SOCIEDAD › EL JUEZ DISPUSO CASI 50 NUEVAS MEDIDAS PARA ACELERAR LA INVESTIGACION DEL CASO ANGELES
El magistrado busca despejar todas las dudas pendientes para poder cerrar el caso cuanto antes. Por eso mañana notificará a las partes sobre su “decreto-ómnibus” en el que ordena las nuevas medidas con las que pretende sumar más pruebas contra el portero.
› Por Raúl Kollmann
Para el juez Javier Ríos y la fiscal María Paula Asaro no hay la menor duda de que Jorge Mangeri mató a Angeles Rawson. Es más, suponen que el encargado actuó solo. Pero la idea del magistrado es apurar el paso y cerrar la investigación. Por lo tanto, mañana notificará a las partes de un decreto-ómnibus por el cual ordena casi 50 medidas con las que pretende agregar más pruebas contra el encargado, ver si puede llenar los casilleros vacíos del caso –el móvil, el lugar del crimen, la forma en la que llegó el cuerpo al sistema de residuos–, pero también definir si alguien más participó. Una parte importante de las medidas dictadas por el magistrado fueron pedidas por la fiscal, el abogado de Franklin Rawson, padre de Angeles, Pablo Lanusse, y la defensa que encabeza Miguel Angel Pierri. Entre las medidas no está la toma de declaración testimonial al padrastro de Angeles, Sergio Opatowski, ni al hermano menor, Axel, porque el juez no los puede descartar todavía como protagonistas del caso. Por ello avanza con otras medidas y luego decidirá. En paralelo correrán los vericuetos legales, el pedido de nulidad y la apelación. Ambos planteos de la defensa tienen muy pocas chances de prosperar (ver aparte).
El juez y la fiscal están convencidos de que incluso con el estado actual de la investigación hay prueba suficiente hasta para condenar al encargado. Las evidencias están enumeradas en el procesamiento de Mangeri:
- El ADN del portero en las uñas de Angeles
- Los rasguños que Mangeri tiene en el cuerpo y que son rastros de la defensa de la chica
- El hecho de que el encargado estaba cuando entró la chica y ésta no llegó al departamento, algo que se corroboró públicamente con las imágenes de Angeles que difundió C5N, cuando la chica iba llegando al edificio y sacaba las llaves para entrar. A la par corre el sólido testimonio de la empleada doméstica, Dominga, que certifica que no llegó al departamento.
A Angeles la mataron el lunes 10 de junio. El martes 11 apareció el cuerpo y el miércoles 12 se hizo el velatorio desde el atardecer. A la noche, la fiscal Asaro decidió el allanamiento del edificio de Ravignani y el departamento de la familia de Angeles. Acompañada por funcionarios de su fiscalía y policías federales, Asaro también se fijó en las cámaras que había en los edificios aledaños y descubrió justamente la que tomó las imágenes difundidas esta semana, en que se ve llegar a la chica.
La fiscal le pidió al portero de ese edificio ver de inmediato las imágenes del lunes y efectivamente se las mostraron. Asaro se sentó en una silla y detrás de ella se ubicó Mangeri, que –como todos los medios pudieron captar– estaba en la puerta del edificio de Ravignani. Fue el propio Mangeri el que dijo: “Ahí está, ésa es Angeles”. Ello demuestra que en aquel momento, Mangeri no era ni remotamente un sospechoso. Lo tenían de valioso testigo de lo que pasaba en el edificio. Días más tarde, el padre de Angeles, Franklin Rawson, confirmó que la chica que se acercaba al edificio y sacó las llaves para entrar era su hija. Todo está en el expediente.
Lo que está en el procesamiento es lo que sindica a Mangeri como el autor del homicidio, pero también van en el mismo sentido las pruebas que no están en ese dictamen del juez, por razones legales o porque surgieron después.
- La confesión ante la fiscal. Esta en un acta firmada por Asaro y por el actuario de la fiscalía. Hay más de un juez que considera que se trata de una evidencia válida, en tanto fue espontánea y libre. Lo concreto es que Mangeri dijo “fui yo”.
- Se negó a declarar en tres oportunidades: desde el punto de vista legal no puede ser tomado como una prueba en su contra, pero la realidad es que pasó más de un mes del crimen y el encargado no sale –como lo haría cualquier mortal– a defenderse y a decir que se trata de una patraña.
- El primo policía terminó de hundirlo. Como lo adelantó en exclusiva este diario, Cecilio dejó entrever que Mangeri estaba huyendo cuando lo fue a ver y le pidió hablar dentro de su camioneta.
- Las contradicciones del encargado en la testimonial son innumerables. Incluso abarcan los supuestos aprietes, que al final nunca fueron realmente denunciados.
El juez firmó el decreto-ómnibus el viernes a última hora. Hasta ese momento, ordenaba 47 medidas, pero no se descartaba que agregara algunas más.
Ni Ríos ni Asaro se toman la feria judicial. Desde mañana mismo empiezan a tomar declaraciones testimoniales que el juez ordenó en su nuevo dictamen. Tendrán que pasar por el juzgado miembros de la Ceamse, vecinos de Ravignani, testigos de secuestros de pruebas, genetistas, médicos y muchos más.
