SOCIEDAD › LA IGLESIA DE LA UNIFICACIóN DESPUéS DE MOON
Terminadas las exequias del líder Sun Myung Moon, la iglesia que creó y, sobre todo, el imperio económico que montó están en riesgo. Los hijos de Moon podrían terminar en una escisión.
La muerte de Sun Myung Moon priva a la Iglesia de la Unificación de un dirigente carismático, motor de su éxito comercial y religioso, y la secta se enfrenta ahora a un futuro incierto cuando el número de sus fieles cae desde los años ’80.
La Iglesia de la Unificación nació de las ruinas de la guerra de Corea (1950-1953) y se exportó con éxito a varios países, incluido Estados Unidos, donde el movimiento supo seducir a los conservadores al igual que a los ex hippies desorientados. El movimiento, considerado una secta en numerosos países, reivindica tres millones de fieles. Los expertos estiman que son más bien unos centenares de miles y apuntan a que la iglesia es sobre todo un imperio económico.
La muerte de su fundador, a los 92 años, constituye “una etapa crucial”, según Tark Ji-Il, profesor de teología en la Universidad presbiteriana de Busan. Tark y otros expertos apuntan a los riesgos de conflictos familiares entre los hijos para dirigir este imperio religioso y comercial, cuando ninguno está dotado de la misma autoridad o influencia ante las congregaciones extranjeras. Los hijos “tienen sus propios fieles y no podemos excluir escisiones”, añade Tark Ji-Il.
Fundada en 1954, un año después del fin de la guerra de Corea, la Iglesia de la Unificación tuvo inicios complicados, como muchos movimientos religiosos. Los grupos tradicionales la consideraban herética, ya que su fundador afirmaba haber sido elegido por Jesús.
Sun Myung Moon optó por la proximidad con el gobierno surcoreano de la época, un régimen militar, como estrategia de supervivencia, en vez de focalizarse en la doctrina religiosa, según destaca Kim Heung-Soo, profesor de cristianismo en Corea en la Universidad de Mokwon. “Por ejemplo, hizo de la lucha contra el comunismo uno de los principales credos de la iglesia”, apunta el profesor.
Para David Bromey, profesor de estudios religiosos en la Virginia Commonwealth University, Moon, que se instaló en Estados Unidos en 1972, lo hizo en el momento adecuado. “La contracultura perdía parte de su atractivo, la guerra de Vietnam se terminaba y había mucha gente que abandonaba movimientos y buscaba algo nuevo”, explica. Pero a su juicio, la influencia del movimiento Moon siempre se exageró. “La iglesia reivindicaba un gran número de miembros y sus detractores daban cifras todavía más importantes para demostrar su peligrosidad”, subraya Bromley.
El verdadero don de Moon fue saber rodearse de personas con talento empresarial, sobre todo en Japón y en Estados Unidos, que transformaron su iglesia en un imperio económico y lo convirtieron en multimillonario. “Se convirtió rápidamente en un imperio comercial tanto como religioso”, estima Tark Ji-Il.
Después de haber alcanzado su pico durante los años ’80, la iglesia perdió poco a poco su influencia y muchos fieles la fueron abandonando, debido a los cambios sociales y políticos en Corea del Sur –fin de los regímenes autoritarios– y a varios escándalos.
Para Tark Ji-Il, la herencia de Moon no será religiosa, sino comercial.
“El problema es que las inversiones económicas no necesitan un apartado religioso”, añade el profesor. Moon era el cimiento que mantenía a la Iglesia de la Unificación, pero ahora sus numerosos hijos se repartirán el imperio, apunta. “¿Seguirán los fieles dando ampliamente el dinero a los hijos o ahora cada congregación decidirá seguir su propio camino?”, pregunta Tark Ji-Il.
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