SOCIEDAD › LA ASOCIACIóN DE CARDIóLOGOS EN ESTADOS UNIDOS RECOMIENDA LA VIDA SEXUAL ACTIVA A LOS PACIENTES CARDíACOS
Un documento oficial de la Asociación Estadounidense del Corazón es recomendado por los principales especialistas argentinos. Sostiene que la actividad sexual tras un evento cardíaco puede reanudarse y propone tratarlo cuando se produce inhibición.
› Por Pedro Lipcovich
“Hablen de lo que no se habla: pregúntenles a los pacientes cardíacos por su vida sexual.” Así se resume la recomendación oficial que la Asociación Estadounidense del Corazón –que reúne a los cardiólogos de ese país– impartió a sus miembros. Las tasas de impotencia y otros problemas sexuales en infartados u operados duplican a las de la población general, y en la gran mayoría de los casos las causas son psíquicas: inhibiciones y temores luego del evento que los enfrentó con la muerte. En la Argentina, destacados especialistas consideraron “muy bueno que se difunda este documento: los cardiólogos no suelen plantear el tema y pocos pacientes se atreven a pedir consejo”. Casi siempre, la actividad sexual puede reanudarse poco después del evento cardíaco, luego de un muy simple test de capacidad física. Los cardiólogos especificaron las trabas sexuales más frecuentes, que son distintas para hombres y mujeres, y, por primera vez, tomaron en cuenta los casos de “parejas del mismo sexo”.
El documento se llama “Asesoramiento (counseling) sexual para personas con enfermedad cardiovascular y sus parejas”, y fue elaborado por la Asociación Estadounidense del Corazón (American Heart Association) y el Consejo de Enfermería Cardiovascular (Ccnap). Explica que “después de un evento cardiovascular, los pacientes y sus familias deben enfrentar a menudo numerosos cambios en sus vidas. La sexualidad es un aspecto importante en la calidad de vida de muchos pacientes y sus parejas, que puede ser afectado por un evento cardíaco. Frecuentemente se advierte sobre la disminución de la actividad sexual entre pacientes cardíacos. Las tasas de disfunción eréctil entre hombres con enfermedad cardiovascular son del doble o más de las de la población general, con similares tasas de disfunciones sexuales en mujeres. Se estima que sólo un pequeño porcentaje busca atención médica. Entonces, la determinación de rutina de problemas sexuales y el asesoramiento puede ser beneficiosamente encarado por los médicos, enfermeras y otros proveedores de salud”.
“El asesoramiento sexual se da en interacción con los pacientes e incluye información sobre las preocupaciones sexuales y sobre el regreso seguro a la actividad sexual.” El documento advierte que “los problemas sexuales tienen alta prevalencia en ambos sexos en personas con enfermedades cardiovasculares. Las mujeres refieren temor a la relación, insatisfacción y falta de orgasmo; los hombres manifiestan dificultades para la excitación, temor a la disfunción eréctil y baja en la autoestima”. Los problemas también se dan “en todas las edades”, y es importante “evitar el prejuicio de que las cuestiones sexuales no son importantes para los adultos mayores”.
También se enfocan los problemas de la pareja del paciente: “Entre los partenaires de los pacientes en rehabilitación cardíaca, las preocupaciones sexuales están entre los mayores factores de estrés”. “La enfermedad puede requerir que el paciente y su partenaire redefinan sus roles sexuales y exploren otras conductas en la relación sexual. Las parejas que han estado juntas durante muchos años a menudo tienen rutinas establecidas en su comportamiento sexual, y pueden necesitar ayuda para negociar nuevos roles.” Además, “a menudo el paciente no comunica a su pareja su temor a la relación sexual o al orgasmo, lo cual lleva al deterioro de la relación”. Y “el hombre cuya esposa ha tenido un evento cardiovascular puede vacilar en acercarse a ella, viéndola más frágil”. Mientras que “la mujer cuyo marido tuvo un infarto puede presentar un gran sentimiento de pérdida e incertidumbre, tanto emocional como sexual”. La American Heart Association también recomienda el asesoramiento para las parejas del mismo sexo, y advierte que “los estereotipos de género sobre las parejas del mismo sexo pueden ser una barrera para el asesoramiento sexual”, ya que “los pacientes pueden ser disuadidos de hablar de cuestiones sexuales por temor a actitudes del profesional respecto de la homosexualidad o la bisexualidad”.
