SOCIEDAD › MILES DE PERSONAS CELEBRARON EL AñO NUEVO JUNTO AL MAR
Unas 250 mil personas llegaron a Mar del Plata para el fin de semana largo de Año Nuevo. El frío y la llovizna no impidieron el festejo en la Rambla, donde turistas y marplatenses siguieron la fiesta de fuegos artificiales.
› Por Eduardo Videla
Desde Mar del Plata
En los últimos diez minutos de 2012, el Boulevard Peralta Ramos es casi un desierto. Hace frío, el viento sopla fuerte desde el mar y cada tanto se descarga una llovizna helada. En la Rambla, frente a Playa Grande, un par de grupos de jóvenes y algunas familias que se acercaron en auto se atreven a desafiar al clima: allí, frente a uno de los hoteles top de Mar del Plata, se ubica uno de los clásicos puntos de encuentro donde turistas y marplatenses se dan cita cada 31 de diciembre, como un rito, para dar la bienvenida al nuevo año.
Diez minutos después, sobre la hora que marca el cambio de calendario, el paisaje se trastrueca: una multitud se agolpa en la entrada del hotel y así, protegida de la lluvia, asiste al espectáculo de los fuegos artificiales lanzados desde la humedad de la Rambla. Cada cual lleva lo que puede, una botella de champán o una sidra, tomada discretamente del cuello o con las correspondientes copas para el brindis y los buenos deseos.
Y el boulevard, que hasta recién estaba desierto, ahora es transitado por una caravana de autos que va o viene desde el centro, y sus ocupantes hacen sonar las bocinas o saludan hacia el hotel como si entre los que allí festejan hubiera algunos famosos o, al menos, integrantes de sus séquitos. Nada de eso. Debajo del techo se mezclan familias con niños o hijos adolescentes, jóvenes que ya transitan la primera previa del año, hombres solitarios, parejas maduras y algún grupo con aspecto de venir festejando desde el 24 a la noche.
“Hace cinco años que venimos y es la primera vez que hace tanto frío”, dice Estela, que llegó desde el Gran Buenos Aires para pasar las fiestas con su familia. Después del brindis, cuando la lluvia arrecia, la mujer saluda a los desconocidos que tiene cerca, y sube al auto con su familia para buscar un refugio.
Los fuegos estallan ahí nomás, sobre las cabezas de todos, a pesar de la llovizna, pero no son nada en comparación con los que se divisan hacia el sur, en la zona del Puerto y Punta Mogotes, donde los destellos se prolongan incesantes.
En la esquina del Boulevard y Quintana, a una cuadra del hotel, un grupo de osados prende las cajas con juegos de luces en el medio de la calle: como un piquete luminoso, los fuegos interrumpen el tránsito durante varios minutos. Los autos esperan: nadie está tan apurado como para correr el riesgo de atravesarlos.
La lluvia había castigado a la ciudad en la madrugada del lunes, que amaneció fresco. Pese al viento, fue un día de playa. Pero a la noche la temperatura bajó en forma drástica. De todas maneras, hubo festejo.
Miles de turistas habían llegado el fin de semana para pasar las fiestas de fin de año junto al mar. Otros adelantaron sus vacaciones de enero y sumaron los últimos días del año. Los primeros regresaron ayer a Buenos Aires y otros destinos. En total, fueron 250.000 los que arribaron a Mar del Plata durante el fin de semana largo por el Año Nuevo, movilizados en 55.000 vehículos, según datos que divulgó ayer el gobernador Daniel Scioli.
El gobernador estuvo ayer a la mañana en el puesto caminero del kilómetro 393 de la Ruta 2, a la altura de Camet. Allí recordó que en esa autovía se dispusieron “90 patrulleros y 120 motocicletas para reforzar los controles de seguridad y viales”. Y precisó que “hay 8100 policías a lo largo de 1200 kilómetros de costa”. Como no todo es seguridad, agregó que para el operativo de verano, “se reforzó el sistema de salud, con la disposición de un helicóptero sanitario y de guardavidas para el sector de playas”.
Pese a que ayer era un día clave para el tránsito en la ruta, porque se iban los que vinieron a pasar el fin de semana y llegaban los que iniciaron sus vacaciones en la primera quincena de enero, la circulación se hizo sin inconvenientes, salvo a última hora, cuando el tránsito hacia Buenos aires se hizo más intenso.
El primer día de la temporada no pintó para playa. Con las calles y la arena todavía mojada y el viento frío que seguía soplando desde el mar, la ciudad parecía vacía al mediodía y pintaba para una de esas jornadas que suelen dedicarse a una visita al puerto o una caminata por la peatonal.
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