobrevivientes, además, ya se están organizando para llevar a la empresa a juicio o negociar con ella distintas indemnizaciones.

Por su parte el comandante del Concordia, Francesco Schettino, bajo arresto desde el sábado, declaró ayer ante la jueza Valeria Montesarchio, pero su testimonio, precisaron los jueces, no cambia las acusaciones a las que deberá responder, es decir homicidio múltiple, desastre y abandono de la nave. Ante los jueces, Schettino confirmó que él estaba al comando cuando ocurrió el accidente y dijo no haberla abandonado pero que se había caído al agua y que no podía subir a bordo por la gran inclinación que tenía la embarcación. Pero la transcripción de una comunicación telefónica que mantuvo con el comandante de la capitanía del puerto de Livorno publicada por la prensa, da otra impresión. En esa comunicación, Schettino se contradice, dice que está en un bote salvavidas y después sostiene que está en la nave, mientras el comandante de Livorno lo intima a volver al Concordia y hacerse cargo de salvar a la gente. “Vaya a bordo, carajo”, le dice insistentemente el capitán Gregorio de Falco.

El abogado de Schettino dijo a los periodistas que su cliente reconoce que fue él quien ordenó la maniobra que la nave hizo después del impacto y que gracias a ella “se salvaron miles de vidas”. De todas maneras, todas estas afirmaciones del capitán deberán ser confrontadas con las declaraciones del equipo de oficiales que trabajaba con él.

Después del interrogatorio la jueza Montesarchio le concedió el arresto domiciliario pero ordenó una serie de análisis para verificar si en el momento del incidente no estaba bajo el efecto de estupefacientes o alcohol.

La historia de Schettino y de su actitud frente al naufragio ha dado la vuelta al mundo y en Twiter y Facebook, el capitán ha coleccionado todo tipo de insultos, transformándose en el hombre “más odiado de Italia” como lo definieron algunos medios de prensa.

Mientras tanto, gente que lo ha conocido de cerca, como el comodoro retirado Mario Terenzio Palombo, de quien Schettino fue el segundo en naves de la compañía Costa, lo describió como un tipo demasiado petulante y a quien tuvo que llamar la atención más de una vez. Un oficial que trabajaba con él en el Concordia lo caracterizó como un personaje “intratable”, con quien “no se podía hablar”. “Guiaba una nave gigantesca como si fuera una lancha súper veloz”, dijo.

Mientras Schettino era interrogado por los jueces en la fiscalía de Grosseto, afuera lo esperaban su esposa, su hermano y un primo, quienes insistieron en destacar ante los periodistas que muchos detalles publicados por la prensa sobre el comportamiento de Schettino “todavía deben ser verificados, mientras muchas personas que lo han conocido bien han dado testimonio de la gran dedicación al trabajo” del capitán.

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