Jue 30.08.2012

SOCIEDAD  › UNA EXPOSICIóN SOBRE SERVICIOS FúNEBRES Y LAS úLTIMAS TENDENCIAS EN VELORIOS

A cruzar los dedos antes de entrar

Las empresas locales de cochería inauguraron ayer en Buenos Aires la Funexpo, una muestra sobre la industria del ramo. Cajones automáticos, velorios con webcam, tanatopraxia. Cómo competir en un mercado que factura cuatro mil millones de pesos por año.

› Por Soledad Vallejos

“Lo único seguro en la vida es esto”, dice el empresario fúnebre Antonio Flores. Alrededor reina el silencio. Un poco más allá del coqueto sector de sillones blancos, apenas traspasan la puerta, los visitantes se topan con cuatro ataúdes que giran, verticales, como en una calesita sin descanso; de uno totalmente estático emerge un mar de volados blancos. Otros tantos, en posición horizontal, parecieran más tradicionales, hasta que lentamente, sin que nadie se acerque, nadie lo toque, por puro automatismo de un dispositivo mecánico, se ve la tapa de uno subir y bajar. Desde ahí hasta los sillones, cualquiera puede encontrar también fotos de ¿falsos? difuntos, servicios web posmortem, especialistas en nuevas tendencias de cuidados estéticos prevelatorio, formación académica para gestión de cocherías, joyas con diamantes fabricados a partir de cabellos humanos... Porque lo único seguro en la vida es que las personas, tarde o temprano, mueren, y allí comienza “un evento más en la vida social”. Es que hasta mañana en Costa Salguero se realiza por tercera vez Funexpo, la “Convención Internacional de Servicios Exequiales” que reúne a gran parte de la industria fúnebre local con pares de la región y más allá.

Nieto del fundador de Empresa Flores, cochería tradicional de Tucumán, hijo del continuador, padre de las nuevas incorporaciones en la firma, el empresario Flores conoce el paño lo suficiente como para decir que hay algo así como una nueva muerte: “una forma moderna”. Así como hay ceremonias para nacimientos, bautismos, comuniones, bodas, la muerte está dejando de ser algo solamente triste para volverse un evento social más. “Aquello se festeja; ahora el velatorio está adquiriendo cada vez más la forma de homenaje”, no sólo en países de tradición sajona y consumismo para cada etapa de la vida, sino también, sorpresa, en Argentina.

Entonces, ¿hay nuevas tendencias en la industria porque hay otras maneras de ver la muerte? Sin ser tan taxativo sobre qué comportan las miradas, de lo que Flores no tiene dudas es de que en Argentina ese universo de empresas generalmente familiares (“la gran mayoría son pymes”) en el que también destacan algunas, aunque pocas, corporaciones (“más que nada en Buenos Aires”) y algunos capitales extranjeros (chilenos, norteamericanos, españoles), se está profesionalizando. “Hay que competir, diferenciarse. Por eso crece la oferta de servicios” asociados con aquello que el muerto no verá, pero sus deudos definitivamente sí. De acuerdo con las últimas estimaciones de la Federación Argentina de Entidad de Servicio Fúnebre y Afines (Fadedsfya, el equivalente a una cámara profesional del sector), en el país cada año se facturan más de cuatro mil millones de pesos en el sector de servicios exequiales. A esos números se los puede desglosar en más de 26 mil servicios cada mes (cada servicio puede oscilar entre los 3 y los 90 mil pesos), repartidos entre cerca de 1500 empresas funerarias y más de 400 cementerios privados. Casi veinte mil personas viven de esta industria en el país. Y el número, como la oferta, crece.

Como la vida, la muerte está cada vez más animada por cuidados cosméticos, busca de prolijidad, servicios prepagos y hasta nuevas tecnologías. No sólo en los últimos diez años los pedidos de cremación treparon de un dígito a casi el 40 por ciento de las opciones. También se está volviendo, sino furor, al menos tendencia marcada la tanatopraxia. “Tiene sus beneficios”, explica Flores al referir la práctica de adecuar el cuerpo “para que esté más presentable”. “La muerte es un sufrimiento, estresa al cuerpo, por eso adecuarlo, que es más que maquillarlo, sirve para que la persona tenga realmente aspecto de dormida” y su última imagen, la que perdurará en los deudos, resulte, por así decirlo, más vital. Ese trabajo, que realizan profesionales formados en el exterior (“acá ahora algunos de esos que viajaron empiezan a formar a otros. Yo hice viajar a empleados míos, uno estuvo seis meses estudiando en España”, cuenta Flores), que no demora más de una hora, ya no limita su público a ricos y famosos, en especial porque no resulta demasiado costoso.

Además, la labor de embellecimiento puede tener públicos impensados, gracias a las tecnologías. Es un servicio más, ni el hit ni el menos valorado, pero existe y sí, se usa: algunas casas fúnebres ofrecen el servicio de transmisión web de velatorios. Es tan sencillo como que la cámara instalada en la sala mortuoria transmite su señal online. La cochería brinda a la familia del difunto un código único, con el que cualquiera, conectado a Internet desde cualquier lugar del mundo, pueda ingresar y compartir el momento. Se estila.

En Argentina, el de la industria de las exequias es, cree Flores, un universo de tradiciones: tal vez por eso cuesta innovar, o al menos homogeneizar ciertas costumbres. Por ejemplo, el “seguro de sepelio”. En el interior, cuenta el empresario, “se usa mucho. Explotamos ese seguro que es como uno de vida pero para el sepelio. Vos pagás una cuota mensual, y cuando sucede un siniestro, estás cubierta. En Buenos Aires no se usa. En el interior solemos hacerlo porque lo cobra directamente la empresa fúnebre, pero acá por lo general ese seguro es independiente de la empresa, lo cobra otro sector, que después contrata puntualmente a la empresa. Es cuestión de costumbres. En Estados Unidos también se usa mucho, allá lo llaman pre-need. Y en España, seguro de deceso”.

–En Argentina, ¿hay indicadores de que la industria exequial vaya a crecer hacia esas costumbres de consumo al estilo de las norteamericanas?

–Sí, claro que sí. Pero va a llevar tiempo. Yo diría que en diez años la industria va a ser otra. Mucho más grande. Es cuestión de tiempo y trabajo.

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