SOCIEDAD › MEDIA SANCIóN EN EL PARLAMENTO INGLéS AL MATRIMONIO ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO
La Cámara de los Comunes aprobó por 400 contra 175 el proyecto de matrimonio igualitario presentado por el gobierno conservador. La aprobación desató un cisma en el partido gobernante. Permitirá el matrimonio civil y la celebración de bodas religiosas.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
El matrimonio gay dividió a los conservadores por la mitad y dejó malherido al primer ministro David Cameron y su atribulado proyecto “modernizador”. Más de la mitad de los 303 diputados conservadores, incluyendo varios miembros del gabinete, se abstuvieron o votaron en contra del proyecto, que sobrevivió gracias a una alianza de los conservadores más abiertos, sus socios en la coalición, los liberal-demócratas, y la oposición laborista.
La victoria en la aritmética parlamentaria fue inequívoca. De la Cámara compuesta por 303 diputados conservadores, 255 laboristas y 57 liberal demócratas, recibió el respaldo de 400 diputados, mientras que 175 votaron en contra. El problema para Cameron es otro. De los 175 diputados que rechazaron el proyecto, 139 pertenecen a las filas del partido de Cameron, que cuenta con 303 diputados. En las encuestas previas, tres de cada cinco votantes se mostraron a favor del matrimonio homosexual, pero uno de cada cinco conservadores señalaron que no votarían al primer ministro en 2015 si avanzaba con el proyecto.
El primer ministro defendió ante sus propias huestes y la sociedad su determinación de avanzar con el proyecto de ley diciendo que es un “firme creyente en las virtudes del matrimonio” y no quiere que los homosexuales “estén excluidos de esta gran institución”. El tono antidiscriminatorio del argumento y la pátina progresista que tiene una ley a favor del matrimonio gay son los últimos vestigios del proyecto modernizador que lanzó al ser elegido en 2005 líder de su partido que acababa de caer derrotado ante los laboristas por tercera vez consecutiva.
Este proyecto modernizador apuntó a suavizar la imagen conservadora vinculada al thatcherismo, a perfilarse como guardianes de los servicios públicos en vez de privatizadores a ultranza, a promover una agenda social en vez de estigmatizar a los pobres y a tener una actitud “liberal” (término equivalente a progresista en estas islas) frente a temas sociales. Con el estallido financiero de 2008 y la recesión, los pilares de este proyecto, que había sido más discursivo que programático, fueron cayendo uno tras otro. Con la victoria de 2010 se desmoronaron. La coalición que formó con los demócratas liberales aprobó uno de los ajustes más duros del mundo desarrollado y volvió a la estigmatización de los pobres que, según el ministro de Trabajo y Pensiones, Ian Duncan Smith, deben su situación no a la lotería social del nacimiento sino a sus defectos morales.
Entre las bases conservadoras, el proyecto modernizador nunca fue popular. Atizados por el tabloide populista ultra Daily Mail y el Daily Telegraph, las críticas a Cameron han crecido de la mano de la crisis económica. Cuando la coalición llegó al gobierno, el Reino Unido empezaba a recuperarse de la recesión y exhibía un tímido crecimiento del 1,7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). El draconiano plan de ajuste ahogó esa vacilante recuperación: hoy el Reino Unido está al borde de la segunda recesión en un año. En las encuestas y elecciones locales el descontento es claro: los laboristas terminaron 2012 con una ventaja de seis puntos en los sondeos. En las últimas semanas se han multiplicado los rumores de complots contra el primer ministro.
El jueves pasado altos dirigentes tories confirmaron al The Guardian que el primer ministro podría enfrentar una moción de censura de su propio partido el año próximo si no mejora en las encuestas y quedan mal parados en las elecciones locales y europeas. Unos días antes la usina de rumores parlamentarios ventilaba un plan similar, pero para 2015, en caso de que Cameron no ganara con mayoría propia las elecciones. El viernes el Daily Mail señaló que si se confirma en abril que el Reino Unido está otra vez en recesión la primera cabeza en rodar sería la del ministro de Finanzas George Osborne.
El matrimonio gay ha sido una ofensa mayor porque a diferencia de los debatibles avatares económicos es una decisión adoptada por el primer ministro que va en contra de los valores más tradicionales del partido. Unos 25 presidentes y ex presidentes de asociaciones conservadoras le entregaron a David Cameron una carta el domingo advirtiéndole que el proyecto no había sido apropiadamente debatido y que las deserciones del partido “se están multiplicando”. El gobierno estimó recientemente que el matrimonio homosexual podía aportar hasta 14,4 millones de libras (16,7 millones de euros) a la economía británica, gracias a las celebraciones.
Por el lado laborista, cuyo apoyo permitió que el proyecto fuera aprobado sin el respaldo del propio partido de Cameron, el líder de la oposición laborista, Ed Miliband, dijo que “es un día de orgullo y un importante paso adelante en la lucha por la igualdad en el Reino Unido”. El debate de más de seis horas fue tenso. Partidarios y detractores del matrimonio igualitario abogaron, en un caso, por la igualdad de derechos y, en el otro, insistieron en que la unión entre parejas del mismo sexo no puede considerarse un matrimonio. La ministra de Cultura e Igualdad, la “tory” Maria Miller, apuntó en la apertura del debate que el concepto del matrimonio ha cambiado a lo largo de los siglos y que las creencias religiosas y la igualdad de derechos no son incompatibles. Ese mismo argumento había sido defendido por destacados representantes del Partido Conservador como el ex primer ministro John Major (1990-1997), el alcalde de Londres, Boris Johnson y, hoy mismo, por los titulares de Exteriores, Interior y Economía. En su contra, el sector más tradicionalista de los “tories” argumentó en los Comunes contra un plan que no fue incluido en su programa electoral y que considera inoportuno con vistas a revalidar la victoria en los comicios generales de 2015.
El proyecto prevé legalizar el matrimonio civil entre personas del mismo sexo y permitir la celebración de bodas religiosas a las confesiones que deseen hacerlo, con la excepción explícita de las iglesias de Inglaterra y de Gales oficiales, que se oponen tajantemente al matrimonio entre personas del mismo sexo. La legalización de los matrimonios igualitarios, una promesa de campaña de los liberal-demócratas, socios minoritarios de la coalición gubernamental, permitirá también a las personas que cambien de sexo permanecer casadas, algo que hasta ahora era ilegal.
Se trata de una reforma modesta, puesto que el Reino Unido permite ya desde 2005 las uniones civiles entre parejas del mismo sexo, que tienen también derecho a adoptar hijos y a recurrir a madres de alquiler, siempre que éstas no reciban una remuneración en contrapartida.
Con el voto a favor, el proyecto pasa a la Cámara de los Lores que votará en mayo y, según el procedimiento legislativo británico, vuelve a diputados para una segunda votación que la convertirá en ley. El tema ya no es si los homosexuales podrán casarse a partir del año próximo: eso está descartado. El tema es si el primer ministro no ha generado un malestar interno en su partido que le puede costar el puesto o las elecciones de 2015.
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