SOCIEDAD › LA FICCION DE UNA MADRE PROGRE, DE INTERNET AL LIBRO
Miles de madres jóvenes se identifican con el personaje. La primera temporada, por YouTube, causó furor. Julieta Otero, guionista y actriz, y Azul Lombardía, directora, se lanzaron entonces a llevar la vida de Roxi al papel.
› Por Mariana Carbajal
“Roxi tiene un poco de cada una, mucho de las dos y otro tanto inventado”, dice Julieta Otero, guionista y actriz de la serie on line Según Roxi, que irrumpió en Internet en 2012 y cuya protagonista se convirtió en una especie de guía espiritual y referente de madres primerizas de clase media desorientadas y desbordadas con la experiencia de la maternidad. “Mucha gente cree que Roxi existe, que se filmó ella misma con una camarita”, apunta Azul Lombardía, guionista y directora de la tira, que en su primera temporada superó el millón de vistas y tiene cada vez más seguidores en Facebook, Twitter y un blog. Roxi es una madre progre, que vive en el barrio porteño de Villa del Parque con su esposo y su hija Clarita, de 3 años, y es agente inmobiliaria. La maternidad le sacó todas las certezas y la alejó de los libros y el cine. Lidia con las “mamis” del jardín, las harinas que la tientan y la engordan, los broncoespasmos, las indicaciones de la pediatra alópata y de la medicina alternativa. Sus creadoras acaban de dar un paso más en la vida de esta mujer que cumplió 35 años: escribieron Según Roxi, la autobiografía de una madre incorrecta, donde se sumergen en la infancia y adolescencia de la protagonista de la serie, para entender cómo una joven rockera y revolucionaria llegó a convertirse en una madre progre. “No queremos dar mensajes, o mejor dicho sí: que seamos sinceras, que digamos que nos está saliendo todo para el culo, riámonos y pasémonos recetas”, dice Otero, y se ríe.
La influencia de Roxi traspasó las fronteras y también tiene fans en otros países de Latinoamérica. Roxi nació en la ficción, pero se encarna en miles de mujeres, seguidoras apasionadas, que se sienten identificadas con los temores y las dudas que les provoca al desafío de criar un hijo o hija. Algunos de los mensajes que recibe Roxi en Facebook dicen: “Gracias a vos empecé a reírme de mis problemas”; “No puedo creer, no soy la única loca, ya no me siento sola”, “Gracias, me hacés la vida más fácil”; “Sos la gurú de la maternidad”; “Ahora mi marido me entiende”.
La serie, y ahora el libro, tienen la virtud de desacralizar la maternidad. “No esperen de mí consejos ni recetas. Sólo hermandad y complicidad en caso de que se sientan, al igual que yo, parte de la estirpe de mujeres guerreras que fracasan diariamente en su lucha por mantener el equilibrio. Soy la niña sobreadaptada de los años ochenta, la militante de los oscuros noventa y la mujer sobrepasada de los dos mil. Soy Roxi, soy mamá”, se presenta la (anti)heroína en la introducción.
El libro no sólo cuenta la historia de Roxi. Incluye ilustraciones, que llevan la firma de Otero, sobre el universo de Roxi, entre las que se destacan el catálogo de “mamis” para que cada lectora se busque y encuentre, y un test, por si no se dan cuenta cuál es: progre, alternativa, desbordada, común, psicóloga, natural, compulsiva, manguera, judía, hot, miedosa y quilombera. Anécdotas familiares, historias de amor, de rock y de política, tratados de embarazo y diarios íntimos se suceden en Según Roxi, la autobiografía..., siempre en clave de humor.
Lombardía y Otero son amigas desde hace veinte años. Se conocieron arriba de un colectivo en Avellaneda, cuando las dos iban juntas a estudiar teatro a la escuela de Hugo Midón. Fueron al mismo secundario, el Normal de Avellaneda, donde se cruzaron en el Centro de Estudiantes y los recreos. Lombardía tiene 34 años, Otero está por cumplir 39. Viven a pocas cuadras de distancia en el barrio porteño de La Paternal. Las dos están felizmente casadas y fueron madres más o menos al mismo tiempo. Cada una tiene dos hijas: Lombardía, de 7 y de 2 años, Otero, de 9 y 4 años.
