SOCIEDAD › UN ROBOT QUE TIENE LA MISIóN DE BUSCAR VESTIGIOS DE VIDA EN EL PLANETA ROJO
La máquina, un sofisticado laboratorio de 950 kilos, se posó en un cráter de suelo marciano, donde se supone que alguna vez hubo agua. Un científico argentino que trabaja en la NASA diseñó el programa que permitió un suave descenso.
Es, sin dudas, la máquina más grande y compleja que la humanidad haya instalado en otro planeta. Ayer, a las 2.32 hora argentina, el Curiosity fue suavemente depositado en el lugar de Marte donde pudo haber habido más agua: si alguna vez hubo vida en ese planeta, probablemente prosperó allí, y los sedimentos acumulados durante 3500 millones de años deben guardar la evidencia o albergar la vida, si todavía persiste. El Curiosity es un sofisticado laboratorio, que pesa 950 kilos y puede trasladarse mediante sus seis ruedas. Cuenta con un rayo láser capaz de pulverizar la roca para analizarla, con un taladro para extraer muestras del subsuelo, con un detector de agua. Dentro de un año, se desplazará hasta una montaña de 5000 metros donde continuará su trabajo. Su llegada al planeta rojo implicó atravesar los “siete minutos de terror”, como llaman los científicos de la NASA al lapso durante el cual la cápsula que trasladó el vehículo bajó su velocidad desde 20.000 a 2 kilómetros por hora. Un científico argentino diseñó el programa que permitió a la computadora de a bordo llevar a cabo ese descenso.
La cápsula que trasladó al Curiosity había sido lanzada el 26 de noviembre de 2011 desde Cabo Cañaveral, y en estos ocho meses y medio recorrió casi 570 millones de kilómetros. El aparato se posó en el cráter Gale, de 154 kilómetros de ancho. El lugar es uno de los puntos más bajos de la superficie marciana: se estima que allí convergían varios ríos, en el tiempo en que existía agua en el planeta: se fueron acumulando sedimentos, cuyo examen puede aportar información en el propósito central de la misión: averiguar si alguna vez en Marte existió vida o si todavía existe. Cuanto termine de efectuar las pruebas previstas en la zona baja del Gale, el “Curiosity” se trasladará hasta el monte Sharp, de 5000 metros de altura, que se alza en el centro del cráter; se cree que está formado por sedimentos, acumulados en etapas más vivaces de la existencia del planeta rojo, a lo largo de 3500 millones de años.
El laboratorio, un todoterreno provisto de seis ruedas, cuenta con 17 cámaras y un rayo láser capaz de pulverizar rocas para su estudio; también lleva una perforadora para penetrar en la roca y trasladar muestras a bordo y un dispositivo que detecta agua subterránea. Otro de sus dispositivos es la ChemCam, que incluye un telescopio, un láser y una cámara y fue construida en el Centro Francés de Estudios Espaciales. Otro instrumento es el detector de evaluación de radiación, que ya, durante el viaje a Marte, rastreó partículas emitidas por el sol, que pueden resultar peligrosas para los astronautas en caso de una misión humana a Marte, la cual no tendría lugar antes de 2030. Investigadores de la NASA admitieron que la radiación registrada se acercaría “significativamente” a la máxima tolerable por un ser humano.
La primera misión del Curiosity será efectuar comprobaciones de funcionamiento, que pueden llevar algunas semanas. Luego dedicará varios meses a efectuar investigaciones diseñadas por un equipo de 400 científicos. Después se trasladará al monte Sharp, donde comenzará a trabajar dentro de aproximadamente un año.
La duración prevista de la misión es de dos años, pero se anticipa que la actividad podría continuar por lo menos un par de años más. Los últimos dispositivos que la NASA había enviado a Marte, en 2004, funcionaban mediante energía solar; su duración prevista era de tres meses pero uno de ellos duró más de seis años y el otro todavía está en operación. Curiosity se abastece mediante un pequeño reactor nuclear.
El punto más delicado de la operación fue lograr que el vehículo se posara sobre la superficie marciana con la suavidad necesaria para no dañar sus aparatos. Los científicos de la NASA habían bautizado como “los siete minutos de terror” a esta fase de la operación, durante la cual la velocidad se redujo desde 21.243 kilómetros por hora a 2,74 kilómetros por hora (ver aparte). La misión Curiosity costó 2500 millones de dólares.
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