Jue 21.02.2002

SOCIEDAD

El espanto que viajó en tren a orillas del Nilo

Unas 400 personas murieron en Egipto por un incendio en un tren en movimiento.

El tren salía de El Cairo, con 16 vagones repletos de familias rumbo a la zona rural para celebrar el Día del Sacrificio, el festejo musulmán más importante del país. Y el nombre de la festividad quedó convertido en una fatídica realidad: un incendio devoró siete vagones, con el tren en pleno movimiento y con su maquinista sin saber lo que estaba ocurriendo. Unas 400 personas murieron atrapadas en las llamas. Algunos lograron salvarse tirándose por las ventanas, aunque varias decenas de cadáveres quedaron esparcidos a lo largo de diez kilómetros de trayecto.
“Nos empujábamos unos a otros y nos ahogábamos por el humo. Nos lanzábamos unos a otros por las ventanas”, fue la descripción del horror de uno de los pasajeros que sobrevivió.
Con su sistema de tren obsoleto, Egipto ostenta un lamentable record de accidentes ferroviarios. Pero el de ayer se convirtió en el más impresionante de toda la historia del país. El tren llevaba miles de familias en un recorrido que atraviesa todas las ciudades que se encuentran a orillas del río Nilo a lo largo de un trayecto de 800 kilómetros entre El Cairo y Asuan. La mayoría viajaba para estar con sus familiares a la hora de celebrar la fiesta religiosa de Al Adha. Y la mayoría también era gente de origen humilde.
Todo indica que una pequeña garrafa de alguien que pretendía hacerse un té –el viaje dura unas 12 horas– estalló alrededor de las dos de la mañana, hora egipcia, en el último vagón. La falta de condiciones de seguridad, los vagones atestados de gente y la vetusta estructura del tren hicieron el resto.
En cuestión de minutos, el fuego pasó de vagón en vagón, mientras la gente no podía hacer lo mismo, porque muchas de las puertas quedaron trabadas, igual que infinidad de ventanillas. Cada vagón resultó una cárcel de fuego de la que era imposible escapar. Y de la que el maquinista se enteró mucho después: el tren en llamas siguió su marcha por varios kilómetros.
De las pocas ventanillas que lograban ser abiertas, la gente se tiraba con la formación en movimiento. Algunos lograron salvar así sus vidas, pero al menos 44 personas terminaron muertas y esparcidas a lo largo de diez kilómetros paralelos a las vías.
Cuando el tren finalmente se detuvo, a unos 70 kilómetros de El Cairo, las ambulancias y los bomberos tardaron una hora en llegar, mientras el fuego seguía devorándolo todo. Pero cuando llegaron, la zona en la que estaba detenido el convoy era inaccesible por el agua de un canal paralelo a las vías. Entonces el tren debió retroceder cinco kilómetros para que los bomberos llegaran con las mangueras a apagar lo que quedaba del fuego.
El incendio duró en total casi cuatro horas y el rescate de los cadáveres se prolongó durante todo el día. “Los cuerpos estaban calcinados de tal manera que uno no sabía si era el cadáver de un niño o un pedazo del cuerpo de un adulto”, señaló un socorrista. Otro contó que al lado de las puertas de los vagones se apilaban decenas de cadáveres de quienes pretendían huir del fuego. También había cuerpos calcinados que colgaban de las ventanas.
Unas 60 personas resultaron heridas de diversa gravedad, según fuentes oficiales, que además descartan que haya extranjeros entre las víctimas. Cada año, las autoridades egipcias gastan fortunas en indemnizaciones para compensar a las víctimas de los frecuentísimos accidentes de trenes. El gobierno de Hosni Mubarak ya había sido criticado por no utilizar ese dinero para mejorar la infraestructura ferroviaria.

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