Según Roxi, la serie, se inspiró en el blog que empezó a escribir Otero cuando la maternidad la confundió bastante. En el blog “Qué difícil es ser una mamá progre” plasmaba sus propias vivencias como madre primeriza. “La primera etapa de la crianza de mi hija fue de plenitud y felicidad. Me manejaba con intuición, con mi propio saber. Pero en cuanto empezó el jardín y los broncoespamos, alrededor de los dos años, ingresó a mi vida la voz de la sociedad sobre cómo llevar la maternidad, de los médicos, y de las mamis del jardín. En ese momento sentí la necesidad de escribir, siempre mezclando el drama y el humor”, cuenta Otero. “Yo me reía mucho con el blog”, confiesa Lombardía. Así se gestó la idea de hacer una ficción por Internet. Pero primero pensaron en algo más artesanal, con una cámara casera. De charlas con otro amigo, Lucas Mirvois, director de la productora La Maldita, el proyecto tomó otra envergadura. El hecho de que Mirvois, que no estaba casado ni tenía hijos, también se divirtiera mucho con el blog, las convenció de una serie que podía funcionar. “Entre los tres terminamos de crear todo el universo de Roxi, la estética, los personajes”, señala Otero. Cuesta separarla del personaje principal de la serie, que ella misma encarna como actriz. La primera temporada tiene ocho capítulos de 10 minutos, con muy buena factura, que se pueden ver gratuitamente en YouTube. La actriz Julieta Cardinali y el músico Fena della Maggiora forman parte del elenco y encarnan una pareja snob, amiga de Roxi.
El primer capítulo, recuerdan Otero y Lombardía con cierta emoción, lo subieron a YouTube el 5 de agosto de 2012 a las 21. Fue todo un parto, dicen, un poco en serio, un poco en broma. La serie se fue recomendando de boca en boca, entre mamis. Y su llegada se potenció a través de Twitter y Facebook. Las repercusiones aparecieron pronto. “Soy yo”, “es mi auto”, “es mi vida”, “¿dónde pusieron la cámara para filmarme?”, fueron algunos de los comentarios que empezaron a recibir. Y los comentarios siguen: Roxi tiene su blog, donde, por ejemplo, el miércoles a la mañana, un rato antes de la entrevista que dieron a Página/12 las autoras, una de sus seguidoras, Clarisa, escribió: “Te quiero, Roxi. Tus palabras iluminan mi sentido”. El trío tiene planes para llevar a la televisión la serie.
La charla transcurre en el café de la Librería del Pasaje, en Palermo, donde el próximo jueves a las 19 presentarán el flamante libro. Se nota que se divierten creando y alimentando a Roxi, que tiene mucho –y no tanto– de sus propias vidas como madres, esposas, amigas.
Lombardía también es actriz y actúa en la serie: en la primera temporada es una de las madres, la macrobiótica. Otero es actriz y profesora de teatro egresada del IUNA. En 2004 fundó el Teatro de la Cuadra en Avellaneda, desde entonces dirige su Escuela de Formación Artística. Lombardía integró el grupo de teatro Los Susodichos y trabajó en cine, televisión y series webs. Escribió guiones para Canal Encuentro, y la obra de teatro Doberman, que también dirigió y está en cartel en el Centro Cultural Rojas; y hace radio una vez por semana, los martes de 21 a 24 en Actitud Rock, con Fenna della Maggiora. En su juventud, Lombardía y Otero viajaron juntas como mochileras por Latinoamérica. De esas vivencias se nutre la autobiografía de Roxi.
