SOCIEDAD
La “clínica tumbera” también era bunker de una célula ultraderecha
En el “hospital de campaña” de Ciudad Evita aparecieron armas de guerra y explosivos.
Y afiches con consignas de ultraderecha y carteles a favor de Seineldín. El detenido, vinculado al CdeO.
› Por Raúl Kollmann
El allanamiento a la llamada “clínica tumbera” de Ciudad Evita terminó siendo una caja de sorpresas. Según parece, en el lugar no sólo curaban a quienes llegaban heridos de algún robo o secuestro, sino que se encontraron diez artefactos explosivos armados –caños que contenían pólvora– que tal vez se usaron para robar un cajero automático, pero ahora se investiga si no tenían también el objetivo de realizar operaciones políticas de ultraderecha. En el predio se encontraron carteles con pedidos de libertad de Mohamed Alí Seineldín (ahora indultado), afiches con un mapa del país en el que se describe “cómo vendieron la Argentina”, mientras que se vincula al detenido Mario Bulgaroni con un llamado Comando de Organización (CdeO), que lidera Mario Brito Lima, o sea la corriente ubicada tradicionalmente más a la derecha dentro del peronismo. Los vecinos de la clínica, además, no dudan de que gozaba de cobertura policial, ya que entraban y salían delincuentes heridos y está ubicada a 300 metros de una dependencia de investigaciones de la Bonaerense.
Ayer, allegados a Bulgaroni aseguraban que el allanamiento y las acusaciones de que en esa casa funcionaba una clínica tumbera tenían su origen en una maniobra política. “Mario es un aficionado a las armas y los medicamentos que se encontraron tienen que ver con que él los distribuía entre los vecinos.” Sin embargo, lo que apareció en la vivienda es categórico:
- Diez caños armados con explosivos. El titular de la Departamental de Seguridad de la zona, comisario Soto, sostuvo que se va a investigar si un caño similar se usó para destrozar un cajero automático en Morón. El hecho tuvo connotaciones tanto políticas como delictivas.
- Se encontraron armas de todo calibre, con buena cantidad, por ejemplo, de pistolas 9 milímetros. La familia argumenta que Bulgaroni era aficionado, pero los investigadores se preguntan por qué no las tenía registradas. Un aficionado las registra porque no tiene nada que ocultar.
- En la vivienda se encontró, en el piso superior, una máquina para llenar proyectiles con pólvora y una cantidad de balas ya terminadas.
- También aparecieron 50 proyectiles de fusiles FAL, pero el arma no estaba. Tampoco los proyectiles parecen condecirse con un coleccionador aficionado.
- En el allanamiento se secuestraron materiales quirúrgicos, gasas, camillas y material descartable. El objetivo de la investigación era encontrar a Matías Larco Benítez, un hombre que se fugó de manera sangrienta del hospital Lucio Meléndez.
- En la vivienda había bolsas con cantidades de pares de zapatillas. La hipótesis es que algún delincuente pagó una curación con parte de lo que robó.
La causa pasó ayer a un juez federal por la presencia de los explosivos y el acopio de armas de guerra.
Parece claro que en el caso de la clínica tumbera se mezcla fuertemente el contenido político. Bulgaroni es considerado la mano derecha de Brito Lima en la corriente de ultraderecha del peronismo, el CdeO. En su biblioteca está toda la literatura antisemita y fascista, cuidadosamente subrayada, y el material de publicidad de la organización arrollado y listo para pegar. Una vecina declaró en la causa que Bulgaroni le dijo, con aires de clandestinidad, “ya nos vas a ver actuando cuando se venga la ola de caos”. La presunción inicial es que los caños llenos de pólvora estaban preparados para crear clima de inseguridad, sembrar la idea de que aflora la violencia y apoyar de esa manera el discurso de la mano dura. Hace poco, el Comando de Organización se dividió en dos, quedando en la llamada ala dura el propio Brito Lima y Bulgaroni. Del otro lado, quedó Mario Bevilaqua, un hombre que se fue con el menemista Miguel Angel Pierri. El choque entre los dos bandos produjo un muerto, de nombre Germán, hoy reivindicado como un héroe por Brito Lima y Bulgaroni.
Las ramificaciones políticas se extienden a otros temas: distribución de planes de Jefas y Jefes de Hogar, actos en el patio de la finca ahora allanada y una pelea entre patotas por el control de un club social cercano.
Lo que nunca dejó de llamar la atención de los vecinos fue la entrada permanente de personas heridas a la casa, teniendo en cuenta que el predio está muy cerquita de una división de investigaciones de la Bonaerense. En la causa judicial, una de las vecinas declara: “Este era un desfile incesante de malandras, mientras que a Bulgaroni lo veíamos muchas veces en esa dependencia o comiendo asado con los policías destinados ahí”.