SOCIEDAD › SERVINI DE CUBRIA ARCHIVO LA CAUSA CONTRA EL EX SIDE RAUL MARTINS
Es el caso de las denuncias contra el ex espía y dueño de boliches que había iniciado su propia hija, Lorena Martins. El primer abogado de la mujer, que inició el expediente, tuvo un curioso viraje. Servini mandó a investigar un supuesto aporte a la campaña de Macri.
› Por Raúl Kollmann
La jueza María Romilda Servini de Cubría ordenó el archivo de la causa judicial iniciada con la denuncia de Lorena Martins contra su propio padre, el ex agente de la SIDE Raúl Martins. La decisión seguramente será apelada por la fiscalía a cargo de Federico Delgado y también lo hará la propia Lorena, a través de su nuevo abogado, Adrián Albor. Será la Cámara Federal la que tendrá la última palabra. Lorena Martins dio la dirección de los siete boliches que maneja su padre en la Argentina, relató cómo quebraban a las chicas, cómo llevaron muchas a México –donde Martins también maneja el prostíbulo más importante de Cancún– y con quién se relacionaba la organización en la policía y en la inspección de la Ciudad. Lo que Servini no archivó, sino que sacó copias para que se investigue, es un relato de Lorena sobre una visita a un funcionario del gobierno porteño en el que se entregaron 10.000 pesos o dólares para la campaña de Mauricio Macri.
En los últimos días, el abogado que acompañó inicialmente a Lorena a hacer las denuncias, Claudio Lifschitz, cambió de parecer de forma extraña. Desde su residencia en España, le mandó un escrito a la jueza en el que decía que toda la denuncia fue falsa y que él fue engañado, pese a tratarse de un hombre que revistó en Inteligencia de la Policía Federal, fue secretario de un juzgado y trabajó siete años en México con Raúl Martins. Cuando Página/12 publicó en exclusiva la denuncia de Lorena, Lifschitz –que mantenía por entonces una relación sentimental con la joven– tenía una intensa participación y aportaba casi diariamente elementos al expediente. Es más, fue él quien presentó a una chica, Carla, que fue llevada a México por su propia voluntad, pero que allí terminó en un verdadero infierno del que no podía escapar. Este relato, además, fue corroborado por la travesti Alejandra Deraux, quien actuó en un show en Mix, el boliche de Martins en Cancún, y allí encontró una chica que le relató exactamente lo mismo que denunció Carla. La escritora mexicana Lydia Cacho –que recientemente presentó su libro en Buenos Aires– también transcribió historias casi idénticas cuando entrevistó a chicas que estaban bajo el imperio de Martins en Cancún.
De lo poco que pudo conocerse de los argumentos de Servini es que archiva la denuncia de Lorena por “inexistencia de delito” y señala que la joven usó el expediente para “ejercer presión sobre su padre”. Desde el primer día estaba claro que existía un proceso de divorcio entre la madre de Lorena y su padre, algo que fue señalado por este diario y consignado por la joven en el expediente, pero el punto central era una descripción de cada uno de los boliches y la forma en que se quebraba a las chicas: las contrataban como mozas e incluso bailarinas, luego les ponían sanciones, multas, les daban un crédito, por ejemplo, para ponerse pechos y al final se producía la presión para que se prostituyeran. El relato es exactamente igual al que está surgiendo ahora en el juicio en Tucumán por la red de trata y la desaparición de Marita Verón. Desde que se inició el expediente Martins, que pasó por varios jueces y fiscales, no se realizó ni un solo allanamiento y tampoco se investigaron los movimientos de dinero de la organización.
Lifschitz se fue a vivir a España hace varios meses, después de la ruptura de su relación con Lorena. El estudio que integraba fue desplazado de la causa del divorcio de los padres de la joven. En ese expediente se dirime una fortuna importante, ya que Martins acumuló numerosas propiedades en la Argentina, México y otros países, así como supuestas cuentas en paraísos fiscales como Cancún. Lifschitz esperaba importantes honorarios de esa causa por divorcio. Lo cierto es que desde España envió un largo escrito en el que sostiene que la denuncia de Lorena –que lo tuvo como protagonista– es falsa y que él mismo nunca acusó a Raúl Martins por trata de mujeres o proxenetismo. Su argumento es que “la denunciante nos ha usado para criminalizar a su padre con datos falsos por no haber accedido a sus pretensiones coactivas”. Lo cierto es que Lifschitz conocía la organización de Martins casi mejor que nadie porque trabajó en ella siete años y denunció al padre de Lorena, en enero de 2007, porque con la connivencia de Migraciones de México armó una red de prostitución de chicas argentinas y brasileñas.
En los próximos días se presentarán las apelaciones al archivo de la denuncia y luego decidirá la Cámara, una vez que se sortee cuál es la sala que tendrá que evaluar el caso.
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