SOCIEDAD
› UNA CHICA APARECIO ASESINADA EN LAS VIAS DEL MITRE EN NUÑEZ
Morir a la hora del regreso a casa
Lucila Yaconi, de 16 años, fue estrangulada presuntamente por un conocido de ella. Un hombre dice que vio al supuesto asesino.
Lucila Yaconi, de apenas 16 años de edad, fue asesinada el lunes por la noche al borde de las vías del ferrocarril Mitre en el barrio de Núñez, a menos de 50 metros de su casa, donde la esperaban sus padres. Antes de morir asfixiada, sus gritos de pedido de ayuda lograron llegar hasta los oídos de un empleado de una fábrica cercana, de apellido López, quien se arrimó hasta el lugar para ver qué pasaba. Sin embargo, cuando el hombre estuvo a pocos metros de la joven, el presunto asesino le salió al cruce y le dijo: “No pasa nada, negro, andá que estoy con mi novia”. López le creyó y se fue. Cuando volvió, ya era tarde. La chica estaba muerta.
Al llegar al lugar del crimen, lo primero que pensaron los investigadores fue que se trataba de una violación, pero luego esta hipótesis fue descartada por los exámenes forenses, como también comenzó a perder fuerza la idea de que la muchacha había sido víctima de un delincuente desconocido. Ahora, la policía apunta sus miradas hacia el núcleo cercano de la víctima, ya que todo hace presumir que Lucila conocía a su agresor. Mientras tanto, una pregunta sigue dando vueltas entre los pesquisas: ¿por qué no pidió ayuda cuando López se acercó hasta ella? Quizá ya estaba muerta, quizá no esperaba semejante desenlace.
La calle Vilela al 1800, en el barrio de Núñez, no tiene salida. Al fondo, las vías del ferrocarril Mitre se interponen en su camino y un precario alambrado intenta impedir el paso peatonal por ese sector. Por ello, casi no hay movimiento de gente en la zona, a excepción de las travestis y prostitutas que aprovechan la oscuridad de la cuadra para convertirla por la noche en un albergue transitorio a cielo abierto.
Entrando por 3 de Febrero, justo en la esquina, se encuentra la casa donde vivía Lucila Yaconi junto con sus padres y su hermana mayor, y bien al final de la calle, pegado a la vía, hay una empresa de reparación de ascensores que ocupa ambos lados de la cuadra. “Ascensores Sansa, con más de 40 años en la zona”, aclara el dueño cuando se le pregunta por el nombre de su propiedad.
Fue allí, desde el fondo de este taller, donde se escucharon los últimos gritos de ayuda que pudo pedir Lucila antes de ser estrangulada hasta la muerte. “Dejame, dejame”, dice que escuchó suplicar César López desde la pequeña habitación donde este hombre de 38 años y oriundo de Los Polvorines prefiere quedarse a dormir antes que volver a su casa y gastar dinero en el viaje. Así, pese a que habitualmente no le da importancia a los gritos que oye –por el tema de las prostitutas y las travestis–, la desesperación en la voz de la muchacha lo sobresaltó y lo decidió a salir a ver qué pasaba.
Apenas se acercó al alambrado, pudo ver en medio de la oscuridad a una pareja. Un poco temeroso y aún dubitativo, López les chistó como para llamar su atención, para ver si todo estaba bien. “Andate tranquilo, negro, que estoy con mi novia”, fue la respuesta que recibió por parte del hombre, al que describió como una persona joven y de mediana estatura. La chica no habló.
Sin estar muy convencido, pero sin querer meterse tampoco en un problema íntimo de la supuesta pareja, López se alejó y se fue a comprar comida a un negocio cercano. Cuando regresó, media hora después, ya no escuchó nada, lo que lo intrigó profundamente. Por ello, pese a sus reparos, volvió a asomarse al alambrado y vio sobre el pasto que cubre el terraplén de las vías un bulto negro que le llamó la atención. “Inmediatamente se fue hasta la avenida Libertador y le dijo al policía que estaba de custodia lo que había visto, pidiéndole que lo acompañara hasta el lugar, donde el agente certificó que la chica estaba muerta”, explicó Niceto, el dueño de la empresa de reparación de ascensores. Eran sólo las ocho de la noche.
A pocos metros del cadáver, la policía encontró además la mochila de la joven con su billetera con al menos 15 pesos en su interior. Tras este hallazgo, los investigadores descartaron casi de inmediato el robo como móvil del crimen y comenzó a tomar fuerza la hipótesis de la violación,aunque esta idea también fue dejada de lado luego de la autopsia. “En principio no hay nada que indique que haya existido contacto sexual –informaron los voceros en base a los primeros estudios–, aunque lo que sí presentaba el cadáver era un golpe en uno de sus ojos y otro en la boca”.
Con estos datos en la mano, los policías y fiscales volcaron sus esfuerzos para dar con el paradero del agresor, para lo cual revisaron el cadáver en búsqueda de restos de pelo o piel que puedan haber quedado bajo las uñas de la muchacha tras la pelea, e hicieron un detallado rastrillaje en la zona. Además, por las dudas, tomaron muestras de sangre del propio López, para investigar una eventual vinculación del hombre con el hecho, y convocaron a los conductores de los trenes que pasaron por la zona a la hora del crimen para que declaren frente a la Justicia.
Si bien no trascendieron los resultados de los exámenes efectuados hasta ahora, según los primeros indicios todo hace presuponer que se trataría de alguien conocido de la joven. Sobre todo, a partir del hecho de que la muchacha no pidió ayuda cuando López se acercó al alambrado para ver qué pasaba. “De ninguna manera se descarta que el homicida sea un conocido y aunque la familia declaró que la chica no tenía novio, nuestra intención es hablar con las amigas para ver si existía algún chico con quien la joven tuviera alguna relación sentimental”, agregaron fuentes judiciales.
Producción: Damián Paikin
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