“En Flores pasean por la plaza alumbrada doble emoción de rouge y tela estampada”, escribió alguna vez un romántico Mujica Lainez sobre la mítica Plaza Flores, donde quizá conoció a su primer amor. Eran tiempos de romance otoñal bajo los faroles franceses, de pelota con la calle Yerbal como tribuna y de largas noches de tertulia barrial, en las que la plaza actuaba como punto de reunión ineludible para todos los vecinos del lugar. Hoy, en cambio, la Plaza Flores luce abandonada, oscura y sobre todo insegura. Por eso, el gobierno de la ciudad decidió comenzar el lunes –como ya hizo en el Parque Rivadavia– un fuerte proceso de remodelación y puesta en valor de este espacio. El plazo de las obras es de noventa días y al finalizar habrá vigilancia policial las 24 horas del día y una nueva escultura representando a todos los poetas y escritores que frecuentaron el barrio.
Agobiada por ser, durante el día, paso obligado de miles de las personas que circulan entre la estación del Ferrocarril Sarmiento y las paradas de colectivos de la avenida Rivadavia y, durante la noche, tierra de nadie, la Plaza Flores poco a poco había ido perdiendo su esplendor de antaño, dejando de ser uno de los sitios más visitados por los vecinos, para convertirse en uno de los más evitados.
A esta realidad contribuyó la falta de mantenimiento y de cuidado que sufrió el predio durante largos años, situación que ahora el gobierno de la ciudad busca revertir a partir de una serie de obras de remodelación y refacción que comenzarán a partir del próximo lunes.
“Así como hemos hecho en el Parque Rivadavia y estamos haciendo en el Jardín Botánico y el Parque Lezama, lo que buscamos con esta obra es recuperar para los vecinos sus espacios verdes, en este caso, una plaza con un alto valor histórico”, dijo el jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra al anunciar ayer el inicio de las obras que, prometió, no deberían extenderse más allá de los noventa días.
En principio, tras el cerco que se pondrá durante los trabajos, lo primero que se atacará serán los senderos, que se ensancharán y tendrán mejor iluminación. También se restaurarán los monumentos, tanto el de Juan Martín de Pueyrredón como el de Manuel Belgrano, y se ampliará el acceso a la plaza sobre la avenida Rivadavia en un intento por recuperar el denominado “eje cívico” que comunica, sobre una línea imaginaria, el mástil con la Basílica San José.
“En relación a las veredas perimetrales, nuestra idea es ensancharlas a partir de la generación de un boulevard de tipas para que la gente circule más cómodamente”, informó el secretario de Medio Ambiente, Eduardo Epszteyn, quien además recordó que la plaza, por donde alguna vez caminaron poetas como Manuel Mujica Lainez o Baldomero Fernández Moreno, estará vigilada las 24 horas del día por agentes de la Policía Federal. “En honor a esos y otros tantos poetas y escritores que visitaron el lugar como Oliverio Girondo, Luis Cané y Roberto Arlt, vamos a crear un nuevo monumento que de alguna manera los represente a todos”, agregó.
Con respecto a la seguridad, a diferencia de lo ocurrido en el Parque Rivadavia, no está contemplado enrejar la Plaza Flores, aunque muchos vecinos –según se informó–, lo pidieron. “Lo pensamos, pero nos pareció mejor que no. Lo que sirvió en un lado, no necesariamente tiene que ser para todo. Aquí tenemos un uso del espacio público muy latino, de estar en las plazas tanto de día como de noche, de verlas como espacio abierto”, analizó el coordinador del proyecto, el arquitecto Guillermo Gutiérrez Ruzo.
Pero que esté abierta, no quiere decir que sea para todos, ya que en el lugar estará prohibida la entrada a los animales, lo que seguramente provocará discusiones similares a las que hubo cuando se reabrió el Parque Rivadavia, donde la presión de los dueños de las mascotas fue tal que consiguieron un espacio para los canes: ayer, Ruzo anunció que los vecinos de Caballito tendrán un lugar especial para pasear a sus perros.

Producción: Damián Paikin.