Lun 07.10.2013

SOCIEDAD  › TELLELDíN ASESORABA A GRASSI HASTA QUE LA NOVIA SE LE FUE CON OTRO ASESOR

Defensa raleada no defiende

El cura había contactado a Telleldín para que asesorara a sus abogados. Cobraba 40 mil pesos, pero como todavía no tenía título facturaba a través de la madre de su novia abogada. Pero la mujer fue descubierta con uno de los defensores de Grassi y Telleldín renunció.

› Por Carlos Rodríguez

El plantel de defensores del cura Julio César Grassi, desde la difusión pública del caso hasta la fecha, reunió a un conjunto selecto de abogados, algunos de ellos integrantes del staff del estudio que en su momento dirigía el jurista Luis Moreno Ocampo, quien hasta hace poco tiempo se desempeñó como fiscal jefe de la Corte Penal Internacional con sede en La Haya. Si bien hubo escándalos, como la detención que sufrió por su actuación en la causa Grassi el mediático Miguel Angel Pierri, el lado más oscuro de la trama fue el que jugó Carlos Telleldín, quien supo ser el principal imputado por la “conexión local” en el ataque terrorista contra la sede de la AMIA. Telleldín, que se recibió de abogado en la cárcel, fue contratado por Grassi para que “adiestrara” a los colaboradores que lo iban a defender de las acusaciones que formulaban en su contra “Gabriel” y “Ezequiel”. En un momento clave del proceso, cuando la defensa de “Gabriel” había perdido su rol de querellante, Telleldín traicionó los intereses del cura, despechado por el engaño de una mujer.

Era un momento difícil de la querella porque Juan Pablo Gallego había dejado de ser el letrado patrocinante de “Gabriel”. El que tomó la posta fue Eduardo Valdez, quien tuvo como inesperado aliado a Telleldín, que había deslumbrado a los allegados del sacerdote por la forma en que asumió su defensa personal en la causa AMIA.

En ese entonces, la defensa de Grassi estaba integrada, entre otros, por Julio Virgolini, abogado de Alfredo Yabrán y de Adelina Dalesio de Viola; Jorge Sandro, de Guillermo Ríos, condenado por el homicidio de José Luis Cabezas; Adrián Maloney, que también fue letrado de Yabrán; y los nombrados Moreno Ocampo y Pierri, entre otros penalistas de renombre.

Grassi había visitado en la cárcel a Telleldín, porque un hijo del acusado en la causa AMIA estuvo un tiempo alojado en la sede de Hurlingham de la Fundación Felices los Niños. Cuando Telleldín se sumó al cotizado elenco todavía no tenía su matrícula y no podía actuar ni facturar en forma directa. En ese momento, el “enano”, como le decían al imputado en la causa AMIA, tenía una novia abogada que iba a firmar los escritos por él y lo más importante: era la que había urdido la estrategia que le permitía cobrar los generosos honorarios que pagaba el cura Grassi.

El cambio de bando se produjo cuando Telleldín tuvo un duro revés en el plano amoroso. Con dolor descubrió que su abogada favorita tenía un romance paralelo con uno de los prestigiosos letrados, que estaba casado y tuvo una crisis conyugal cuando el affaire quedó al descubierto por una nota publicada en un medio de la provincia de Buenos Aires. Incluso circularon algunas fotos de abrazos y besos entre los dos abogados que hicieron sufrir al imputado en la causa AMIA.

Telleldín le contó a Valdez que los cheques por 40 mil pesos mensuales que cobraba en forma puntual eran girados a nombre de la madre de la abogada que lo había desairado. La mujer era una docente que vivía de su jubilación. Lo más duro, para Grassi, fue que Telleldín también le reveló al entonces defensor de “Gabriel” que la plata de sus honorarios salía de las arcas de la Fundación Felices los Niños.

Ese quiebre fue muy bien aprovechado por Eduardo Valdez, quien apeló ante la Cámara de Casación la pérdida del patrocinio letrado por parte de “Gabriel” y, poco tiempo después, el que asumió como representante del joven denunciante de Grassi –el único, hasta ahora, cuyo relato fue tomado como válido por la Justicia– fue el penalista Sergio Piris, quien llegó al juicio oral y pudo probar que “Gabriel” decía la verdad. También circula información que confirmaría que, en algún momento, Grassi utilizó como “asesores” a los policías exonerados Mario Naldi y Oscar Rossi, miembros destacados de lo que se conoce como la Maldita Policía.

En cuanto a las detenciones que sufrió Miguel Angel Pierri, en mayo y agosto de 2003, éstas se debieron a que, en forma paralela, representaba por un lado a Grassi y por el otro a la madre de “Ezequiel”, una dualidad inadmisible para un abogado. En esa doble función, Pierri quedó involucrado, además, en una causa en la que se investigó una maniobra para presionar a “Ezequiel” para que se desdijera de su acusación contra el cura. Por ese hecho fueron denunciados los jueces de menores Ricardo Oyama y Cristina Landolfi, y fue suspendido Carlos Enriquez, secretario de uno de los juzgados.

Hace unos días, luego de renunciar a la defensa del portero Jorge Mangeri, detenido por el homicidio de Angeles Rawson, Pierri declaró en un reportaje radial que estaba “arrepentido” de haber defendido a Grassi.

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