En el primer capítulo de la serie, Roxi cuenta que su auto es su “bunker”, su lugar en el mundo, porque “es el único lugar donde puedo estar sola”. Allí come, habla por teléfono, trabaja, descansa y escucha a Fito Páez, y se siente “de 17 otra vez”.
Cualquiera que fue madre sabe que cuando se tiene una hija o hijo de 3 años ni en el baño se puede estar a solas. “Todos dicen que ser mamá te cambia la vida –dice Roxi–. Es una experiencia revolucionaria, cargada de emociones, de incertidumbres, miedos, risas, llantos, pero sobre todo cargada de cosas.” Y se la ve saliendo de su casa, con las manos y los brazos abarrotados de objetos, hasta una jarra eléctrica, tratando de subir al auto, cuando se le cae todo al suelo y el celular al agua estancada junto al cordón de la vereda. La maternidad, dice Roxi, le limitó sus horizontes culturales a las revistas de chimentos: ya no tiene tiempo para leer y si va al cine con Fabián, se queda dormida.
Después de la repercusión de la primera temporada, surgió la propuesta del libro. “De enero a junio nos internamos a escribir”, dice Lombardía. La autobiografía se sumerge aún más en ese universo. “Las mamás de las grandes ciudades estamos llenas de cosas. Saturadas, aturdidas, sobrepasadas. Disociadas, divididas y caotizadas. Vivimos cargando objetos, remedios, papeles, juguetes y ropa ‘por si acaso’, previniendo situaciones que tal vez nunca sucedan, organizando los destinos de la casa y de la gente, preocupadas y ocupadas, siempre caminando al borde. No sólo cargamos mucho, también necesitamos mucho y nos falta mucho. Contención, apoyo, sostén, ayuda, masajes, orejas, brazos, abrazos, chocolate, una guía en la oscuridad”, dice Roxi en el libro. Roxi lucha contra el mandato de la mujer flaca: tiene fiaca de correr, quiere que inventen harinas que no engorden. Y trata de imponerse la filosofía del “menos” que le sugiere su gurú espiritual, Rolo, el chino del súper en el que se refugia cuando quiere escaparse de su casa. “‘Menos Roxi’, me repite cuando grito. ‘Menos, Roxi, cuando me ve vaciar el bolso saturado en búsqueda de ese billete de cinco pesos que yo sé que está ahí, o del celular que no para de sonar. ‘Menos, Roxi’, cuando me ve salir con Clarita a upa de un lado y campera, buzo, guantes, y gorro por si refresca, del otro”, dice la madre progre, en su autobiografía.
La historia tiene algo de la vida de Otero y de Lombardía. Pero también hay mucha invención en el relato, aclaran.
“No queremos dar mensajes, o mejor dicho sí: que seamos sinceras, que digamos que nos está saliendo todo para el culo, riámonos y pasémonos recetas. Estamos en un mundo en el que te exigen pensar en positivo, no hablar de cosas malas, no transitar problemas. Otro punto en el que se apoya la serie y el libro es la crisis de la identidad política, cultural, estética a la que te lleva la maternidad. ¿Quién soy? ¿A dónde voy? Tenemos hijos en un momento en que ya nos desarrollamos profesionalmente y queremos seguir teniendo el dominio del afuera y entramos en un mundo en el que no somos tan eficientes y perdemos todas las batallas”, se ríe Otero.
Las dos crecieron en hogares con padres intelectuales y artistas, con separaciones de por medio, sin auto, sin plata. “Y así y todo, nuestras madres podían”, dice Lombardía. “Antes había más tiempo para pensar. A mí la maternidad me alejó del cine, de las buenas charlas, del diario. Me puse básica, y empecé a comerme los discursos de los noticieros. Me convertí en una burguesa cuidadosa y miedosa y muy alejada de lo que era”, sigue Otero. “Y agrega: antes de tener hijos, la certeza era una fortaleza. La maternidad te desplanta de todas las certezas. Los médicos, las mamis de las compañeritos de tu hija del jardín, cada uno te da su teoría, todas distintas.” Realidad y ficción se entremezclan.
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