Jue 24.04.2003

SOCIEDAD

El hombre que mató a su mujer de doce balazos en un colegio privado

Entró al Sendas Verdes, de Almirante Brown. Fue a la oficina de su esposa, la administradora. Y le vació el cargador de una pistola. Luego se subió a su auto y se entregó a la policía.

Ni siquiera fue necesario ir a buscarlo. Cerca de las tres de la tarde de ayer, Alberto Gristaldi, de 51 años, se presentó en la comisaría de Longchamps, se bajó de su auto último modelo y con una pistola calibre 380 en su mano derecha se acercó al oficial de guardia y le dijo: “Arrésteme, sargento, acabo de matar a mi mujer allá en el colegio”. Quizás el oficial pensó que era una broma, pero el arma en la mano lo persuadió para que lo tomara en serio y lo arrestó. Minutos después, cuando la policía llegó al lugar donde supuestamente se había cometido el crimen, el colegio privado Sendas Verdes, encontró en el suelo el cadáver de Norma Espejón, quien trabajaba allí como administradora, con 12 balazos en su cuerpo, y a todo el cuerpo docente del colegio conmocionado por la sangre. El asesino no había mentido.
Más de 100 chicos de jardín de infantes y los últimos años de la EGB se encontraban en el colegio privado Sendas Verdes de Longchamps cuando ayer, cerca de las dos y media de la tarde, Gristaldi entró con su arma cargada a la escuela. Era una persona conocida por allí, no sólo por su relación con Norma, quien se encargaba de cobrar las cuotas de los alumnos, sino también porque era accionista de la cooperadora y habitualmente daba una mano en el colegio.
Muchos lo vieron entrar ayer en la oficina de administración donde trabajaba Norma. Todos sabían que desde enero la pareja se había disuelto y estaban tramitando su divorcio. Sin embargo, nadie presagiaba lo que pasaría minutos después. Los dejaron solos. Incluso una de las hijas de ambos que trabaja en el colegio como profesora de inglés y administrativa se fue tranquilamente del lugar para realizar algunas diligencias.
Aún no se sabe si discutieron o no, si había problemas de plata o sentimentales. Lo único seguro es que Gristaldi sacó su pistola y le pegó 12 tiros a su ex mujer, sin fallar un sólo disparo. Luego, se retiró del lugar, tomó su auto, un Ford Focus flamante, y salió rumbo a la comisaría, a unas 20 cuadras de distancia, donde se entregó. “Maté a mi esposa en la escuela... No está bien sacarle la vida a alguien, pero en este caso creo que hice bien”, relató en su declaración frente a la atónita mirada de los oficiales que lo custodiaban.
Mientras tanto, en el colegio, los empleados del lugar se empezaron a arremolinar alrededor de Norma intentando ver si aún estaba con vida. Pero las doce balas repartidas entre el mentón y el tórax que le disparó su ex marido habían terminado en el acto con la vida de esta mujer de 48 años. “Era una persona excepcional. Siempre con su cara angelical buscando la forma de ayudar a aquel que no tenía para pagar la cuota. Incluso, cuando recién me mudé, acompañó a mis hijos a mi casa porque yo no los podía ir a buscar. Eso no lo hace cualquiera”, recordó Mónica, una de las madres que se acercó hasta el lugar para llevarse a su hijo del colegio, lógicamente conmovido por los disparos, cuyo repiqueteo se había escuchado por todo el edificio.
“Afortunadamente todos los chicos estaban en clase en el momento en que sucedió el hecho y pudimos sacarlos por una puerta lateral sin que vieran nada”, dijo a Página/12 el titular de la comisaría de Longchamps, Ireneo Aguirre, quien explicó que el colegio permanecerá cerrado por duelo al menos hasta el lunes, aunque no existe ningún motivo legal para que no se puedan dictar clases allí. “Obviamente querrán recordar a Norma”, reflexionó.
Producción: Damián Paikin.

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