El documento puntualiza también que “los efectos psicológicos pueden acontecer después de un evento cardíaco agudo, pero pueden manifestarse en personas con enfermedad cardiovascular crónica. El temor a un evento cardíaco durante la relación sexual puede interferir con la capacidad de las personas para practicar y disfrutar del sexo: por eso los profesionales deberían discutir este asunto tan pronto como sea posible. Dar al paciente o su pareja permiso para presentar cuestiones sexuales es el primer paso”. Y, desde ya, “reasegurar a los pacientes y sus parejas en cuanto a que el riesgo de infarto de miocardio durante la actividad sexual es en verdad bajo”. En cualquier caso, “se le proveen al paciente unas pocas instrucciones: esperar dos horas después de una comida antes de tener sexo; hacerlo en una habitación fresca y tener sexo con una persona con la que tenga confianza para hacerlo en forma relajada”.
El documento advierte que “sólo para los pacientes en alto riesgo o que experimenten síntomas cardiovasculares desencadenados por la actividad sexual, ésta debería diferirse hasta que su condición se estabilice”. Pero los médicos deberían “alentar a los pacientes en bajo riesgo para que inicien o retomen la actividad sexual”.
Roberto Peidro –vicepresidente de la Fundación Cardiológica Argentina y coordinador de cardiología del deporte de la Sociedad Argentina de Cardiología– consideró “muy importante el documento de la American Heart Association. No son muchos que toman la iniciativa de hablar con su paciente de la actividad sexual. La persona que ha tenido un infarto, una angioplastia, una cirugía cardíaca, tiene muchos miedos, porque ha visto la muerte de cerca. Pero la actividad sexual puede asumirse tempranamente: una persona que tuvo un infarto sin mayores complicaciones puede retomar la actividad sexual pocos días después, luego de hacer una simple prueba de ejercicio físico”.
Ricardo Iglesias –ex presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología y de la Fundación Cardiológica Argentina, y miembro del American College of Cardiology– estimó “muy bueno que este documento se difunda en la Argentina. Las disfunciones sexuales después de eventos cardiovasculares no son reconocidas, hay una gran desinformación y los miedos no se combaten. Los médicos no suelen abordar la problemática y pocos pacientes tienen el coraje de hacerlo: preguntan cuándo pueden empezar a manejar, cuándo pueden viajar en avión, cuándo pueden irse de vacaciones al mar, pero en cuanto a la sexualidad, de eso no se habla”.
Cuando se habla, las cosas pueden ser distintas: “Algunos –puntualizó Peidro–, después de haber sufrido un evento cardíaco, en busca de rehabilitación se hacen más activos, caminan, hacen deportes; eso mejora el funcionamiento de las arterias, lo cual repercute directamente en la función sexual, que puede llegar a ser más satisfactoria que antes del evento cardiovascular”.
Se estima que en la Argentina el 5 por ciento del total de la población total padece problemas cardiovasculares.
“Se recomienda que, luego de un infarto u otro evento cardiovascular, las primeras actividades sexuales sean con pareja conocida –advirtió Ricardo Iglesias, ex presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología y miembro del American College of Cardiology–. Con una pareja con la que hay menos confianza, las exigencias son mayores y aumenta el trabajo cardíaco. Claro que, pasado un tiempo, los infartados u operados pueden hacer la vida que deseen, también en lo sexual. Es como hacer deporte: al principio es preferible ser más cauto.”
“En cambio –agregó Roberto Peidro, vicepresidente de la Fundación Cardiológica Argentina–, hoy tendemos a no plantear la cuestión de si la posición durante el coito debe ser una u otra. Antes se decía que las primeras relaciones sexuales después de un infarto debían ser con el paciente abajo, suponiendo que esa posición conlleva menor esfuerzo. Pero se hicieron estudios sobre distintas posiciones, y las diferencias son mínimas. Entonces es preferible dejar esto a la intimidad del paciente y su pareja; salvo que haya un riesgo importante por el cual convenga una posición menos activa.”
