Lun 09.04.2012

SOCIEDAD  › OPINIóN

La muerte de un niño

› Por Cristina Fernández *

¿Qué tal si corremos el eje?

¿Qué tal si dejamos de hablar de la locura o no de una madre que mató a su hijito de seis años?

¿Qué tal si dejamos de victimizarla o de demonizarla?

Lo cierto, lo claro, lo contundente, es que un niño de seis años fue privado del derecho esencial a la vida por su madre biológica.

Cosa de no creer. Se supone que los padres biológicos no dañan a sus hijos.

Sólo se supone. Porque el daño que los padres biológicos podemos hacer a nuestros hijos es infinito. Y no necesariamente termina en la muerte.

En el término de seis meses, asistimos a dos asesinatos de niños a manos de familiares directos.

No deberían agitarse banderas pregonando una supuesta inseguridad que no es tal, porque los delitos sobre niños, niñas y adolescentes se cometen, mayoritariamente, en el seno de la familia.

A Tomás lo mató su padrastro para “pegarle a su mamá donde más le dolía”.

A Martín lo asesinó su madre para “joder al padre”, según le dijo a algún medio.

¿Cómo se defiende un niño de pocos años frente a una agresión permanente que no necesariamente termina en la muerte?

Una mujer cordobesa irá a juicio oral por maltratar brutalmente a su beba de 13 meses, que no se dormía, durante una fiesta familiar de la que la madre quería participar.

Esa beba podría haber terminado muerta. O no fracturada. Con lo cual el maltrato que comenzó a conocer con apenas un año de vida estaría atrozmente naturalizado. Que le peguen es parte de la naturaleza. Simplemente “es”. Es lo que conoce y a lo que se acostumbró. No tiene manera de pedir ayuda.

Pero esa madre (a la que nadie debería haber obligado a serlo) la fracturó y por eso va a juicio.

Niños, niñas y adolescentes son los eslabones más débiles de la cadena. El maltrato infantil intrafamiliar es moneda corriente en las relaciones familiares. La violencia circula, va, viene, golpea a nuestros niños y a nuestras niñas.

La voz de los que no tienen voz para defenderse es la voz del Estado. Cuando la institución primera en la que niños, niñas y adolescentes deberían desarrollarse como sujetos íntegros, libres, seguros de sí mismos, comienza a ser un núcleo de maltrato y abandono, es otra institución la que debe velar por sus derechos, restituyéndolos cuando han sido vulnerados. Esa institución definitivamente es el Estado. Combatiendo, denunciando, previniendo, visibilizando el maltrato infantil intrafamiliar, desnaturalizándolo.

En la mitología, Medea mató a sus hijos para vengarse de Jasón. Y una loba dio de mamar a Rómulo y Remo. La maternidad y la mitología tienen tanta relación como la maternidad y la naturaleza... Sólo en la anécdota. Las infancias, el ser madre, el ser padre, tienen un innegable contenido social. La violencia también.

* Directora del Registro Nacional de Información de Personas Menores Extraviadas.

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