SOCIEDAD › UN CURA DE ENSENADA QUE LUCHA CONTRA EL PACO
Christian Viña tiene un hogar para chicos a los que ayuda a salir de la adicción al paco. Fue amenazado por un grupo de jóvenes que también provocaron destrozos en el lugar.
El sacerdote Christian Viña, que tiene un hogar en la periferia de La Plata donde ayuda a chicos a salir de la adicción al paco, denunció ayer que viene recibiendo amenazas y actos de vandalismo de parte de jóvenes que, aparentemente, son los que venden la droga en esa zona de la capital bonaerense. “Un joven me amenazó y en medio de insultos y escupitajos me dijo que iba a matarme si seguía adelante con la tarea que estamos desarrollando”, les dijo Viña a los periodistas. La amenaza, que fue hecha cara a cara por un joven que no fue identificado, ocurrió el sábado 15 de junio. Una semana después, otros dos jóvenes destrozaron una placa en el lugar donde se asiste a los chicos que consumen paco y recién en ese momento Viña resolvió hacer la denuncia en la comisaría local.
Viña es párroco de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en el barrio Cambaceres, en las afueras del Gran La Plata, y desde su llegada al templo encaró una tarea social que consiste en brindar asistencia y contención espiritual a un grupo de niños de la zona que viven en la calle y que consumen paco en forma habitual.
En la primera amenaza recibida, además de la agresión personal, Viña fue conminado por el joven que lo increpó a que abandonara “la obra de un oratorio que estamos construyendo y en el que estamos intentando sacar a niños y adolescentes de las adicciones”. El cura reflexionó que esa situación vivida y el posterior destrozo de la placa del oratorio “están demostrando que hay gente que no quiere que continuemos con esta tarea”. La placa fue “destrozada con un hacha” por dos jóvenes.
El primer hecho de violencia ocurrió el sábado 15 de junio, pero Viña recién hizo la denuncia una semana después ante la comisaría primera de Ensenada, con jurisdicción en la zona. “Está claro que lo que hacemos está incomodando a alguien”, insistió Viña, quien ya había realizado tareas similares, para alejar a los chicos de la droga, junto con el cura José María “Pepe” Di Paola, de la Villa 21-24 del barrio porteño de Barracas.
En su momento, Pepe tuvo que viajar al interior del país, hasta esperar que la situación se calmara, por recomendación de sus superiores de la Iglesia Católica. Lo sucedido con Di Paola provocó incluso la intervención directa del entonces cardenal Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco. Viña trabajó junto a Pepe cuando era seminarista.
Viña precisó que la placa destrozada a hachazos “era la que identificaba al lugar donde vamos a seguir trabajando con los chicos para tratar de sacarlos de la droga. Es una lástima porque era una obra realizada por el fileteador Martiniano Arce”. Además de presentar la denuncia en la seccional primera de Ensenada, Viña se reunió con el intendente local, Mario Secco, y con la secretaria de Seguridad, Susana González. Ambos se comprometieron “a reforzar los controles en el barrio”.
“Tuve miedo”, admitió el sacerdote, refiriéndose a las situaciones vividas, pero de todos modos aseguró que piensa “seguir adelante con la misión pastoral y social que emprendimos, junto a tantos chicos abandonados a su suerte en las calles y sumidos en las drogas”. Al mismo tiempo, pidió a los fieles que recen por los chicos que lo agredieron.
“En cada misa y en las distintas oraciones del día estamos rezando por la conversión de quienes hicieron esto. El oratorio sólo busca sacar a chicos de la calle y llevarlos al corazón de Jesús. Y, obviamente, no es para mal de ninguno, sino para el bien de todos”, argumentó.
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