Y mejor no después de comer: “Es mejor que las relaciones iniciales no sean después de comer, porque en tal caso la sangre va al abdomen para la digestión; es el mismo motivo por el que es mejor no nadar después de una comida, para no sufrir calambres”, puntualizó Iglesias, y comentó que “el sildenafil (Viagra) puede ayudar: más allá de su efecto físico, puede contrarrestar los temores en esos primeros encuentros; sólo está contraindicado para los pacientes que tomen medicamentos con nitritos”. Los cardiólogos también investigaron la especificidad del coito anal: “El coito anal, especialmente el receptivo, no se recomienda para las relaciones iniciales luego de un evento cardiovascular –señaló Iglesias–, porque requiere más energía y puede causar una estimulación del nervio vago que haga descender la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea. En fin, cada caso es distinto al otro y la vida sexual es tan plural como la vida misma”.
La Asociación Estadounidense del Corazón recomendó a los cardiólogos “alentar a los pacientes para que comuniquen todo efecto colateral de los medicamentos en relación con la actividad sexual”; en tales casos “se le informará al paciente que no debe dejar de tomar la medicación: en tanto el riesgo cardíaco no se modifique, puede ser beneficioso cambiar la dosis de medicación o el tipo de droga para minimizar el impacto sobre la función sexual”.
El documento precisa que “según ensayos clínicos, sólo en los diuréticos denominados tiazidas y los betabloqueantes (excepto el nebivolol) se encontró que pueden tener efectos adversos sobre la función eréctil”. E insiste en que “las drogas que pueden mejorar los síntomas o las supervivencia no deben ser retiradas por la posibilidad de efectos adversos sobre la función sexual. Primero debe determinarse si la disfunción puede vincularse más bien con la enfermedad vascular, con ansiedad o depresión”. En los casos en que se vincule con la medicación, “una dosis menor puede mejorar los síntomas, o se puede considerar una droga alternativa que tenga menos efectos sexuales colaterales”.
La Asociación Estadounidense del Corazón emitió directivas para que los cardiólogos asesoren a sus pacientes acerca de la actividad sexual, ya que muchas veces, después de un infarto u operación cardiovascular, se les presentan inhibiciones, temores o prejuicios que les impiden retomarla satisfactoriamente.
Especialistas reconocen que “los médicos no suelen abordar la problemática y tampoco los pacientes se animan a plantearla”.
En la mayoría de los casos, la actividad sexual puede reiniciarse a los pocos días del evento cardiovascular, y –si el paciente modifica estilos de vida que afectaban sus arterias– puede ser incluso más satisfactoria que antes.
También se alienta a que los pacientes “comuniquen todo efecto colateral de los medicamentos en relación con la actividad sexual”: estos efectos suelen silenciarse, pese a que el médico puede cambiar el fármaco o la dosis. El paciente no debe interrumpir por sí solo el tratamiento.
Por otra parte, la aparición de impotencia sexual, o la pérdida de lubricación vaginal, cuando responden a causas cardiovasculares, pueden anunciar con uno a tres años de anticipación un peligro de infarto.
Las dificultades en la erección o en la lubricación vaginal pueden obedecer a problemas en las arterias, y esos síntomas pueden anunciar que –si no se hace una consulta médica– en uno o dos años podría producirse un infarto. “La disfunción eréctil o a veces la sequedad vaginal en la mujer, cuando son de origen físico, pueden responder a diversas causas, por ejemplo problemas hormonales, pero entre ellas están los problemas vasculares que culminarán en un infarto o accidente cerebrovascular –advirtió Ricardo Iglesias, miembro del American College of Cardiology–: antes de que se manifiesten los problemas en las arterias del corazón o cerebrales, pueden expresarse a nivel de las arterias que irrigan el pene o la vagina; del mismo modo, podrían aparecer como fallas circulatorias en las piernas. Uno a tres años después, si ese síntoma no se atiende, puede presentarse el ataque cardíaco o cerebral.”
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