SOCIEDAD › A CINCO MESES DE LA MUERTE DE ANGELES, SE AGRAVA LA SITUACION DE JORGE MANGERI
El juez Ríos lo volverá a interrogar, lo acusará de haber matado a la adolescente para cubrir su intento de violación y muy probablemente también de femicidio. Las pruebas son cada vez más claras y contundentes.
› Por Raúl Kollmann
Al cumplirse hoy cinco meses del asesinato de Angeles Rawson, el caso entrará en una semana trascendente. El juez Javier Feliciano Ríos llamará el jueves o viernes a una nueva indagatoria a Jorge Mangeri, el único imputado. El magistrado está escribiendo la convocatoria pero casi seguro lo acusará de femicidio –cuando mediare violencia de género, dice la ley– y lo acusará seguro por homicidio criminis causa, el asesinato que se comete para tapar otro delito, en este caso un abuso sexual. La defensa de Mangeri –que encabezan Miguel Angel Pierri y Marcelo Biondi– adelantó que el encargado está dispuesto a declarar y contestar preguntas. Hasta el momento, Mangeri se negó a declarar tres veces y el 23 de agosto aceptó hablar ante el juez Ríos: dijo un par de generalidades, acusó al juez, a la fiscal y a la policía y no aceptó preguntas.
El magistrado tiene la obligación de convocar a Mangeri a una nueva indagatoria porque su situación se agravó por el dictamen de la Junta Médica del miércoles. Es más, la fiscal Paula Asaro –que fue quien primero puso la sospecha sobre Mangeri– entregará mañana un escrito pidiendo la ampliación de la indagatoria. Los diez médicos que intervinieron en el análisis de los estudios histopatológicos coincidieron en que hubo un abuso sexual, sin penetración, y una violencia extrema que llevó a la fractura de costillas y clavícula. Por eso el juez lo tiene que indagar por un delito más grave, tal cual ya lo anticipó la Cámara del Crimen.
El estudio histopatológico consiste en someter a microscopio las muestras de piel del cuerpo de Angeles, en especial los muslos. Como ya señaló este diario, los profesionales consideraron que las lesiones cinco y ocho, en la cara interna de los muslos, demuestran violencia –equimosis, color violáceo– en esa zona, lo que significa compresión y tentativa de forzar la apertura de las piernas de la chica. Asimismo, hay equimosis un poco por arriba de la rodilla, cara interna, lo que también indica el forzamiento.
En el juzgado sostienen que el informe es concluyente, lapidario y que no admite discusiones. Dos de los máximos especialistas del Cuerpo Médico Forense, Oscar Losetti y Roberto Cohen, llevaron la voz cantante porque se trató de su área, autopsias. Los médicos de la Policía Bonaerense que llegaron a la planta del Ceamse de Coronel Suárez ya advirtieron en su informe que la chica tenía rastros de abuso sexual. Pero la autopsia oficial, realizada por Héctor Konopka, descartó que hubiera rastros de una agresión de ese tipo e incluso dijo que la muerte se produjo por acción de la maquinaria de la basura. Todo eso fue refutado, primero, por el primer estudio anatomopatológico, realizado en agosto, y ahora por el segundo.
Tal vez el miércoles, o de lo contrario el lunes 18, la Cámara del Crimen rechazará la nulidad planteada por la defensa de Mangeri respecto de una posible contaminación de las muestras de ADN. Pierri-Biondi encontraron ese ángulo de defensa: empantanar las pruebas existentes. No tienen evidencias para contraponer y ni siquiera Mangeri, en estos cinco meses, ejerció su defensa como lo haría cualquier persona acusada de un delito tan grave. De los tres jueces de la Sala VI de la Cámara del Crimen, Marcelo Lucini está de licencia, por lo que votarán los dos restantes, Mario Filosof y Ricardo Pinto. Si no están de acuerdo entre sí, votará la presidenta de la Cámara, María Laura Garrigós de Rébori.
Sin embargo, todo hace pensar que los magistrados rechazarán la nulidad, es decir no darán marcha atrás en lo hecho en materia de ADN por uno de los máximos expertos de la Argentina y con un amplio prestigio a nivel internacional, el doctor Daniel Corach, de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA. Los camaristas es posible que digan que no hay motivos para anular lo actuado y que, en el juicio oral, será una cuestión de valuar la prueba.
