Mié 04.09.2013

SOCIEDAD  › AGUARDAN EL FALLO DEL JUICIO AL FEDERAL QUE MATó A UN PIBE EN BARRIO MITRE

Geografía de la peligrosidad

El Tribunal Oral 11 decidirá si el peligroso es un policía del GEOF fuertemente armado, que mató a Alan Tapia en un operativo, o sigue la teoría del fiscal Marazzi, quien dijo que el lugar no era “Puerto Madero ni las islas Seychelles, sino la ‘villa’ Mitre”.

› Por Horacio Cecchi

El juicio por el crimen del adolescente Alan Stefano Tapia, de 19, llega a su fin. Los jueces darán mañana su veredicto al acusado, Rodrigo Valente, quien lo baleó en su casa en febrero de 2012. Si la información cerrara en ese punto, nadie tendría dudas de que la suerte de Valente estaría echada en una condena. Pero habrá que agregar algunos datos para entender por qué los familiares de Alan temen que Valente quede en libertad inmediata: el acusado actuaba como integrante del GEOF durante un allanamiento en el barrio Mitre, donde vivía el joven; el fiscal del juicio, Eduardo Marazzi, no pidió condena y aconsejó a los jueces que evaluaran que Tapia “no vivía en Puerto Madero ni las islas Seychelles. Vivía en la ‘villa’ Mitre”. “Decir eso es ponerles un revólver en la cabeza a todos los pibes pobres”, aseguró el fiscal Abel Córdoba, titular de la Procuvin, a Página/12. Los jueces no están obligados aplicar la geografía moral de Marazzi ya que existe pedido de condena (35 años) por parte de la querella.

Tan acostumbrados están en el barrio Mitre a ocupar el lugar de perseguidos, que en varios contactos que mantuvo este cronista con amigos de la familia se escapó en la conversación la asunción moral del lugar que les toca en el concierto: mencionaban al abogado de la querella, Pablo Lorenzo, como “defensor”.

El baleado, Alan, vivía con su familia en una casilla del barrio Mitre, ubicado en Saavedra. En su familia, un hermano era buscado (por tentativa de homicidio) por el fiscal José María Campagnoli, que fue quien ordenó un allanamiento cometido finalmente por el GEOF. La peligrosidad de un operativo de este tipo queda a la vista con sus efectos habituales: puertas destrozadas, casillas arrasadas, detenciones a granel, sucedáneos de las antes llamadas razzias policiales. El 15 de febrero del año pasado, los monos del GEOF lograron convertir la tentativa en homicidio. Alan dormía en la planta baja con sus abuelos y su hermano en la planta alta con sus padres. Cuando los monos entraron, Valente disparó a Alan en el estómago porque, según dijo en el juicio, el chico le iba a disparar con un arma tumbera. Durante 40 minutos el chico quedó tirado desangrándose hasta que lo trasladaron al Hospital Pirovano, donde falleció.

El caso fue elevado a juicio oral, pero Valente estuvo prófugo varios meses, hasta que se presentó y quedó detenido. Durante el juicio, ante el Tribunal Oral 11, Valente sostuvo que disparó en defensa propia. El arma tumbera, presentada como prueba, no podría perforar los trajes de los monos del GEOF. El relato de los testigos y la deducción de la familia, que permaneció atada con precintos en el piso superior sin saber que Alan estaba desangrándose abajo, es que los 40 minutos sobraron para “plantar una tumbera”.

El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) cuestionó crudamente lo actuado por el GEOF. Sostuvo que el operativo “se realizó en tres casas, una de ellas por error, arrasando con todo”. Que se dio “intervención a un cuerpo de elite para un operativo de rutina”, porque “la División Homicidios consideró al Barrio Mitre como una ‘zona peligrosa’”. Y que se realizó en “horario nocturno, cuando no está permitido realizar este tipo de procedimientos”.

Durante el juicio, la defensa extendida de Valente solicitó la absolución: tanto sus defensores como el fiscal Eduardo Marazzi. El fiscal aportó inclusive una postura diferencial: pidió a los jueces que tuvieran en cuenta que el disparo de Valente se produjo “en un barrio peligroso, y que la ‘villa’ Mitre no es ni Puerto Madero ni las islas Seychelles”.

“Cuando no existe pedido de pena de parte de la fiscalía, el tribunal tiene que absolver –explicó Abel Córdoba–. Pero si existe un pedido de la querella, como en este caso, los jueces pueden tomar ese pedido y condenar.” Córdoba, titular de la Procuraduría contra la Violencia Institucional, presenció varias de las audiencias del juicio y sostuvo que “la violencia policial no puede tener un correlato en la instancia judicial. La violencia institucional a veces tiene uniforme y a veces tiene corbata”.

Alan cursaba el secundario y daba clases de tango en el programa de vacaciones en la UBA, del que participaba con el Colectivo Militante, como auxiliar en el marco del programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo.

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