David Catalán, la pareja de Marita Verón, declaró en el juicio que se sigue por la desaparición de la joven que uniformados de la policía tucumana lo apretaron para que se hiciera cargo del secuestro de Marita. Con su testimonio, Catalán (foto) comprometió más a la enfermera Patricia Soria y a Miguel Ardiles, quienes ya participaron en el juicio en calidad de testigos, aunque los abogados creen que fueron el primer nexo en la entrega de Marita a los secuestradores.

La declaración de Catalán era muy esperada porque no había participado en forma directa en las campañas de reclamo iniciadas por Susana Trimarco. “Desde un primer momento, Susana se encargó de la parte judicial –declaró ante los jueces–, pero nunca dejé de colaborar con la búsqueda.” También relató sus recorridas por diferentes lugares para encontrarla y dijo que hasta se internó en cañaverales siguiendo las pistas que recibían y participó en las marchas que se realizaron en Tucumán en reclamo de Justicia.

Durante su relato admitió que al comienzo del vínculo con Marita la relación con sus suegros fue complicada –lo que había motivado ciertas expectativas en las defensas, que luego de su declaración resultaron frustradas–. Confirmó que se fue de la casa de los Verón pocas semanas después del secuestro a pedido de Susana Trimarco y que, incluso antes, hubo momentos de discusión familiar durante la relación con la joven, especialmente al quedar embarazada, oportunidad en que mencionó la posibilidad de un aborto, aunque aclaró que todo “fue un mal entendido”. sostuvo que la relación con sus suegros después cambió y describió que “ahora es buena”. “Ella me compró herramientas para que yo hiciera trabajos de herrería y nos ayudaba mucho, al igual que mis padres”, sostuvo Catalán, quien negó que la joven hubiese estado embarazada cuando desapareció, en 2002.

“La luchamos para seguir adelante, pero mi vida no es buena porque me falta la persona que amo”, acotó, y describió a Marita con un “carácter fuerte, pero muy alegre y tenía a su hija impecable igual que la casa, porque era muy trabajadora”.

También confirmó lo que ya había sido declarado en el juicio, que el día de la desaparición Marita Verón se dirigía a la Maternidad para pedir turno para la colocación de un Dispositivo Intrauterino (DIU), decisión que, según declaró, habían tomado entre ambos. “El fin de semana previo a su desaparición lo pasamos en la casa de mis suegros porque ella debía ir el lunes a que le colocaran el dispositivo”, indicó. “Esa mañana, su papá se ofreció a llevarla en su auto, pero ella insistió en que no hacía falta, se me acercó, me dio un beso y me dijo ‘chau, mi amor, nos vemos más tarde’. Nunca más supimos de ella”, relató Catalán.

Con su testimonio, comprometió a la enfermera Patricia Soria y a Miguel Ardiles, quienes en el juicio figuran como testigos, aunque los abogados creen que fueron el primer nexo en la entrega de Marita a los secuestradores. “Ardiles iba mucho a la casa de Soria y los vi besándose, por lo que supuse que eran novios”, dijo a los jueces. Tanto Soria como Ardiles habían declarado durante el juicio que sólo eran conocidos y negaron haberse encontrado en la casa de la enfermera.

El testigo aseguró que la policía tucumana lo presionó para que se declarara responsable de la desaparición y dijo que lo “acosaron”, pero no aportó mayores precisiones. Respondiendo a las preguntas de la defensa, que buscaron desde el inicio fijar dudas, sospechas, sobre la familia y ensuciar la imagen de Marita, dijo que “nunca fue una prostituta ni ninguna de sus amigas, ni yo le fui infiel. Ella no tenía motivos para estar celosa, nunca hubo maltrato entre nosotros, porque arreglábamos los problemas conversando”, recordó Catalán.

“Lo único que quiero es justicia y quiero que mi hija tenga a su madre, que aparezca Marita”, agregó. También negó ser homosexual o tener problemas de adicciones, como no faltó que le preguntaran insistentes los defensores, y confirmó que Susana Trimarco tiene una guarda legal de su hija de 13 años acordada con él.