El agravamiento de la pena por homicidio producto de violencia de género existe en la Argentina a partir de principios de 2012, en que el Congreso votó una modificación del Código Penal. El juez tomaría en cuenta tres cosas: el abuso sexual, propio de violencia ejercida por un hombre sobre una mujer, la cosificación que involucró el caso, es decir que Mangeri tomó a Angeles como un objeto; la tremenda diferencia de peso en la agresión: un hombre de 108 kilos frente a una chica de 51 kilos. Esto derivó en una violencia extrema que significó las fracturas de las costillas y la clavícula. La pena prevista por el agravante de femicidio es reclusión o prisión perpetua. Desde ese punto de vista no será un cambio muy significativo, ya que es seguro que Ríos le imputará homicidio criminis causa, que también prevé la reclusión o prisión perpetua.
Desde un punto de vista judicial, hoy Mangeri está en la más difícil de las situaciones. Las pruebas judiciales van todas en su contra:
- Hay ADN completo del encargado debajo de una de las uñas de Angeles e incompleto en otros dos dedos. También hay ADN de Mangeri en la soga con la que aparece atada la chica.
- Las lesiones que tenía Mangeri en el cuerpo son prueba indudable de la defensa de Angeles.
- El primo de Mangeri, el policía Cecilio Saenettone, complicó muchísimo al encargado: dijo que le preguntó sobre la hipótesis de que haya matado a Angeles y contó que Mangeri le dijo que quería huir a Chaco y Corrientes.
- A esto hay que agregar que Mangeri estaba en el lugar cuando llegó Angeles y que el lugar en el que aparece la chica también lo incrimina: él era el encargado de la basura en el edificio. Y no sólo eso: aquel día, en forma sorpresiva, pidió que la basura se sacara más temprano.
Hay pruebas no aceptadas por la Justicia –por cuestiones que tienen que ver con los derechos de defensa– que son igualmente lapidarias. La primera y más obvia es la confesión de Mangeri ante la fiscal Asaro. Delante de un secretario de la fiscal, el encargado pidió hablar con Asaro en la noche del 14 de junio, cuando fue a declarar como testigo y terminó preso. A ella le dijo “fui yo”. Y en aquella misma noche, antes de confesar, incurrió en numerosas contradicciones. Dijo, por ejemplo, que policías lo habían amenazado primero el miércoles anterior, luego corrigió y dijo que fue el jueves, no supo dónde había dormido la noche previa. Aseguró que un policía lo intimidó con un cuchillo y un arma, luego cambió la versión y sólo fue con un arma; también cambió el lugar de los aprietes y los horarios.
La otra prueba extrajudicial que lo incrimina es su reticencia a hablar, a dar su versión, a responder preguntas. Nadie que es inocente y está en esa situación, al borde de una condena a reclusión perpetua, preso desde hace cinco meses, se niega a dar explicaciones y a dar su versión. Veremos si esto ocurre esta semana, como anunciaron sus abogados.
El juez Ríos y la División Homicidios de la Policía Federal no pudieron lograr ninguna imagen de Mangeri saliendo del edificio de la calle Ravignani. Ni con el cuerpo de Angeles ni sin el cuerpo de Angeles: no se lo ve salir. Tal vez tenga que ver con que el encargado salió hacia el otro lado del que estaban las cámaras. Tampoco se consiguió una imagen de otras cámaras ubicadas en las cercanías. El juez tenía la expectativa de tener alguna toma en que se lo percibiera acercándose a un container de basura y tirando el cuerpo. El otro elemento que no aportó mayores elementos hasta ahora es el entrecruzamiento de llamadas. Mangeri de todas maneras dejó de usar su celular, pero –al menos hasta el momento– no surgió ningún dato de las comunicaciones. Por supuesto que su llamada al primo Cecilio llama la atención: dice que le pidió el celular a un vendedor ambulante. Y no aceptó verse con Cecilio adentro de una estación de servicio, sino en el interior del vehículo.
Todo indica que habrá pocas medidas de prueba más. Habrá que ver si es cierto que Mangeri va a declarar el jueves o viernes y si agrega elementos que lleven a nuevas investigaciones. Sería extraño que ocurra cinco meses después del asesinato. Hoy por hoy, para el juez, la fiscal y la familia de Angeles, que representa Pablo Lanusse, está claro que Angeles llegó de la clase de gimnasia, Mangeri la engatusó para subir al departamento del octavo piso –por ejemplo, diciéndole que tenía un recibo de las expensas–, intentó el abuso sexual, la chica resistió el ataque de la forma que pudo y estaba claro que lo iba a denunciar si salía con vida. La hipótesis es que Mangeri la habría matado por eso –como ocurre en numerosos casos de violación o tentativa de violación– y lo hizo de la manera en que suelen hacerlo los agresores sexuales: estrangulamiento y sofocación.
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