SOCIEDAD › UN CAMPEONATO PARA ESTUDIANTES COMO ESTRATEGIA DE MARKETING
En Ciudad Universitaria una empresa de una bebida energizante organizó un torneo de avioncitos de papel. Los ganadores clasificaron al mundial de la actividad, que se desarrollará en Austria. Como premio ganaron el viaje en avión de verdad y los gastos.
Música de desfile, azafatas y olor a bebida energizante. El disc jokey baila, los dedos perdidos, mientras los parlantes machacan un “all day all night/ All day all night/ All day all...”. Obedientes, las asistentes de vuelo acatan el ritmo con unas barras lumínicas rojas. Deben marcar el punto de aterrizaje a un grupo inquieto de jóvenes que, sentados en unos sillones blancos, toman de sus latitas de bebidas energizantes. La pista está marcada, los jurados aguardan. “All day all night/ All day...”. El presentador pide atención: “Ahoooora ¡se viene la parte de acrobacia!”. El primer participante rompe fila y se acerca a la línea de partida. “All day all night...” Los comisarios de a bordo ofrecen más latitas de sus refrigeradoras. Nicolás, el concursante, muestra su obra de origami, apunta, baila y fuego. “¡Nooo! ¿En serio me decís que están haciendo una competencia de avioncitos de papel?”, pregunta incrédula una piba afuera del aeropuerto/boliche bailable. Es una estudiante de la UBA y el evento se hace en el microestadio de Ciudad Universitaria.
–Toda la creatividad, chicos. Los aviones pueden hacer una vuelta, subir, bajar. Si quieren, corran antes de tirar –invita un organizador.
–Cooooyecto –parodia a Susana Giménez su pareja–. Como ustedes quieran.
La música sube, y todos se callan. Nicolás (22) toma carrera y sorpresivamente posa, hace unas piruetas sostenido sólo en una mano. Cae sobre los pies, gira y lanza su avión. Su hoja A4 doblada al mejor diseño 5º grado hará una presentación mucho menos atractiva que la de su creador, pero todos aplauden. “¡Se va a Austria!”, le anunciarán cuando ya no quedan otros tiradores. “All day all night.”
“En realidad, no sabía de la competencia hasta hace un rato”, cuenta el estudiante de Diseño Industrial en la UBA. Su avión tiene forma más bien cuadrada y el “plo-tteo” –a lapicera negra– muestra un torito con unas llamas de fuego. “El diseño me lo acordé de un programa que veía cuando era chico, Mecánica popular. Y lo de antes son unas figuras que practico en capoeira”, dice.
El Mundial de Aviones de Papel, Red Bull Paper Wings, es una estrategia de marketing internacional en estudiantes universitarios que se desarrolla en 84 países. La final se disputa el 5 de mayo próximo en Salzburgo, Austria, en tres categorías: acrobacias, mayor tiempo en el aire y mayor distancia. Según el reglamento, todos los aviones se hacen con hojas A4 provistas por el personal para igualar peso y tamaño.
Santiago, estudiante de la Universidad de Palermo, de 21 años, también viajará en mayo para representar al país en la categoría distancia, disciplina que según los organizadores del evento tiene su record con Stephen Krieger (EE.UU.), con 63,19 metros. “Yo, la verdad, que no tengo ninguna relación con los aviones. Sólo los hacía en la escuela. La verdad es que vine a acompañar a un amigo y clasifiqué y después gané. No puedo creer que me voy a Austria.”
El microestadio está ubicado en el campo de deportes de Ciudad Universitaria y, por lo tanto, rodeado de canchas al aire libre. “All day all night”, u otro tema del estilo, se oye un poco más apagado. Una veintena de estudiantes se baten punto a punto al vóley.
–¿Qué querés que te diga? Para mí es medio una boludez... –aporta un voleibolista.
–¿Qué cosa? –le pregunta su compañera, inmersa en una rutina de elongaciones.
–Que estén haciendo una competencia de avioncitos de papel.
–¡Nooo! ¡Jodeme! ¿En serio me decís que están haciendo una competencia de avioncitos? Y encima lo conduce uno a pleno “Su-super mach”.
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