El detalle es que ni Opatowski (Pato, como le dicen) ni Axel, el hermano menor de Angeles, están citados. Tanto el juez como la fiscal creen que no tuvieron nada que ver, pero no quieren sacarlos de escena en forma apresurada.
Respecto de Opatowski, se libró un pedido al Banco Macro para que acredite si el padrastro fue a cobrar una pensión en la mañana del 10 de junio. Se trata de una sucursal en el centro. Jimena –la esposa de Sergio– declaró que Pato fue a hacer ese trámite. Si esto se verifica, está claro que Opatowski no estuvo en el edificio de Ravignani a la hora en que mataron a Angeles.
También el juez quiere esperar el resultado científico de una mancha, casi seguro de sangre, que se encontró en el vehículo familiar. La impresión es que se trata de una mancha que pudo haber quedado de cuando operaron al hermano de Angeles, Juan Cruz, pero se espera el resultado del estudio.
Respecto de Axel, lo que certifica que no tuvo ninguna relación con los hechos es el relato de Dominga, la empleada doméstica. Todos coinciden en que se trata de un testimonio de absoluta solidez. Pero entre las medidas adoptadas por el juez está la investigación de su tarjeta SUBE y habrá nueva declaración de Dominga.
Algunos protagonistas de la investigación creen que puede haber resultados decisivos en dos análisis científicos: el estudio genético de pelos encontrados en el sótano y lo mismo respecto de unos pocos cabellos encontrados en unos borceguíes que se secuestraron en el pasillo contiguo al departamento del octavo piso en el que vivía Mangeri. Si los pelos resultan ser de la chica, la prueba sería categórica y un indicativo de dónde se produjo el desenlace.
Como se sabe, cuando el juez inspeccionó el edificio y allanó el departamento del portero, también se detectó una mancha que podría ser de sangre. Se ha dicho que ese elemento está descartado. En el juzgado lo desmienten: esperan el resultado con ansiedad.
Pablo Lanusse difundió el viernes su pedido de que analice una lesión que tiene Mangeri en la ingle. Según el análisis, demostraría que el móvil del homicidio fue un ataque sexual, ya que la lesión se correspondería con una defensa de Angeles, muy cerca de los genitales, y evidenciaría que Mangeri estaba con los pantalones bajos cuando se produjo.
La medida que adoptó el juez, y que figura en su decreto-ómnibus, es que se haga un nuevo análisis de las 34 lesiones que registra el encargado. Hay algunas de antigua data, pero la mayoría son recientes. Cuatro médicos de la Policía Federal y varios especialistas del Cuerpo Médico Forense ya hicieron un primer estudio sobre esas heridas, pero el juez está pidiendo conclusiones más precisas.
Durante el martes y el miércoles pasado, la defensa de Mangeri dio a entender que había encontrado elementos muy importantes en la autopsia y que la causa daría un vuelco en 48 horas. Al menos en ese tiempo no se produjo ningún vuelco. Es más, la versión que corrió en los últimos dos días es que el legista de la defensa, Adolfo Méndez, evaluó que cualquier revisión de la autopsia podría jugar en contra de Mangeri, justamente porque hay médicos que consideran que el cuerpo exhibe rastros de una tentativa de abuso sexual. Por ejemplo, en los muslos.
El médico que hizo la autopsia, Héctor Konopka, puso en su informe que la chica no fue abusada y sostuvo que las lesiones en los muslos fueron producidas por las ataduras. El forense que más autopsias realizó en el país, Osvaldo Raffo, dudó de esa conclusión y lo mismo opinaron los médicos de la Policía Bonaerense que acudieron a la Ceamse cuando apareció el cuerpo de la chica. Ahora, en su decreto-ómnibus, el juez Ríos pedirá más precisiones.
En el mismo terreno, faltan terminar estudios genéticos y de huellas, incluyendo de los anillos, las sogas, las bolsas y la ropa de Angeles.
Del Gobierno de la Ciudad, el juez tiene secuestradas imágenes obtenidas por 127 cámaras. De ellas fueron revisadas hasta el momento sólo diez. Pero, además, la División Homicidios de la Policía Federal consiguió imágenes de muchas otras cámaras, que todavía no se visualizaron.
El juez dispuso el viernes armar varios equipos de visualización con hombres de la Federal y de la Metropolitana. Lo que busca, obviamente, son imágenes de la forma en que se sacó el cuerpo. O imágenes que registren al taxista Leonardo que declaró haber llevado a Mangeri. Por ahora, los investigadores creen que el taxista miente, pero se buscará confirmación en las imágenes. Por supuesto, también se trata de detectar si el cuerpo fue subido a algún otro vehículo, entre ellos el Mégane del propio encargado.
Aunque por supuesto existe un dictamen psiquiátrico inicial, en el que se determinó que Mangeri es imputable, es decir que comprende lo que hace, el juez ordenó en su decreto un estudio mucho más profundo, en el que se examinarán entre otros datos la conducta, los rasgos de personalidad y la sexualidad del encargado. Parece cantado que en ese peritaje se buscan también elementos relacionados con el posible móvil del homicidio.
Como se ve, el caso no está cerrado, ni mucho menos. El juez quiere ahora abarcar todos los frentes e intentará despejar todas las incógnitas. No habrá vacaciones de invierno ni en el juzgado ni en la fiscalía.
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