SOCIEDAD › DOS PROFUGOS DEL PENAL 26 DE OLMOS
A la madrugada, tras una reyerta entre 20 presos, se produjeron dos fugas. La directora del SPB sostuvo durante toda la mañana que se había tratado de un “intento” que había sido controlado. Por la tarde, aceptó que escaparon dos. Desmienten un motín.
› Por Horacio Cecchi
La fuga de dos alojados en la Unidad 26 de Olmos, dependiente del Servicio Penitenciario Bonaerense y con régimen semiabierto, generó confusión en el momento en que ocurrió, la madrugada de ayer, tras una pelea entre dos grupos de presos y el ascenso de algunos de ellos a los techos del penal. Pero no se trató sólo de fugas y de confusión momentánea, sino que además surgieron a la vista otro tipo de confusiones más habituales pero no tan visibles: el SPB negó la fuga durante doce horas y luego las admitió con la misma certeza con que las había negado.
Más curioso resultó que, como en pocas ocasiones –este cronista no recuerda casos anteriores–, el servicio penitenciario desmintió que hubiera ocurrido un motín. Pese a todo, buena parte del periodismo mostró la hilacha desinformativa al insistir en títulos on line y en zócalos televisivos que todo se había concretado durante “un motín en el penal de Olmos”. Por si fuera poco, la dirección del SPB subrayó en un comunicado de prensa que los dos prófugos se encontraban allí por “disposición de las autoridades judiciales”, aclaración absurda si no fuera porque la costumbre es que se cometan traslados vaya-a-saber-dónde a expensas de los jueces, y más absurda porque denota que la culpa de todo la tiene el régimen semiabierto.
Las primeras imágenes de lo que para la directora (por delegación de poderes) del SPB, Florencia Piermarini, consistió en una reyerta, fueron transmitidas por TN alrededor de las 3 de la mañana de ayer. Se podía ver muchos patrulleros de la Bonaerense y del SPB, muchos uniformados armados y sombras sobre el techo de Olmos 26.
El penal está ubicado en 47 y 197, localidad de Lisandro Olmos y dentro del complejo penitenciario que incluye la U1, de máxima seguridad y de máxima antigüedad (más de esto que de aquello), y la U25, más conocida como cárcel de evangelistas. La distinción vale la pena porque la U26 no está hacinada, como sí ocurre con su tétrica hermana mayor que se encuentra a sus espaldas. Tiene, según describió la propia Piermarini a la prensa, 150 internos. Desde ayer, 130 o 128, de acuerdo con las declaraciones de la directora. Ocurrió que a la madrugada se armó una batahola entre presos que no se sabe por el momento si fue armada para generar distracción o si se trató de una pelea real que derivó en fuga. La cuestión es que la “reyerta”, como definió Piermarini, ocupó a unos 20 internos. Todo se desarrolló durante alrededor de media hora.
Y no pasó a mayores (al menos hasta ese momento). Curiosas resultaron las primeras imágenes televisivas con el zócalo “Motín en el penal Olmos. La situación está fuera de control y se ven presos caminando por los techos”, pese a que oficialmente la información desmentía un motín. Tratándose de una de las pocas ocasiones en que un servicio penitenciario no utiliza ese comodín para explicar un conflicto carcelario (que los hay todos los días pero no son visibles), que la prensa lo utilizara deja tela para debates.
A media mañana, la propia Piermarini salió a dar la cara por el “intento de fuga”. De hecho, hasta las 13.58, la directora sostuvo ante las cámaras que se trató de un intento de 20 internos y que la rápida intervención de la guardia “y el grupo operativo” impidió la fuga.
A la hora mencionada, un comunicado de la misma Piermarini informó que “una vez finalizadas las tareas de recuento e identificación de detenidos en la Unidad 26 de Olmos, se detectó la ausencia de dos internos”. Dio sus nombres, pero no mencionó los recuentos anteriores que se habían realizado exitosamente, como señaló a la prensa unas horas antes, pero con resultado diferente. El comunicado agrega, además, que “ambos gozaban del beneficio de régimen carcelario abierto concedido por disposición de las autoridades judiciales competentes”. La aclaración, como se dijo, es inusual y sólo cumple la función de cargar la responsabilidad de la fuga en tres puntos: la peligrosidad de los presos (todos), el “garantismo” de los jueces y la endeblez de las cárceles con sistema semiabierto. De hecho, la solución impuesta por el SPB, más que por Piermarini, fue el traslado de los “20 a unidades de máxima seguridad” vaya-a-saber-dónde, porque no fue informado. Y seguridad para quién, teniendo en cuenta tanto muerto.
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